Yo mismo soy un empedernido amante de animales y he sido muy unido a algunos maravillosos perros y gatos que consideraba como “miembros de la familia” desde mi infancia. Por este motivo, tengo un interés personal en esta cuestión. Además, he enseñado la doctrina del santuario y reflexionado acerca de los innumerables animales ofrecidos en los tiempos del Antiguo Testamento bajo el sistema sacrificial instituido por Dios. A menudo me he preguntado cómo hará Dios para “rectificarse” con estas criaturas inocentes. Aquí hay algunas reflexiones.