La relación del santuario con la salvación (estudio bíblico)

Uno de los temas más complejos de la Escritura, es la salvación. La cristiandad está dividida en la comprensión de esta verdad. ¿La salvación se limita solo a la cruz, como lo entienden los evangélicos? ¿El ser humano se salva solo observando los sacramentos —bajo la intercesión de los difuntos— como sostienen los católicos? ¿Qué dice la Escritura al respecto?

I. La salvación: una serie de acciones divinas
  • La Escritura revela un conjunto de acciones que Dios realiza para salvar al ser humano. La salvación no se limita a una acción, sino a un conjunto de acciones, planteadas y planificadas por la Trinidad en un inicio.
  • Este conjunto de acciones, básicamente, incluyen: justificación, santificación y glorificación. Sin embargo, es recomendable entenderlas desde la perspectiva del santuario y del conflicto cósmico. Veamos cada una de ellas:
  • Justificación por la fe. Desde que el ser humano pecó, quedó destituido de la gloria de Dios (Rom 3:10-18). Sin embargo, Dios llama al pecador para perdonarlo (Hch 2:38), imputarle la justicia de Cristo (Rom 5:6-11; Ef 2:13) y, luego, declararlo “justo” (Ro 5:17; 19-20; Zac 3:1-5; Luc 19:10-14). Para ser declarado justo, se le tuvo que haber purificado de sus pecados, y esto es gracias a la sangre de Cristo en la cruz (Ro 5:19-20). Para ser justificado, se necesita tener fe (Ro 1:16-17). Al ser declarado justo, el nuevo creyente recibe el Espíritu Santo (Hch 2:38).
  • Santificación. Al recién justificado, le toca vivir como justo. Como a todo creyente, se le invita a tener buenas obras (Ef 2:10); y no seguir bajo el dominio del pecado (Ro 6:1-4). La salvación influye positivamente en el estilo de vida del creyente, porque ahora es “nueva criatura” (2 Cor 5:17). A través de su lealtad y obediencia a la ley, revelará su amor al Creador (Jn 14:15). Esto no quiere decir que jamás pecará; pero, sí se sabe que, al momento de caer, Dios estará dispuesto a perdonarlo desde el santuario celestial (Heb 4:16; 1 Jn 2:1). Dicho de otro modo, la santificación es el nuevo estilo de vida del recién justificado, en el cual es desculturizado por su lectura diaria de la Biblia; pero, bajo la conducción del Espíritu Santo.
  • Glorificación. Se podría decir que es la última etapa de la salvación. Esta se revelará cuando Cristo retorne por segunda vez, nos transforme (1 Tes 4:13-18), y nos haga morar con Él por la eternidad. Aquellos que serán glorificados (1 P 5:14), serán los que hayan permanecido con la justicia de Cristo.
  • Como es notorio, la salvación no depende exclusivamente del pre-determinismo divino (en algún tiempo atrás), tampoco de por logrado solo en la cruz. Un cristiano puede perder la salvación (Heb 6:4).
  • El hijo de Dios es llamado a experimentar la salvación, por medio de una comunión diaria con Cristo. Al recibir la influencia del Espíritu Santo, cada uno se prepara para la segunda venida.
II. La salvación desde la perspectiva del santuario
  • Por medio del santuario terrenal, Dios enseñaba la salvación a los judíos en el Antiguo Testamento. Para los cristianos del primer siglo, el santuario celestial era aquella escuela.
  • Cada creyente, si desea conocer la salvación, necesita saber los elementos básicos del santuario. De lo contrario, tendrá un pensamiento parcial de Cristo y sus acciones redentoras.
  • Las etapas que hemos estudiado, que son la Justificación, Santificación y Glorificación, deben entenderse a través de los ritos y elementos del santuario terrenal.
  • Por ejemplo, el hebreo era justificado diariamente, porque acudía al santuario terrenal con una ofrenda. Esta se convertía en su substituto al momento del degollamiento (Lev 4:15).
  • Al degollar la ofrenda e imponerle las manos sobre su cabeza (Lev 4:24), los pecados de aquel hebreo se transferían a la sangre de la ofrenda, y así la sangre quedaba contaminada.
  • Después del sacrificio, el sacerdote ingresaba con la sangre contaminada al santuario, la vertía siete veces en el velo e intercedía por el pecador (Lev 4:6, 17).
  • Así, el pecado quedaba en el santuario (por medio de la sangre contaminada), y el creyente retornaba a su casa “justificado”.
  • Ahora, ¿el recién justificado regresaba a casa a seguir pecando? De ninguna manera. Recordemos que los diez mandamientos estaban guardados en el arca del pacto (Deu 10:2). La ley no solo era la base para toda clase de juicio, sino que era el elemento recordatorio para cada recién justificado. Aquella ley debía ser cumplida por amor al Creador y al prójimo.
  • Por supuesto, si el creyente hebreo se equivocaba, el sacerdote intercedía por él en el lugar santo. Esto sucedía diariamente.
  • Finalmente, los judíos participaban del día de expiación, que prefiguraba también, la expiación cósmica (Lev 16). Este día prefiguraba la glorificación que experimentaremos en el futuro.[1]
  • Con esto, vemos que los judíos entendían la “justificación” en los actos de “sacrificio” de la ofrenda, la transferencia del pecado al santuario y la declaración (de justicia) de Dios. Todo era por fe.
  • La santificación se entendía mejor dentro del santuario, por medio de la intercesión del sacerdote y la observancia de los diez mandamientos. De hecho, sin dejar de lado la labor del Espíritu Santo, representado por el candelabro.
  • Por supuesto, la glorificación se comprendía en el lugar santísimo, con el cual, cuando se realizaba el Día de expiación, a los judíos se les venía en mente la “Nueva creación de Dios”.
III. Cristo en su santuario[2]
  • El altar de sacrificio, en el AT, representó a la cruz donde murió Jesucristo.
  • El lugar santo simbolizó al santo del santuario celestial, donde Cristo ministró desde el año 31 hasta 1844 d.C. Su función, básicamente, fue de intercesión.
  • En el lugar santísimo, desde 1844 d.C., Jesús opera el juicio investigador y salva al creyente hoy.
  • En la actualidad, cuando el creyente peca, debe acudir al sumo sacerdote Jesucristo, para que Él interceda. Luego, Dios lo perdona y lo declara “justo”, como si nunca hubiese pecado.
  • Al ser justificado, es llamado a perseverar, guardar los diez mandamientos y tener fe en la voz profética (Ap 12:17; 14:12), mostrando así el nuevo estilo de vida en Cristo, como resultado de la obra del Espíritu Santo.
  • Cuando Jesucristo deje el lugar santísimo, vendrá a la tierra y glorificará a todo aquel que haya permanecido con su justicia.
Conclusión
  1. Si queremos conocer a Cristo, debemos conocer el Santuario.
  2. La salvación solo se entiende desde la perspectiva del santuario (terrenal y celestial).
  3. La salvación incluye una serie de acciones, a saber, la “justificación”, la “santificación” y la “glorificación”; todo esto, a la luz de la doctrina del santuario.
Aplicación
  1. Lo único que Dios desea con nosotros, es salvarnos, y lo hace desde su santuario celestial.
  2. Cada día, debemos acudir a su presencia para recibir el oportuno socorro.
  3. Sus actos salvíficos no solo se experimentan hoy, sino que también, son pensados para beneficio de nuestro futuro. Preparémonos día a día, para la segunda venida de Cristo.
Tarea para casa
  1. Aprendamos los textos bíblicos que hemos estudiado hoy.
  2. Dibujemos el santuario y sus respectivos departamentos, y coloquemos qué representa cada uno de ellos y qué se hace comúnmente.
  3. Enseñemos a personas no adventistas, el tema de la salvación; pero, desde la perspectiva del santuario. El dibujo será de gran ayuda.
Preguntas para dialogar
  1. ¿La salvación y la condenación de cada ser humano, fue pre-determinada por Dios desde el principio?
  2. ¿La salvación influye en el estilo de vida del creyente?

Referencias:

[1]Ver Gerhard F. Hasel, “Divine Judgment”, en Handbook of Seventh-day Adven-tist Theology, ed. Raoul Dederen (Hagerstown: Review and Herald, 2000), 815-856.

[2]Ver Oscar S. Mendoza, «El evangelio eterno en el mensaje del primer ángel en Apocalipsis 14:6», Estrategias 7/1 (2010): 113-120.