Homosexualidad: Una perspectiva bíblica

Autor: Dr. Ronald M. Springett

Hasta hace poco tiempo, se solía hablar acerca de la homosexualidad sólo en pequeños círculos privados. Ahora se hace referencia a ella en los términos más gráficos a través de todos los medios de comunicación. No sólo aparecen artículos escritos por homosexuales o acerca de homosexuales en la prensa secular sino también en publicaciones de la iglesia y en revistas populares para la familia. Hay algunos que se consideran cristianos y que se declaran homosexuales activos. Juntamente con otros que simpatizan con su causa, han desafiado la interpretación tradicional de la Biblia que ve la conducta homosexual como inaceptable para los cristianos. Los tales sostienen que las Escrituras no condenan la homosexualidad como tal, sino que la aceptan como una alternativa, un estilo de vida “natural”. Estas y otras cuestiones afines son del interés de muchos adventistas que recurren a la Biblia en busca de una guía moral y ética.

Influencia social frente a herencia genética

Los que apoyan la teoría de la influencia social remiten frecuentemente a los estudios de psicología que arriban a la conclusión de que la homosexualidad es una conducta aprendida o un desarrollo reprimido. Arguyen que cualquier cosa que es aprendida se puede desaprender y que el desarrollo reprimido se puede tratar terapéuticamente.1 Por lo tanto, la homosexualidad es una aberración con etiología psicosocial y consecuencias psicosociales.

Por otra parte, la American Psychiatric Association (APA) ha decidido sacar a la homosexualidad de la lista de condiciones patológicas, lo que conduce a muchos a no considerar más la homosexualidad como una “enfermedad mental”. Probablemente la respuesta más convincente a este argumento es que ese voto fue tomado en un momento de gran levantamiento social en los Estados Unidos, a una velocidad sin precedentes y bajo condiciones de amenazas explícitas de que los movimientos de derechos homosexuales podrían perturbar las convenciones y la investigación de dicha asociación.2

La desafortunada politización del proceso científico continúa todavía influyendo enormemente, trastornando o prejuiciando algunas investigaciones científicas y sobre los informes de la prensa popular. Esto es particularmente cierto para los que se adhieren a la teoría de la herencia genética.

La mayoría de las personas leen los informes tendenciosos de los medios de comunicación antes que los resultados originales de las investigaciones como las de I. L. Ward,3 o los estudios mis recientes de Simon Le Vay, Michael Bailey y Richard Pillard. Por ejemplo, la teoría de la hormona prenatal, investigada por Ward y otros, declara que una deficiencia en la hormona conocida como andrógeno durante el período crítico de la vida prenatal en que ocurre la diferenciación de los sexos, causa que un varón normal desarrolle un cerebro diferenciado femenino. Es más, en ratas y ratones que vivían en forma superpoblada y estresada, se producía una distorsión en partes de su sistema nervioso central que afectaba su conducta relacionada con el sexo y la desmasculinizaba. Pero, como otros investigadores han señalado, las ratas no son seres humanos.4 Del mismo modo, los descubrimientos de Le Vay se han dado a conocer en medio de gran agitación de la prensa, aunque los investigadores mismos son honestos sobre sus prejuicios y tienen reservas por lo que postulan.6 La Vay, después de observar los cerebros de 41 cadáveres de seres humanos, de los cuales l9 eran de homosexuales, concluyó que el área del hipotálamo —a la que se adjudica el gobierno de la actividad sexual— es mis pequeña en los hombres homosexuales que en los heterosexuales. Como el mismo admitió, su descubrimiento no establece ninguna relación de causa a efecto. En consecuencia, el significado de ese estudio está abierto al debate. 7

En diciembre de 1991, el promotor de los derechos de los homosexuales. Michael Bailey y el psiquiatra Richard Pillard publicaron un estudio sobre hermanos mellizos. Al explicar su investigación, Pillard dice que cree que los descubrimientos de un componente genético en la orientación sexual implican que “no se trata de una falta y no es su culpa”. Además, cree que los resultados de la investigación van a desaprobar los argumentos homofóbicos.8Bailey y Pillard estudiaron diferentes tipos de mellizos: idénticos, con idéntico código genético, y fraternos, cuyos códigos genéticos difieren. Su investigación mostró que si un mellizo idéntico es homosexual, las posibilidades de que el otro sea homosexual son tres veces mayores que las de los mellizos fraternos, lo cual, sostienen ellos, sugiere una conexión entre la homosexualidad y la genética. Sin embargo, otros investigadores son escépticos.

Muchos homosexuales extraen las siguientes conclusiones de este tipo de investigación:

  • Las homosexuales nacen homosexuales.
  • Por lo tanto, la homosexualidad es normal, una condición “natural”.
  • Lo que es normal no puede ser inmoral.
  • Por lo tanto, las prohibiciones contra los homosexuales no tienen sentido.

Sin embargo, otros homosexuales rechazan esta línea de pensamiento, asegurando que ellos eligieron el estilo de vida homosexual por propia y libre voluntad. Ven con desprecio la búsqueda de las causas de la homosexualidad, porque implicaría tácitamente que esta orientación es anormal, cualquiera sea la causa. Este último grupo de homosexuales parece considerar que la investigación de las causas genéticas para la homosexualidad es hasta ahora inconclusa. Adicionalmente, los estudios señalan un grupo considerable de condiciones causadas genéticamente que nadie puede calificar como “normales”. La investigación de la Ciudad de la Esperanza, por ejemplo, sugiere fuertemente que el alcoholismo es un problema genéticamente condicionado.9 Lo mismo es cierto con la esquizofrenia.

Como lo señalara acertadamente Joe Dallas: “En lugar de continuar el debate de la herencia genética frente a la influencia social sobra los orígenes, debemos preguntamos si la homosexualidad es deseable, saludable y moral, sin importar qué factores conduzcan a su existencia”.10 No podemos concluir que el tener un origen genético haga que la condición sea “natural”, porque si lo fuera, los defectos de nacimientos serían considerados naturales y normales.

Todos hemos nacido con inclinaciones y tendencias que futuras investigaciones pueden revelar como relacionadas genéticamente. Pero de ningún modo la Biblia implica, que tales inclinaciones o tendencias invaliden las prohibiciones contra su exteriorización en formas inmorales o faltas de ética. En cuanto a lo que concierne a las Escrituras, las inclinaciones y tendencias de cualquier clase no son pecados por los que seamos personalmente responsables sino que simplemente son parte de la depravación general de la humanidad desde la caída. Pero todos somos responsables por lo que hacemos con nuestra depravación. Sobre este principio se basa toda la justicia humana o divina. Si no fuera así, la interacción humana se tomaría un lodazal de incertidumbre, adivinación y especulación. Desde la perspectiva bíblica, no importa realmente cómo arribamos a una condición, tendencia o inclinación sino cómo actuamos al enfrentarnos con inclinaciones tales como el alcoholismo, la atracción hacia el mismo sexo, la adicción a las drogas o los pensamientos o sentimientos concupiscentes.

¿Actos o abusos homosexuales?

Las publicaciones en favor de los homosexuales sostienen a menudo que la Biblia no condena la homosexualidad sino que lo que condena es el abuso homosexual como lo es la violación, la explotación, la violencia y la idolatría. (Debido a los límites de este artículo no podernos explorar esta cuestión en detalle, pero los interesados en un estudio más detallado pueden referirse a “Lecturas adicionales”, que aparece más adelante.) La literatura pro-homosexual intenta establecer su tesis de tres maneras.

Primero, en textos que asocian claramente los actos homosexuales con violación y violencia, esos autores ven sólo la condenación de la violación y la violencia, no la de los actos homosexuales. En el relato de Sodoma, por ejemplo, son la violencia y los otros pecados los que se castigan y no la homosexualidad. Algunos incluso sugieren que la palabra conocer no se refiere a las relaciones sexuales, sino simplemente a conocerse (Génesis 19:4-10). El mismo argumento se aplica а Jueces 19: 22-25 y aseveran que las leyes mosaicas tales como las de Levítico 18:22 y 20:13 condenan la idolatría, no la homosexualidad, concluyendo que las Escrituras no condenan un acto homosexual amoroso si no es idólatra.

Esto nos lleva al segundo argumento que respalda la tesis de que la Biblia no condena el estilo de vida homosexual pues en la narración bíblica hay numerosas relaciones que se alega son homosexuales no condenadas explícitamente. Entre éstas se hallan, supuestamente, la relación homosexual de David y Jonatán (1 Samuel 18:1; 10:1; 20:30), que no recibe condenación en las Escrituras porque, dicen, se trataba de una situación de amor mutuo que no involucraba violencia ni idolatría. Este, arguyen, fue también el caso de Ismael e Isaac (Génesis 21:9). Ruth y Noemí (Ruth 1:l6, 17) y José y Potifar (Génesis 39) y algunos aun incluyen a Nabucodonosor y Daniel (Daniel 2,4).

Veamos ahora el tercer y último punto: cómo explicar los textos bíblicos que desaprueban los actos homosexuales y no pueden ser interpretados como refiriéndose a violencia, violación o idolatría (por ejemplo. Romanos 1:26-28). Al considerar estos textos, la literatura en favor de la homosexualidad distingue entre homosexuales invertidos y pervertidos. Según esta interpretación, la epístola a los Romanos no se refiere a la relación homosexual “natural”, “normal” o “permanente”, que involucra una relación amorosa. En este caso Pablo se refiere a los que no son homosexuales permanentes, porque declara que aquellos que lo hacen van contra la naturaleza. Sin duda está hablando de heterosexuales pervertidos que se comprometen en actos homosexuales concupiscentes. Suponen ellos que la Biblia desaprueba solamente la explotación, la prostitución y la lujuria homosexual desencadenada. Argumentan ellos que Pablo ignoraba la distinción entre invertido-pervertido, por lo que tendía a englobar todas las actividades homosexuales. Pero, por supuesto, uno no puede tener las dos cosas a la vez. ¿Cómo podría decir Pablo que ellos lo hacen contra su naturaleza si era ignorante de tal distinción?

Es aquí donde el argumento genético se torna extremadamente importante para los homosexuales. Este punto de vista les permite asegurar que la tendencia homosexual es “natural”. Si esto es cierto, entonces Pablo sólo condena lo que es “contra la naturaleza”.11 Un estudiante de la Biblia respondería que lo “natural” o “contra la naturaleza” en Romanos se refiere a la intención original de Dios en la creación, no a condición alguna después de la caída (Génesis 1:27; 2:18; 14).12 Todas las condiciones humanas ahora están corrompidas y son más o menos “antinaturales”.

Los estudiantes concienzudos de las Escrituras no se van a convencer fácilmente de que los textos del Antiguo Testamento contra la homosexualidad activa no sean válidos. Los relatos de Sodoma y Gabaa (Génesis 19:4-10; Jueces 19:22-25) muestran violaciones homosexuales violentas. Sin embargo, las Escrituras condenan tanto la violencia como la homosexualidad. En Levítico 18:22 y 20:13 se condena claramente el echarse con un varón. El hecho de que sea llamado abominación no indica sólo condenación а la idolatría. Desde el punto de vista bíblico, se condena tanto la idolatría como las prácticas asociadas con ella. 13 Algunos han sugerido que Cam asaltó homosexualmente a su padre; sin embargo la maldición de Noé sobre Cam no provee ninguna base para inferir la aprobación de tal acto (Génesis 9:20-27).

En el Nuevo Testamento, la mayoría de las referencias contra la homosexualidad aparecen en listas de vicios tales como la de 1aCorintios 6:9-11. La mayoría de esos pasajes no tienen ni violencia ni idolatría. Ese es el caso en Romanos 1:26-28, donde el mismo acto homosexual se describe como vicioso. No se puede sustentar aquí la idea que Pablo condena sólo a los pervertidos y no a aquellos para quienes la homosexualidad es “‘natural”.14 Es más, los consistentes testimonios de la literatura judeo-cristiana se oponen al estilo de vida homosexual.

Una mirada de cerca a Romanos 1

El argumento común contra los textos del Nuevo Testamento es la teoría invertido-pervertido, tal como se la describió anteriormente. Se dice que en Romanos 1:24-28 Pablo se opone al abuso homosexual, no a los actos homosexuales que pretenden ser naturales para los individuos. Como ya se lo notó, los dos términos claves en esos versículos son las expresiones natural y no natural, y mucho depende de lo que quiere decir Pablo. El misterio de la cuestión se halla en las fuentes que Pablo alude al asegurar que la homosexualidad es no natural. 15

El contexto claramente demuestra que Pablo usaba el griego, particularmente términos éticos estoicos. Pero el apóstol no usa los términos y conceptos de la misma manera que lo hicieron los estoicos. Probablemente Pablo define el vocablo naturaleza como el orden providencial del mundo. Sin embargo, para los panteístas estoicos la naturaleza era Dios. Creían que la existencia transcurría por siempre sin fin en ciclos siguiendo una “ley” fija o “fórmula” llamada logos. Por otro lado, el Dios de Pablo estaba por encima, trascendente y separado de la naturaleza. Para Pablo, desde la caída la naturaleza no era determinante para la esencia humana. Desde su perspectiva, el apelar a la naturaleza en un mundo caído para determinar lo que una persona debería o no debería hacer es en el mejor de los casos relativo, y en el peor, inútil. En la naturaleza, sólo se pueden hacer distinciones relativas entre lo natural y lo no natural.

Pablo no comparte los conceptos de los estoicos sobre la autoridad absoluta de la naturaleza y el determinismo. Para él no hay naturaleza que esté separada de Dios ni que pueda identificarse con él. Pablo enseñó que sólo la intención original de Dios para la humanidad puede considerarse determinante al definir su esencia y que Dios reveló su voluntad en las Escrituras. Es difícil ver qué otra cosa quería decir Pablo en este texto si no es el mundo y la humanidad como pensada y creada por Dios; el ser “no natural” es una consecuencia de la caída, y por lo tanto, no es la intención de Dios para la sexualidad humana. El deslizamiento cósmico de la caída y la degradación de la humanidad descripta en el primer capítulo de Romanos incluye tanto a los judíos como a los gentiles. En este contexto no se trata la homosexualidad meramente como una expresión de culto idólatra. Antes bien ambas desviaciones están asociadas con las consecuencias de no considerar el diseño y las intenciones del Creador. Como lo declara D. Field:

Al escribir sobre “relaciones naturales” Pablo no se está refiriendo a hombres y mujeres individuales. Su consigna es mucho más amplia. Está retrotrayendo el argumento, mucho más radicalmente, a los hombres y mujeres como Dios los ha creado. Por “no natural” quiere decir “no natural a la humanidad en el modelo de la creación de Dios”. Y el modelo está comprendido claramente como heterosexual. Así la distinción entre lo pervertido y lo invertido (que, de todos modos, Pablo difícilmente hubiera hecho) no tiene sentido. “16

¿Quién es mi prójimo?

Hasta ahora hemos hablado de la homosexualidad mayormente de manera abstracta. En la vida real nunca aparece de esa manera; siempre hay involucradas una o varias personas. Muchos cristianos hablan extensamente sobre la homosexualidad como si fuera algo de otro planeta. Generalmente esto ocurre porque tales personas fallan en distinguir entre el homosexual activo y posiblemente promiscuo y la persona con inclinación homosexual que no es sexualmente activa. Por lo tanto la idea de encontrarse con un homosexual adventista es, para decirlo suavemente, muy desagradable. Cuando nos encontramos con un homosexual descubrimos que es como nosotros: un ser humano con esperanzas, planes, sueños y deseos. Para muchos esto es demasiado íntimo como para que uno se sienta cómodo. A menudo revela la ambivalencia y la vulnerabilidad de sus propios impulsos sexuales. La así llamada homofobia a menudo es temor a uno mismo o temor a lo desconocido. El temor construye murallas; el amor, puentes.

En mi primer año de ministerio pastoral se me acercó un hombre joven aproximadamente de mi edad y me confió sus inclinaciones homosexuales. Era docente en una escuela de varones con internado. Quería ser moral y éticamente responsable con los adolescentes a su cargo, pero confesó que tenía conflictos. Aunque no puedo recordar haber tenido una imagen previa hacia los homosexuales, los debo haber estereotipado como estúpidos, asquerosos y sucios. Mi primera reacción fue de incredulidad. Tenía delante de mí a un joven devoto, consciente, inteligente y bien educado, que estaba comenzando su carrera profesional. Pero él no podía ser un homosexual: ¡era demasiado parecido a mí! Yo era demasiado joven e inexperto para ofrecerle consejo profesional. Recuerdo que nos paramos bajo los árboles, al reparo de la llovizna y revisamos sus opciones, de amigo a amigo. Una posibilidad era entrenarse como ministro, de modo que pudiera servir a otros grupos que no fueran sólo muchachos jóvenes. Y eso es lo que hizo finalmente. Se convirtió en un ministro adventista de éxito y todavía lo es.

Cuando el joven intérprete de la ley quiso saber cómo obtener la vida eterna (Lucas 10:25-37), Jesús provocó la respuesta del mismo joven, que citó de las Escrituras: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. El joven intérprete de la ley quería parecer bueno, así que preguntó: “¿Quién es mi prójimo?” La respuesta de Jesús, la parábola del buen samaritano, ilustra que el prójimo de uno puede ser alguien a quien nuestra sociedad y nuestra iglesia haya tratado con prejuicios. Cuando Jesús terminó su historia, le preguntó al joven: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?” El joven prejuiciado no pudo decir el nombre samaritano con sus labios, entonces dijo: “El que usó de misericordia con él”. Jesús dijo: “Vé, y haz tú lo mismo”.

Como cristianos adventistas, exaltamos la inspiración y la autoridad de la Biblia. No aceptamos el estilo de vida homosexual activa como una alternativa cristiana. Lo rechazamos no simplemente por las declaraciones negativas de las Escrituras que lo condenan. También lo repudiamos por las muchas declaraciones de la Biblia que describen el estilo de vida heterosexual como el plan de Dios para la sexualidad humana. Si la creación y la caída —como las describen las Escrituras— representan con exactitud nuestra condición, entonces afirmar que las relaciones homosexuales son “naturales” es afirmar que la caída es buena. En ese caso no tendríamos necesidad de la redención y podríamos descartar las Escrituras como irrelevantes.

Muchos cristianos se ofenden por los intentos de la literatura homosexual de revisar los testimonios bíblicos. Como observa Jones: “La única manera de neutralizar los testimonios bíblicos contra la conducta homosexual es malinterpretar groseramente la Biblia o socavar su autoridad. Los defensores del movimiento ‘cristiano homosexual’ tienden a hacer ambas cosas”.17

Por otro lado, la Biblia no da a la iglesia el mandato de tratar al individuo con inclinación homosexual como un pecador peor que cualquier otro. Si alguien que tiene problemas de alcohol o de drogadicción tiene una recaída, estamos allí prontamente con nuestro amor cristiano para intensificar nuestra ayuda y cuidado por ese individuo. Lo mismo debería ser cierto para con el homosexual.

Ninguno de nosotros debe desestimar el poder de Dios para cambiar y sanar las vidas. Nuestros temores mórbidos y a veces exagerados y nuestro odio por los pecados homosexuales nunca se deben transferir al individuo que está luchando con la homosexualidad. Si la iglesia está para ministrar a los pecadores homosexuales como lo hace con otros pecadores, entonces debe ser un lugar donde aquellos que experimentan el deseo homosexual puedan sentirse bienvenidos. Debe ser para ellos un “santuario” donde puedan recibir piadosamente apoyo, ayuda y aceptación.

Fuente: https://dialogue.adventist.org/es/2723/homosexualidad-una-perspectiva-biblica

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Notas y Referencias

  1. Elizabeth R. Moberly, Homosexuality: A New Christian Ethic (Cambridge: James Clarke and C., 1991).
  2. R. Bayer, Homosexuality and American Psychiatry: The Politics of Diagnosis (New York: Basic Books. 1981). p. 167 Aunque la desaparición de la homosexualidad del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Illness (Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales) fue una respuesta a un voto minoritario de los miembros de APA. todavía se ve a la homosexualidad como patológica. Unos cuatro años después del voto un survey encontró que el 69% de los psiquiatras creían que la homosexualidad “representa una adaptación patológica”.
  3. I. L. Ward, “Prenatal Stress Feminizes and Demasculinizes the Behavior of Males”, Science, 175 (1972), p 82.
  4. I. L. Ward, “The Prenatal Stress Syndrome: Current Status,” Psychoneuroendocrinology, 9 (1984), p. 9. Ward misma concluye: “Queda por determinar si el modelo se mantiene o no al subir en la escala filogenética. Se debe tomar con precaución la conclusión optimista de Dorner y otros de que este síndrome provee una explicación directa de la homosexualidad en seres humanos masculinos”.
  5. S. Le Vay, “A Difference in Hypothalamic Structure Between Heterosexual and Homosexual Men”, Science. 253 (August 1991), pp. 1034-37.
  6. Newsweek (24 de febrero de 1992), pp. 46ss. Le Vay es un neuro-científico con el Salk Institute de La Jolla, California. Le dijo a Newsweek que después que su amante murió de SIDA quiso hacer que la ciencia sea relevante para ser homosexual; por ejemplo, encontrar una causa prenatal para la homosexualidad. Para él esta era una búsqueda tan importante que abandonaría su carrera científica si no la encontraba.
  7. Ibid. Los científicos ni siquiera están de acuerdo en cómo medir esta porción del cerebro: si medirla por tamaño o por número de neuronas. Otro científico del Salk Institute señala que no se sabe si la homosexualidad causa la estructura diferente del cerebro o si ésta causa la homosexualidad. Además, la única evidencia de que los 19 cadáveres eran homosexuales fue obtenida de la información de los archivos. Esto deja abierta la pregunta sobre la orientación sexual de los otros sujetos del estudio. Estrictamente hablando, lo que se desconoce en función de este estudio se asume que es heterosexual.
  8. J. M. Bailey, R. C. Pillard, “A Genetic Study of Male Sexual Orientation,” Archives of General Psychiatry. 48 (Diciembre de 1991), pp. 1089-1095. Ver también C. Holden. “Twin Study Links Genes to Homosexuality”. Science. 225 (Enero de 1992). p. 33.
  9. Esta es una pieza importante de investigación que ha recibido una cobertura limitada de la prensa, en comparación con la investigación sobre homosexuales. Nadie está promoviendo el estilo de vida del alcoholismo ni nadie aboga por los derechos de los alcohólicos ni nadie lo considera como una condición normal porque sea causada genéticamente.
  10. Joe Dallas. “Born Gay?” Christianity Today, 36 (June 1992), p. 23.
  11. D. S. Bailey, Homosexuality and the Western Christian Tradition (Hamden. Conn.: Shoe String Press, 1975), pp. 1-5.
  12. Otros autores combatirían este argumento señalando 1a. Corintios 11:14, “La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?” La “naturaleza” aquí parece significar no más que una costumbre social. La palabra naturaleza, por supuesto, tiene muchos significados y cada uno debe ser interpretarlo en su contexto.
  13. Ver Deuteronomio 23:17, 18; 1o. de Reyes 14:23, 24.
  14. Esto podría también ser cierto en 1a. Corintios 6:9,10 y 1a. Timoteo 1:8-10.
  15. Pablo usa los términos para phusin (contra, al lado, o contrario a la naturaleza), y kata phusin (acorde con la naturaleza), Estas palabras griegas se usan comúnmente para expresar un juicio ético sobre la homosexualidad. Esto es cierto en Platón (Leyes 1. 636; VIII, 841). La literatura helénica generalmente se refiere a la homosexualidad como algo no natural: por ejemplo: Diodoro Siculo, Historia, 32. 10, 8-11; Dionisio de Halicarnaso, Antigüedades Romanas. 4. 2-3; Musonio Rufo. Frag. XII; Flavio Josefo. Contra Apion. II. 273.275. Para un análisis más detallado ver R. M Springctt, Homosexuality in History and the Sciptures (Washington. D.C.: Bíblical Research Institute, 1988), pp. 126-131.
  16. D. Field. The Homosexual Way: A Christian Option? (Bromecote, Notts., England: Grove Books, 1989), p. 16.
  17. 17. S. L. Jones, “The Loving Opposition”, Christianity Today. July 19. 1993, p. 24.

Lecturas adicionales

  • D. Atkinson, Homosexuals in the Christian Fellowship (Grand Rapids, Mich.: William B. Eerdmans Pub. Co., 1979).
  • P. Coleman, Christian Attitudes to Homosexuality (London: SPCK, 1980).
  • S. Kubo, Theology and Ethics of Sex (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Assn., 1980).
  • R. F, Lovelace, Homosexuality and the Church (Old Tappan, N.J.: Fleming H. Revell Co., !978).
  • E. A. Malloy, Homosexuality and the Christian Way of Life (Lanham, Md.: University Press of America, 1981).
  • E R. Moberly, Homosexuality: A New Christian Ethic (Cambridge: James Clarke and Co., 1991).
  • J. I. Yamamoto, ed., The Crisis of Homosexuality (Whcaton, III.: Victor Books, 1990).