El libro apócrifo de Sabiduría

Autor y destinatarios

Efectivamente, el autor de este libro es desconocido. Algunos sugieren que pudo haber sido el rey Salomón, hijo de David. ¿Por qué esta hipótesis? Principalmente debido a la asociación histórica de Salomón con la sabiduría. Sin embargo, esta conclusión es discutible, ya que la reputación de alguien no es suficiente para determinar la autoría de un libro. En realidad, como dijeron Lefèvre y M. Delcor,[1] colocar a Salomón como autor “no puede tratarse más que de un procedimiento literario, muy extendido en la realidad para dar a una obra anónima una gran autoridad”.

Quienes creen que Sabiduría lo escribió Salomón, alegan que también él habría escrito ProverbiosEclesiastés y Cantar de los cantares. Ellos sostienen que, así como el contenido de estos tres libros tiene que ver con la “sabiduría”,[2] Sabiduría lo pudo haber escrito el hijo de David. No obstante, no hay evidencia alguna para señalar que lo escribió Salomón.

Entonces ¿quién lo escribió? Daniel Doré[3] argumenta que el autor de Sabiduría habría sido un maestro de uno de los centros de enseñanza judío de Alejandría, alrededor del siglo II a.C.; aproximadamente entre los años 200 y 150, y que pertenecía a la comunidad judía de Alejandría. Doré presenta 5 argumentos para proponer tal aproximación:[4]

  1.  El libro es verosímilmente anterior a la obra de Filón de Alejandría (¿-20? a 54).
  2.  Los contactos con la cultura griega, la filosofía helenística y las religiones mistéricas se evalúan ahora con mayor precisión.
  3. El libro no refleja una persecución abierta contra la comunidad judía, sino más bien la apostasía de algunos, que hacen causa común con griegos libertinos.
  4. Las alusiones al culto de los soberanos (Sab 14:17) y a la pax romana (Sab 14:22) pueden corresponder perfectamente al reinado de Augusto.
  5. Finalmente, un estudio del vocabulario raro o de las palabras que aparecen aquí por primera vez en la literatura griega, añade algunas confirmaciones.

Hay quienes sugieren que fue escrito en el primer siglo antes de Cristo. Con todo, aún no se sabe el nombre de dicho autor. Algunos han sugerido Filón, Apolo (compañero de Pablo), Jesús (hijo de Sirá), Alejandrino, etc. En realidad, el autor es anónimo y de composición tardía.[5] Por cuanto al idioma, Sabiduría fue escrito en griego y no en hebreo.

Según sus capítulos 1:1 y 6:1, Sabiduría fue escrito para los gobernantes y reyes de este mundo, y refleja la apostasía de algunos judíos alejandrinos. Todo parece indicar que, en ese tiempo, muchos judíos helenos habrían estado contaminándose con los cultos paganos. Recuérdese que en Alejandría había una confluencia de la tradición helena y hebrea; con más influencia griega por supuesto.[6]

El contenido de Sabiduría tiene que ver con proverbios, exhortaciones, meditaciones, diálogos e instrucciones que reflejan la realidad de la vida; por ello, se ha definido su género literario como una exhortación didáctica, “protréptica”, género muy difundido en el mundo helenístico.[7]

Argumentos en favor de Sabiduría

Como se indicó, su contenido tiene que ver con exhortaciones, proverbios y meditaciones. Por tanto, su punto más fuerte sería el conjunto de enseñanzas con el fin de que la persona alcance la sabiduría. En realidad, Sabiduría es una obra de “educación y de instrucción”.[8] Por ejemplo:

  1. Se invita a buscar a Dios (1:1).
  2. Se enseña el poder y la misericordia de Dios (9:1-6, 9-11)
  3. Se promociona buscar la sabiduría (8:2) y así ser justos (2:23; 3:1, 15; 6:19).
  4. Insiste en que busquemos la inmortalidad feliz con Dios (8:13).
  5. Se enfatiza de que de Dios viene la sabiduría (7:25).

Entonces, su mayor argumento en favor es su contenido moral, que tiene que ver con justicia, rectitud y sabiduría. Sus consejos, sobre todo de buscar a Dios, posiblemente ayudaron a los judíos que estaban apostatando en ese tiempo (s. II a.C.).

Argumentos en contra de Sabiduría

Los argumentos en contra de la canonicidad de este libro están relacionados, en primer lugar, con su aceptación en el canon. Tanto los judíos rabínicos como los protestantes optaron por no incluirlo en el canon, posiblemente debido a que estaba presente únicamente en la Septuaginta y no tenía un origen hebreo o arameo claro. Por esta razón, la Sabiduría fue considerada como «apócrifa» y «deuterocanónica» por judíos y protestantes, ya que este libro no forma parte del canon palestino, pero sí del canon alejandrino.

Otro de los puntos en contra es la influencia helena o griega en el autor de Sabiduría, sobre todo en asuntos antropológicos. Por ejemplo, Leonor Drihberg asegura que hay influencia platónica por cuanto a la dualidad del ser humano y su comprensión de la “retribución”.[9] En Sabiduría 9:15 se registra lo siguiente: “el cuerpo mortal es un peso para el alma; estando hecho de barro, oprime la mente, en la que bullen tantos pensamientos”. Según Sabiduría, el ser humano no es de naturaleza holística, tal como lo entendieron los escritores veterotestamentarios como Moisés, sino dual (cuerpo y alma). Con el texto en mención, se da a entender que el cuerpo sería como una cárcel del alma, tal cual lo entendía Platón.

Por supuesto, el autor de Sabiduría, al tener influencia platónica, sí o sí tenía una perspectiva errada sobre la inmortalidad y la resurrección (6:18-19). Sabiduría sí habla de la inmortalidad o la vida eterna, más no alude a una resurrección corporal. Más parece que, según Drihberg, su autor da lugar a una resurrección espiritualizada, tratando de “conciliar la noción griega de la inmortalidad y las doctrinas bíblicas de la resurrección corporal”.[10]

Otro asunto cuestionable es que Sabiduría apoya la inmortalidad del “alma”. En Sabiduría 2:23 dice: “En verdad, Dios creó al hombre para que no muriera y lo hizo a imagen de su propio ser”. Sabiduría 16:13-14 avala también la inmortalidad del alma; por supuesto, entendida desde una perspectiva platónica.[11] Eso sí, “a diferencia del pensamiento griego, que defiende que la inmortalidad se logra por la práctica de la filosofía y el ejercicio de las virtudes cívicas, el libro de la Sabiduría interpreta que la inmortalidad es un don de Dios”.[12] Sabiduría trata de conectar la inmortalidad del alma y la rectitud.

Concluyendo esta parte, lo más cuestionable y criticable del libro de Sabiduría tiene que ver con lo antropológico y lo escatológico, que han sido entendidos desde una perspectiva griega y no hebrea. Recuérdese que una de las características principales para identificar a un libro como inspirado por Dios, es la unidad literaria y de pensamiento, el hecho de que el escritor inspirado no contradiga a los profetas también inspirados por el Espíritu Santo. El problema es que Sabiduría contradice a los profetas bíblicos. Por ejemplo, mientras Sabiduría sostiene la inmortalidad del alma, el rey Salomón, en Eclesiastés 9:5-10, señala que no hay vida después de la muerte. No solo eso, Génesis 2:7 indica que el hombre es un “ser viviente” o “alma viviente”; por tanto, y a la luz de Ezequiel 18:20, nosotros no tenemos un alma, sino que somos un alma; unidos holísticamente por cuerpo y espíritu. Mientras los profetas bíblicos presentan una unidad indivisible de cuerpo y espíritu, el libro de Sabiduría avala la unidad divisible de cuerpo y “alma”. Las presuposiciones del autor de Sabiduría son griegas (platónicas), no hebreas.

Ya se vio lo antropológico ¿en qué afecta lo escatológico? Por cuanto a la resurrección. Mientras Sabiduría apunta a una resurrección espiritual, el Nuevo Testamento, incluyendo el AT, enseñan una resurrección indivisible de cuerpo y espíritu. Como el ser humano murió, ese mismo ser, holísticamente, resucitará; por ejemplo, esto lo evidencian Pablo en 1 Tesalonicenses 4:13-18 y el profeta Daniel, en su capítulo 12:1-2. El pensamiento bíblico sobre la resurrección del ser humano contradice substancialmente lo registrado en Sabiduría.

Clasificación y uso

Entre los cánones que existen en el cristianos, están el palestino y el alejandrino. El canon palestino es aquel que usa el protestantismo, conformado por 39 libros. El canon alejandrino es el que usa, por ejemplo, la Iglesia Católica y Ortodoxa, que incluye Sabiduría, Tobías, Macabeos, etc. Los libros que están en el alejandrino, pero que no están en el palestino, son llamados por los protestantes como “apócrifos”; y en el caso del catolicismo, ellos prefieren nombrarlos como “deuterocanónicos” (que pertenecen a un «segundo» u «otro» canon). El autor de este blog se inclina por lo “apócrifo”, ya que registra herejías como la inmortalidad del alma.

En el canon alejandrino, Sabiduría es considerado sapiencial, porque aborda el tema de la sabiduría, y está en el grupo de los Libros sapienciales como Salmos, Job, Proverbios, Cantares y Eclesiastés. Por supuesto, su uso es doble: 1) para apoyar una experiencia moral y religiosa; sobre todo, en la búsqueda de la sabiduría divina; y 2) para promover la inmortalidad del alma. Por ejemplo, los católicos recurren a Sabiduría para avalar la inmortalidad incondicional del alma. Esto se evidencia, por ejemplo, en el siguiente sitio web: https://es.catholic.net/op/articulos/29857/cat/872/el-alma-es-inmortal.html#modal


Referencias:

[1]Introducción crítica al Antiguo Testamento, Henri Cazelles, ed. gen. (Barcelona: Editorial Herder, 1989), 780.

[2]Se considera también a Job como un libro cuyo contenido tendría que ver con la sabiduría; pero, no se le atribuye a Salomón su autoría, sino a Moisés.

[3]El libro de la Sabiduría de Salomón (Navarra: Verbo Divino, 2003), 9. La postura de Doré es sostenida hoy, por muchos teólogos.

[4]Ibid.

[5]Lefèvre y Delcor, 781.

[6]Ibid., 786.

[7]Ibid., 785.

[8]Doré, 10.

[9]“El libro de la Sabiduría”, Cuadernos Judaicos 13 (1984): 44-65.

[10]Ibid., 52.

[11]Sobre la influencia helena en Sabiduría 16:13-14, ver Wilton Gerardo Sánchez, “El influjo helenista en Sabiduría 16, 5-14”, Franciscanum 163/lvii (2015): 259-302.

[12]Josep Maria Solà, “La sabiduría camino de la inmortalidad”, Catalunyareligió, https://www.catalunyareligio.cat/es/blog/mirant-text/30-10-2014/sabidur-camino-inmortalidad-63728  (consultado: 13 de mayo de 2021).