Breve comentario sobre Marcos 15

Ahora toca abordar el juicio judeo-romano del Señor Jesús. Lo paradójico es que este juicio fue totalmente ilegal y la condena fue injusta. Wellington Caqui[1] presenta tres razones para argumentar su ilegalidad:

  1. La Mishná (código de derecho vinculante, o la famoso Constitución para nosotros) estipulaba que en caso haya contradicción entre los testigos, el testimonio sería invalidado y el preso debía quedar en libertad. Sin embargo, mostrando su injusticia, a pesar que los líderes judíos llevaban falsos testigos y sus testimonios se contradecían entre sí, no dejaron libre el Señor Jesús.
  2. La Mishná prohíbe cualquier juicio a vísperas del sábado o en la celebración de alguna fiesta. ¿Qué sucedió con el juicio a Cristo? Se realizó un día viernes y en plena fiesta de la Pascua.
  3. La ley hebrea prohibía que una persona sea ejecutada el mismo día que había sido sentenciado. ¿Qué pasó con el Señor Jesús? Todo se realizó en un mismo día: viernes.

Como es evidente, Marcos 14 y 15 revelan el apuro desmedido por matar al Cristo. Sin embargo, por más que haya sido injusto aquel juicio, su muerte fue una bendición para nosotros.

Ahora sí, vayamos al capítulo de hoy. Marcos 15 puede dividirse en cuatro partes:

a. Jesús ante Pilato (vv. 1-5)
b. Jesús es sentenciado a muerte (vv. 6-20)
c. Crucifixión y muerte de Cristo (vv. 21-41)
d. Jesús es sepultado (vv. 42-47)

En la primera parte (vv. 1-5), se registra que los líderes judíos volvieron a reunirse muy de mañana, aproximadamente a las 4:30, y determinaron, una vez más, que Cristo debía morir. Luego, lo llevaron ante Pilato y le presentaron sus acusaciones (v. 3), tres básicamente: a) sedición contra el imperio romano, supuestamente para ser el nuevo rey; b) decía que era el Hijo de Dios (el Mesías divino), la cual fue considerada como blasfemia; y c) supuestamente había declarado que iba a derribar el templo, y en tres días lo iba a reconstruir. Estas acusaciones se evidencian en la pregunta planteada por Pilato, dirigida a Jesús: ¿Eres tú el Rey de los judíos? (v. 2). ¿Cuál fue la respuesta de Cristo? El silencio (vv. 4-5). ¿Por qué? Porque, sencillamente, no iban a creer. ¿Por qué Pilato quedó muy extrañado ante el silencio de Cristo (v. 5)? Porque “la ley romana no interpretaba el silencio como admisión de culpa” (Craig Keener, Comentario del contexto cultural: NT, 176).

En la segunda parte (vv. 6-20), Marcos registra que, por estar en días festivos (la Pascua), se acostumbraba a soltar a un preso, cualquier que pidiera la multitud (v. 6). En este caso, solo habían dos alternativas: Barrabás (perteneciente al partido revolucionario de los celotes) y el Señor Jesucristo (aquel que predicaba, sanaba y enseñaba). Finalmente, se decidió liberar a Barrabás y asesinar al Cristo.

Marcos señala que a Cristo lo vistieron de púrpura y le pusieron una corona de espinas (v. 17). “La púrpura siempre era cara (ver Hech. 16:14), pero más significativamente aquí, las prendas de púrpura y las guirnaldas de hojas marcaban a los príncipes vasallos griegos… Muchos estudiosos piensan que la intención era orientar la corona de espinas, tal vez hecha de las ramas del arbusto espinoso acanto o de la datilera (que se parecía más a una corona), principalmente hacia afuera en lugar en lugar de dolorosamente hacia dentro. La corona así habría sido una imitación de las guirnaldas usadas por los gobernadores helénicos. Sin embargo, porque la guirnalda estaba torcida, algunas espinas o púas deben haber rapado hacia dentro, haciendo sangrar el cuero cabelludo de Jesús” (Keener, 176). ¿Con qué propósito lo vistieron así? Para burlarse de él (vv. 18, 20).

La condena de Cristo fue la crucifixión. Para Keener, 176, “la crucifixión era la forma más angustiosa de ejecución criminal conocida en la antigüedad”. Pero, antes de ser crucificado, era común que el condenado sea azotado, inclusive recibía azotes estando en la cruz (ibíd.).

En la tercera parte (vv. 21-41), Cristo es crucificado en el Gólgota, “sea por la forma de las rocas del lugar o por ser un lugar de ejecuciones” (Biblia de estudio de Andrews, 1245). Ahí, le dieron de beber vino mezclado con mirra. ¿Por qué dicha mezcla? Porque servía para disminuir el dolor (ibíd.); sin embargo, Él no la bebió (obviamente por el vino).

La reacción de la gente, al ver a Cristo en la cruz, era de esperarse. La mayoría de judíos que lo seguían, solo lo hacían porque creían que Él los iba a librar de Roma. Pero, ahora, verlo crucificado, lo único que les trajo fue decepción, lo que generó la burla (vv. 24, 29-32). Así Cristo baje de la cruz, como pedían (v. 32), igual no iban a creer.

Antes de morir, Cristo exclamó: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (v. 34). ¿Por qué dicho “desamparo”? Recordemos que Cristo se hizo pecado, y ese mismo pecado es el que hace separación entre Dios y el hombre. El sufrimiento del Padre era grande; y lo que mató a Cristo, en realidad, fue el pecado, no la crucifixión.

Finalmente, el gran Maestro expiró, y el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba hacia abajo (v. 38). ¿Por qué se rasgó el velo? Por dos razones: (1) se anunciaba el cese de los sacrificios de animales. Con la muerte del Mesías redentor, ya no había necesidad de seguir sacrificando animales. (2) Teniendo al Señor Jesucristo como Sumo sacerdote, tenemos acceso directo al “trono de la gracia” del santuario celestial. Ya no hay velo (o puerta) alguno que nos impida acceder a él, tampoco se necesita sacerdotes humanos.

Lo emocionante, estando Cristo en la cruz, fueron las palabras del centurión romano: ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios! (v. 39). “Es solo a la luz de la cruz que se puede entender la verdadera identidad de Jesucristo. Es el Mesías, el Hijo regio de Dios, el Salvador de todos” (La Biblia de estudios de Andrews, 1246).

En la cuarta parte (vv. 42-47), Marcos describe cómo Cristo fue sepultado. Primero, José de Arimatea pidió el cuerpo muerto de Cristo. Esto causó asombro en Pilato (v. 44), puesto que, generalmente, un crucificado moría al quinto o sexto día. Esto corrobora, una vez más, que no tanto la crucifixión mató a Jesucristo, sino nuestros pecados. Todo el pecado del mundo estaba sobre Él. Y segundo, Pilato cede, y José va y lo sepulta en una peña cavada. “Los sepulcros cavados en la roca virgen eran los mejores” (Keener, 178). María magdalena y María, la madre de José, presenciaron donde fue sepultado.

Aplicación a la vida:
  1. Nosotros debimos morir en la cruz, no Cristo. Él no pecó, nosotros sí. Sin embargo, para tener un Salvador sin pecado, era necesaria su muerte substitutoria. Sin su sacrificio, no tendríamos salvación.
  2. Agradezcamos al Señor Jesús por su muerte. Por Él es que experimentamos la salvación y la felicidad.
  3. Sobre todo, aceptémoslo como nuestro Salvador personal. Dios te bendiga hoy y siempre.

[1]“El juicio judeo-romano a Jesús”, Berit Olam 2/1 (2005): 24-28.