El «testimonio de Jesucristo» de Apocalipsis 12:17

El “testimonio de Jesús” aparece seis veces en Apocalipsis (1:2,9; 12:17; 19:10 [dos veces]; 20:4), y siempre se relaciona con la “palabra de Dios”. Según 19:10, el “testimonio de Jesucristo” (12:17) es el “Espíritu de profecía”[1] o “el don de profecía” (1 Co 12:8, 10), el cual es uno de los dones espirituales. Aquellas personas que reciben este don, hablan de “parte de Dios impulsados por el Espíritu Santo” (2 P 1:21), y se les llama profetas. En otras palabras, tener el “testimonio de Jesús” es poseer en la iglesia la conducción de los profetas, quienes son inspirados por el Espíritu Santo. Véase el siguiente paralelismo de textos que registra Apocalipsis:


El “testimonio de Jesús” es la revelación misma de Jesucristo que reciben los profetas, la cual es comunicada al pueblo de Dios.[2] En 12:17, el remanente no testifica acerca de Cristo, más bien, posee el don profético,[3] tendrá un profeta entre ellos. Como Jon Paulien expresa: “[…] el remanente del tiempo del fin tendrá un don visionario entre ellos, semejante al de Juan”.[4] También, Ranko Stefanovic señala:

Lo que Juan ahora claramente indica, en Apocalipsis 12:17, es que así como Jesús comunicó su revelación a la iglesia de sus días por medio del ministerio profético, así lo hará al final de los últimos días de la historia de la tierra. Como Jesús estará con su remanente del tiempo del fin hasta el último, ellos son caracterizados por su obediencia a él (cf. Ap 14:12) y su fidelidad al testimonio revelado a través de la voz profética en medio de ellos.[5]

Esta profecía, de tener el don profético antes de la consumación de los siglos, fue también revelada-inspirada a Joel en el Antiguo Testamento. Joel 2:28-32 revela los acontecimientos que ocurrirán antes del día del Señor,[6] antes del segundo advenimiento.[7] Según el versículo 28, Dios enviará el Espíritu Santo con el objetivo de que sus hijos “profeticen”, tengan “sueños” y vean “visiones”. En otras palabras, el don profético se manifestará en el pueblo de Dios del tiempo del fin. En realidad, Apocalipsis 12:17 (“tiene el testimonio de Jesucristo”) es la confirmación de lo profetizado en Joel 2:28-32.

El “testimonio de Jesucristo” implica tener y creer las verdades enseñadas y reveladas por Cristo.[8] Como el Señor Jesús es el foco de la Escritura (Jn 5:39), este “testimonio” incluye todas las verdades recibidas por los profetas de parte de Dios. Como declara Mario Veloso: “El testimonio de Jesucristo es la revelación como contenido, como verdades, como hechos profetizados”.[9] El remanente, al tener el “testimonio de Jesucristo”, posee y cree las verdades que enseña la Biblia.

Por ejemplo, si la Palabra de Dios enseña la perpetuidad de los diez manda­mientos (Mt 5:17; Ro 3:31; 13:8-10; Stg 2:10; Ap 12:17), el remanente cree y los guarda. Si los profetas declararon la divinidad (Jn 1:1, 14, 18; Heb 1:8), la humanidad (Fi 2:5-8) y el mesianismo de Jesucristo (Jn 1:11, 4:25, 26), el remanente no rechaza esta verdad; al contrario, la acepta como profesión de fe. Si los siervos de Dios expusieron que el sábado es el día de reposo (Is 58:13-14; Mr 2:27-28), el remanente escatológico observa este mandamiento y no lo abole. Si la Biblia describe la segunda venida de Cristo como visible y gloriosa (1 Ts 4:13-18; Ap 1:7), el pueblo de Dios del tiempo del fin proclama este evento y no lo tergiversa.

Después de definir el “testimonio de Jesucristo”, ahora se estudiará la relación que existe entre el “testimonio de Jesús” de Apocalipsis 12:17 y “la fe de Jesús” de 14:12. Obsérvese el siguiente paralelismo:


En primer lugar, este paralelismo no permite diferenciar el “testimonio de Jesús” de la “fe de Jesús”, mucho menos sostener que el remanente tiene otra característica a parte del “testimonio de Jesús”. Lo que el texto probablemente enseña, es que el remanente tiene fe en aquel testimonio, es fiel a las palabras de los profetas. Hans LaRondelle tiene razón al mencionar que “Esta ‘fe de Jesús’ es más que una fe subjetiva en Jesús; es fe en el testimonio de Jesús mismo”.[10] Él agrega:

En otras palabras, la expresión ‘la fe de Jesús’, en Apocalipsis 14:12, es una aclaración del ‘testimonio de Jesús’ (12:17) y no es necesariamente una tercera característica de la iglesia remanente. Guardar ‘la fe de Jesús’ implica dar con fidelidad el testimonio de Jesús.[11]

En síntesis, tener fe en el “testimonio de Jesucristo” es ser fiel a la Palabra de Dios.[12] El remanente escucha la voz de los verdaderos profetas y no la voz del “falso profeta” (Ap 16:13). El remanente es el estandarte de la verdad en el tiempo del fin. Correctamente, Richard Lehmann escribe: “El remanente es un remanente santo, reconocible, debido a la fidelidad del grupo a la extensa tradición profética sostenida por la Escritura”.[13]

Dios nos llama a prestar atención a la voz profética: “[…] Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2 Cr 20:20).


Referencias:

[1]Según el Judaísmo Rabínico, las expresiones del AT tales como “Espíritu Santo”, “Espíritu de Dios”, “Espíritu de Jehová” eran equivalentes con “Espíritu de profecía”. Cuando se hablaba del “Espíritu de profecía”, se refería al “Espíritu Santo”. Esto se expresa en los Targums: Gn 41:38; Éx 33:16; Nm 27:18 (Gerhard Pfandl, “The Remnant Church”, Journal of the Adventist Theological Society 8, no. 1-2 [1997]: 19-27; Ibíd., “The Remnant Church and the Spirit of Prophecy”, en Symposium on Revelation– Book 2 [Silver Spring, MD: Biblical Research Institute: 1992] 7:304-306).

[2]El don de profecía no lo recibe todo miembro de iglesia, sino solo personas elegidas por el Espíritu Santo.

[3]Por supuesto, aquel que posee el don profético, al final, llegará a testificar sobre Cristo.

[4]“The Best is yet to come: A Vision for the Eschatological Remnant”, Adventist Theological Society, 31st March, 2007,3.

[5]Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2002), 395.

[6]Véase Rubén Pereyra, “El día de YHWH en el libro del profeta Sofonías”, DavarLogos 6, no. 1 (2007): 25-34; Richard L. Mayhue, “The Prophet’s Watchword: Day of the Lord”, Grace Theological Journal 6, no. 2 (1985): 231-246.

[7]Con la aplicación de Pedro, en Hechos 2:16, pareciera que Joel 2:28-32 tuvo su cumplimiento en el Pentecostés. Sin embargo, hay eventos que profetiza Joel que no se cumplieron en Hechos 2. Por ejemplo, Joel 2 revela que antes del día del Señor, habrán “prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre” (vv. 30-31). Sobre el cumplimiento de Joel 2:28-32, véase Fernando Rojas, “La lluvia tardía en el tiempo del fin: un análisis exegético de Joel 2:28-32”, Berit Olam 6, no. 1-2 (2009): 131-138; Michael Orellana, “El sellamiento y el fuerte pregón”, Estrategias 6, no. 2 (2009): 87-94.

[8]Como se tratará a continuación, el “testimonio de Jesucristo” es equivalente a la “fe de Jesús”. Ambas no son características distintas que posee el remanente. La “fe de Jesús” son las verdades bíblicas que tratan acerca de Jesús, las que Él creía y enseñaba. Según Johnsson, 38, “Esta expresión no significa que el pueblo de Dios tiene fe en Jesús (aunque ellos lo hacen), porque la fe de Jesús es algo que ellos mantienen. ‘La fe’ probablemente se refiere a la tradición cristiana, el cuerpo de enseñanzas que se centran en Jesús”. Para Gregory Beale, “esa pistis se refiere al contenido doctrinal de la fe cristiana (cf. Jud 3) que también es evidente en [Ap] 2:13, donde la palabra aparece con el mismo significado” (The Book of Revelation, en The New International Greek Testament Commentary [Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999], 766).

[9]Apocalipsis (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1999), 41.

[10]“La palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”, Ministerio 322, 06, 2006, 26.

[11]Ibíd.

[12]Es interesante como la Nueva Versión Internacional traduce esta parte: “se mantienen fieles al testimonio de Jesús”.

[13]“The Remnant in the Book of Revelation”, en Toward a Theology of the Remnant, ed. Ángel Manuel Rodríguez (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2009), 102.