El capítulo 12 de Marcos puede dividirse en siete partes:
- La parábola de los labradores (vv. 1-12)
- ¿Dios o César? (vv. 13-17)
- El asunto de la resurrección (vv. 18-27)
- El más grande mandamiento (vv. 28-34)
- ¿Por qué “Hijo de David”? (vv. 35-37)
- Jesús denuncia a los escribas (vv. 38-40)
- La ofrenda de la viuda (vv. 41-44)
En la primera parte (vv. 1-12), Cristo cuenta la parábola de un hombre que plantó una viña. Luego, decide viajar y dejar su viña con unos labradores. Después de un tiempo, envió siervos para que reciban el fruto de la viña. Sin embargo, los labradores los hirieron y los enviaron con las manos vacías. Otros siervos hasta llegaron a morir. Finalmente, el dueño decide enviar a su hijo. Pero, no contó que, al final, su hijo terminaría siendo asesinado.
¿A qué representa la viña? Para los hebreos, la viña está entre las posesiones más preciadas (“Viña”, Diccionario bíblico adventista). Ella representa al reino de Dios, y los labradores a Israel (Sal 80:8-16). ¿Y los siervos? Por supuesto, a todos los profetas enviados por Dios. En el caso del hijo del dueño, innegablemente es el Señor Jesucristo.
¿Qué quiso enseñar Cristo a través de esta parábola? Dos puntos: (1) Que la nación judía sería la responsable de la muerte del Mesías. Ellos no solo hirieron y mataron a los profetas, sino que terminarán asesinándolo. ¿Cuál será el castigo para estos judíos? Ellos serán destruidos en la segunda venida. (2) La viña, el reino de Dios, sería transferido de Judá a la Iglesia (“dará a otros”, v. 9). Ahora, los labradores serán otros: los cristianos.
En la segunda parte (vv. 13-17), a Cristo le interrogan si está bien o mal dar tributo al César. Su respuesta fue: “dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (v. 17). ¿Qué significa eso? Si Jesús respondía con un “sí”, hubiese perdido popularidad; si respondía con un “no”, podía ser acusado como rebelde ante los romanos (Biblia de Andrews, 1239). ¿Fue diplomática su respuesta? Creo que no. En realidad, fue una respuesta sabia y correcta. Simplemente, si la autoridad civil pide un impuesto, hay que dárselo. Pero, si uno se rebela, es posible que empeore la situación. Un claro ejemplo es la nación judía; por rebelarse contra el imperio romano, su templo fue destruido en el año 70 d.C. Por otro lado, si el gobernante exige adoración ¿el creyente es llamado a obedecerle? Por supuesto que no, porque la adoración es exclusiva a Jehová. Cristo “se separó de aquellos que usan la violencia u otros medios para derrocar al gobierno y establecer una teocracia. Pero, del mismo modo, se distanció de cualquier esfuerzo para elevar el Estado a pretensiones divinas, como lo implicaba la inscripción en el denario” (William Johnsson, Marcos, 85).[1]
En la tercera parte (vv. 18-27), es evidente que, en esos días, había una fuerte discusión sobre la resurrección y su relación con el matrimonio (quienes no creían en la resurrección, por ejemplo, era la secta de los saduceos). Si una mujer se casa con un hombre, y él muere; y luego se casa con su hermano, quien también muere, y lo mismo sucede hasta llegar al séptimo hermano;[2] al final, en la resurrección, “¿de cuál de ellos será ella mujer?” (v. 23).
Cristo responde: de ninguno, porque en el cielo no habrá matrimonios. Todos seremos como ángeles (v. 25). Entonces, si voy al cielo con mi cónyuge ¿ya no seremos esposos? Así es. Otro caso: y si vamos al cielo con mi novio ¿tampoco nos casaremos allá? Exacto.
En la cuarta parte (vv. 28-34), un escriba le pregunta al Maestro cuál es el mayor o primer mandamiento de todos. ¿A qué mandamientos posiblemente se refiere? Si bien es cierto pudo estar pensando en la Torah (ley mosaica: los primeros cinco libros de la Biblia) o en los diez mandamientos de Éxodo 20, cabe la posibilidad de que haya tenido en mente las 613 leyes que contaron los rabinos en el Pentateuco (248 positivas y 365 prohibiciones). ¿Cuál fue la respuesta de Cristo? Amarás a Dios con todo tu ser (corazón, alma, mente y fuerzas) y amarás a tu prójimo como a ti mismo. Evidentemente, el Maestro estaba resumiendo la ley, no estaba proponiendo dos leyes nuevas; es más, Él estaba citando Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18. En otras palabras, el Señor solo les estaba recordando lo que ya estaba escrito. El problema era que los judíos, en el primer siglo, más pensaban en los sacrificios y rituales, que en el amor (v. 33).
En la quinta parte (vv. 35-37), el Señor Jesús pregunta porqué al Mesías se le llama “Hijo de David”, si David, al mismo Mesías, le llamó “Señor” (Sal 110:1). Con esto, el Maestro estaba señalando su identidad: Él no solo era el Mesías, sino también era eterno. “El Mesías no era un mero descendiente de David, sino el Señor” (Biblia de estudio de Andrews, 1240).
En la sexta parte (vv. 38-40), Jesucristo acusa a los escribas (por supuesto, incluye también a los fariseos), porque se enorgullecen de su aparente santidad o vida religiosa. Ellos usan largas ropas, aman las salutaciones en las plazas, se sientan en los primeros asientos en toda cena y hacen largas oraciones (las cuales eran públicas). Pero, a la par, devoran a las viudas (v. 40). Dicho de otro modo, eran hipócritas, y Cristo anhelaba que sus seguidores no imiten a estos líderes religiosos. Si lo hacían, iban a ser condenados (v. 40).
En la última parte (vv. 41-44), Marcos narra un incidente: una viuda echó dos blancas como ofrenda en el arca. ¿Cuántas arcas tenía el templo? Trece (Biblia de estudio de Andrews, 1240). ¿Cuánto era el valor de una blanca? “La blanca era la moneda más pequeña en circulación en la Palestina de la época, con el valor de medio cuadrante, que era la moneda romana de cobre de menor valor. Un denario, jornal típico, equivalía a 64 cuadrantes o 128 blancas” (ibíd.). ¿Por qué la viuda era tan pobre? En aquella época, las viudas, ni bien moría el esposo, quedaban desamparadas (por más que haya tenido un esposo rico). Era indispensable la presencia de un hijo. Penosamente, varias se dedicaban a la prostitución, porque no tenían dinero para comer. Conociendo esto, es comprensible el elogio de Cristo, y es admirable la fe y dadivosidad que tuvo esta mujer. ¿Cuál es la lección que quiso dar el Maestro a sus oyentes? No se debe ofrendar las sobras, sino lo mejor (v. 44).
Aplicación a la vida:
- Dios desea que, como creyentes, demos frutos de amor y justicia.
- Es necesario respetar la Autoridad divina y las autoridades civiles. Siempre y cuando no se contradigan. Pero, si en algún momento, el gobernante da una ley que vaya en contra de Dios y su reino, nosotros no debiéramos acatarla.
- Somos llamados a amar a nuestro Dios y a nuestro prójimo.
- Nunca debemos ser hipócritas, es necesario amar a Cristo con humildad y sencillez.
- Cuando ofrendemos, no demos lo que nos sobra, sino lo mejor.
Referencias:
[1]En la moneda común que usaban los judíos, el denario, estaba la inscripción “Tiberio César, Augusto, Hijo del Divino Augusto”. Para los judíos, esto era una blasfemia. Ver Johnsson, 85.
[2]Que una viuda se case con el hermano del fallecido era normal en Israel; se obedecía la ley de levirato (ver Deut 25:5-6). ¿Cuál era su objetivo? Que las mujeres no queden desamparadas. Ver Biblia de estudio de Andrews, 1204.