El juicio que se menciona en Apocalipsis 14:7 incluye: (1) el juicio pre-advenimiento y (2) la segunda venida de Cristo. Ambos elementos son inseparables en la proclamación del mensaje del primer ángel.
El juicio investigador
El juicio que proclama el primer ángel es el mismo de Daniel 7:9-11 (cf. Dn 8:14). En este capítulo aparece un cuerno pequeño que gobierna y persigue por 3½ tiempos. Luego de este período de persecución, se inicia el juicio (v. 9), y después sucede la venida del Hijo del Hombre. En Daniel 8 ocurre algo similar, el cuerno pequeño pisotea al santuario y a los santos (v. 12). Después de esta actitud, específicamente al terminar las 2, 300 tardes y mañanas, se realiza la purificación del santuario (v. 14). Al hacer paralelismo entre Daniel 7 y 8, tanto el juicio del capítulo 7 como la purificación del santuario del cap. 8 comienzan en la misma fecha, a saber, al culminar las 2 300 años; es decir, en 1844 DC. A partir de este año se juzga a los santos y al cuerno pequeño, y se purifica a estos mismos santos y al santuario celestial.
¿En qué consiste el juicio y la purificación que describen Daniel 7 y 8? Para comprender mejor ambos aspectos, se debe buscar un evento en que se juzgue y se purifique, al mismo tiempo, al santuario terrenal y a los hijos de Dios. Este evento, específicamente, es el “Día de expiación” de Levítico 16. En este día, Dios juzgaba y purificaba a los israelitas y al santuario. En Levítico 16:16, 30, 33-34 se lee:
Hará, pues, expiación por el lugar santo a causa de las impurezas de los hijos de Israel […] así hará también con la tienda de reunión que permanece con ellos en medio de sus impurezas […] porque en este día se hará expiación por vosotros para que seáis limpios; seréis limpios de todos vuestros pecados delante del Señor […].
Doukhan (Secretos de Daniel, 129), al respecto, indica:
Hasta el día de hoy, los judíos celebran el Kippur como un día de juicio o de expiación. Durante todo el año uno se puede olvidar de Dios y de la religión, y cometer delitos. Pero hasta el villano más grande, si es judío, se arrepentirá el Día de Expiación y temblará al sonido del shofar, la señal del juicio divino. Los judíos identifican al Kippur con el Día del Juicio.
En este día, los judíos se presentaban ante Dios (en el santuario) para participar del juicio que él iba a emitir. Solo los que estaban arrepentidos de sus pecados y confiaban en la sangre del macho cabrío, en la intercesión del sumo sacerdote y en la misericordia y la justicia de Dios, eran purificados (un juicio “a favor de los santos”, cf. Dn 7:22). No obstante, los rebeldes eran condenados (Lev 23:29-30). De esta manera, se veía tanto la justicia como la misericordia divinas.
El día de expiación, a la luz de Daniel 8:14 y 7:9-11, tiene una cosmovisión escatológica. Así como se purificaba el santuario terrenal en este día, de la misma forma el santuario celestial es purificado en Daniel 8:14. Y así como se juzgaba al pueblo el 10 de Tishri, también los santos son juzgados en Daniel 7:22. Al respecto, Roy Gane declara: “No es simplemente un día ceremonial oficiado por un sumo sacerdote israelita; esto es un clímax escatológico ante una lucha cósmica sobre el señorío y la adoración” (“Judgment as Covenant Review”, JATS 8, no. 1-2 [1997]: 184).
Teniendo estas consideraciones, se puede comprender mejor el juicio que proclama el primer ángel:
(1) En este juicio incluyen los santos y los rebeldes. Los santos, según el contexto de Apocalipsis 14, son aquellos que aceptan el evangelio eterno (14:6) y “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (v. 12). En el caso de los rebeldes, son los que han rechazado la verdad del evangelio, pisotean la ley de Dios y desconfían del “testimonio de Cristo” (a la luz de Daniel 7 y 8, el juicio, también, lo recibe el cuerno pequeño [el anticristo]).
(2) El juicio es a favor de los santos y en contra de los rebeldes. Los santos no deben sentir miedo ante el juicio, por el contrario, deben estar siempre regocijados al saber que este acto es a favor de ellos (Dn 7:22). Los únicos que deben sentir pavor son los impenitentes. Por tanto, este juicio es para salvación.
(3) En este juicio se revela la misericordia y la justicia de Dios tanto para los santos como para los rebeldes.
(4) Aquellos que han participado de este juicio y llegaron a ser declarados justos, mostrarán los frutos respectivos.
(5) El principal objetivo de este juicio, según Roy Adams, es la vindicación de Dios, de su santuario y de los santos (The Sanctuary: Understanding the Heart of Theology [Hagerstown, MD: Review and Herald, 1993], 128). Gracias a este proceso, los seres celestiales declararán: “Porque sus juicios son verdaderos y justos” (Ap 19:2), mostrándose así la justicia y la misericordia de Dios ante los seres no caídos.
Por medio de este juicio, el remanente invita a los moradores de la tierra a aceptar o a rechazar la salvación; a ser partícipes de este juicio con el fin de que Dios los declare justos. Recuérdese que sin la justicia de Cristo nadie podrá ir al cielo. Precisamente, aquella justicia es imputada e impartida gracias al acto redentor que Cristo efectuó en la cruz y a su labor mediadora y judicial en el santuario celestial.
La segunda venida de Cristo
Como se mencionó, el “juicio” que proclama el primer ángel incluye el juicio pre-advenimiento y la segunda venida de Cristo. El remanente no solo proclama lo que Dios está haciendo ahora por nosotros (desde 1844 DC), sino también lo que él hará cuando regrese por segunda vez. El advenimiento tiene, por lo menos, cuatro objetivos:
(1) Librar a los santos de la gran persecución. La Palabra de Dios menciona que antes del segundo retorno del Señor Jesús, habrá una terrible persecución que la causará el anticristo (el poder papal). Esta fue profetizada por Daniel (12:1), el Señor Jesucristo (Mt 24:21-22; Mr 13:19, 24) y el apóstol Juan (Ap 3:10; 7:14; 13:14-18). Esta persecución será acortada “por causa de los escogidos” (Mt 24:22).
(2) Dar el veredicto final del juicio pre-advenimiento. Desde el año 1844 DC, el Señor ha estado juzgando a cada persona que profesa ser hijo suyo. Este proceso judicial culminará con la parusía. Según el registro bíblico, el Señor vendrá solo para dar el veredicto, y para revelar quién irá para vida eterna y quién irá para muerte eterna (véase Jn 5:29; Heb 10:26-30; 2 Co 5:10; 1 P 4:17; Ap 20:12; 22:12).
(3) Revelar el poder y la gloria de Jesucristo. Cuando el Señor conversó con los del sanedrín, les dijo: “[…] os digo que desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder, y viniendo sobre las nubes del cielo” (Mt 26:64), indicando que los que le traspasaron le verán venir en gloria y majestad; ellos resucitarán en la segunda venida (Ap 1:7). El objetivo de esta “resurrección especial”, será mostrar la gloria de Cristo; la que, supuestamente, en el pensamiento judío del primer siglo, Jesús no poseía.
(4) Vindicar la justicia y la misericordia de Dios. La justicia y la misericordia de Dios fueron y están en tela de juicio. ¿Él es justo y misericordioso, o es injusto y no amoroso? En la cruz se observó tanto la justicia como el amor divinos. No obstante, no todo se respondió en el calvario. Precisamente, la segunda venida corroborará, una vez más, que el Señor es justo y amoroso a la vez. Por una parte, él llevará a sus hijos a la patria celestial; por otra parte, él juzgará a cada uno según sus obras. Al final de la cosas, todo ser viviente declarará: “PORQUE SUS JUICIOS SON VERDADEROS Y JUSTOS, pues ha juzgado a la gran ramera que corrompía la tierra con su inmoralidad, y HA VENGADO LA SANGRE DE SUS SIERVOS EN ELLA” (Ap 19:2).
Por medio de este mensaje, el remanente proclama la segunda venida gloriosa y visible del Mesías Jesucristo. El remanente no enseña el “rapto secreto”, puesto que no es bíblico; al contrario, prepara al mundo para un acontecimiento universal que “todo ojo lo verá” (Ap 1:7). En conclusión, el pueblo de Dios escatológico no debe dejar de predicar este mensaje judicial. El mundo no solo necesita el amor de Dios, también necesita recibir y permanecer con la justicia de Cristo, el cual es uno de los objetivos del juicio pre advenimiento. Asimismo, cada ser humano debe reconocer que el Señor Jesucristo vendrá pronto, y que se debe preparar desde ahora.