El mensaje del primer ángel también invita al mundo a “adorar al Creador”. No obstante, este no es un simple llamado a adorar; este implica: (1) adorarle únicamente a él, (2) adorarle en su día y (3) aceptar el relato literal de la creación.
1. Adorarle únicamente a Él
En un mundo donde el centro del universo y del conocimiento es el hombre, y en algunas religiones la naturaleza, el remanente proclama: “adorad al creador”. Este mensaje reconoce a Dios como el Originador y el Sustentador de las cosas (Heb 1:3). Como tal, la honra y la gloria son únicamente para él; esto implica que ni el hombre ni la naturaleza deben de autoproclamarse el centro del universo, mucho menos auto adorarse o dejarse adorar, o ser instrumento de adoración (Is 40:25). Este mensaje invita a adorar únicamente al Creador y no a la creación. Como declara Evis Carballosa:
La humanidad ha estado en rebeldía contra Dios. Los hombres han adorado ‘a las criaturas antes que al Creador’ (Ro 1:25). Los humanistas y racionalistas han atribuido la existencia del universo a causas fortuitas y han negado la misma existencia de Dios. Ahora, en la consumación de los siglos, los hombres son llamados a reconocer y adorar al soberano Creador del cielo y tierra (Hch 14:15-17)” (Apocalipsis: La consumación del plan eterno de Dios, 283).
En el contexto escatológico, que Dios sea el centro de la humanidad y no la creación es relevante, puesto que las dos bestias de Apocalipsis 13, que son poderes humanos (cf. Dn 7:17), exigirán adoración. Para lograr este objetivo, la primera bestia demandará que le adoren (vv. 3-5, 12-15) y la segunda bestia hará “grandes señales”, supuestamente divinas, con el fin de engañar a los moradores de la tierra (vv. 13-14) y así honrar a la primera.
Frente a esta situación, el remanente invita a “adorad al Creador”, y no a la bestia. Como todo lo creado vino de Dios, él es el único que debe ser adorado; no un ser humano, tampoco una imagen, mucho menos un muerto. Toda alabanza, obediencia y oración han de ser dirigidas al ser que nos creó, nos redimió y nos sustenta; y no a ningún ser creado, por más obrador de milagros que sea. Teniendo esto en cuenta, la batalla final tendrá como base las siguientes preguntas: ¿Quién es el centro del universo? ¿Quién debe ser adorado: las bestias espantosas de Apocalipsis 13 que hacen “señales prodigiosas” o Dios que hizo “los cielos y la tierra”?
2. Adorarle en su día
Existe un paralelismo entre el mensaje “adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” del primer ángel y Éxodo 20:4, 11. Este permite relacionar la adoración, el segundo y el cuarto mandamientos, lo que implica adorar a Dios en el día que él estableció como santo: el sábado. Este, como tal, es un memorial de la creación (Éx 20:8-11) y la redención (Dt 5:12-15) del hombre.
Por una parte, como memorial de la creación, toda persona, en este día, recuerda que vino a la existencia por obra de un creador, y que lo que él es y tiene, es gracias al infinito amor de Dios al darle y sustentarle la vida; por esta razón, la adoración es exclusivamente para el Señor. Como parte de esta adoración, cada humano, según el mandamiento, reposaría el día sábado. Por el contrario, si la persona no guarda este día, corre el riesgo de convertirse en ateo, evolucionista, evolucionista teísta, humanista, postmodernista, etc.
Por otra parte, el sábado, como memorial, recuerda los actos salvíficos de Dios. Observarlo ha permitido recordar que el único que nos ha librado de la esclavitud del pecado es el mismo Creador y, como tal, debe ser adorado. Guardarlo evitará tener un pensamiento exagerado de la ley, impedirá que seamos orgullos creyendo que somos salvos por nuestras obras e imposibilitará la decepción y amargura, puesto que aumentará nuestra esperanza para una vida mejor en el presente y en el futuro. Dios es adorado por estos dos motivos: Él es el creador y el redentor. Esta adoración, como respuesta, se ha de realizar de la manera como él pide, a saber, guardando sus mandamientos.
El cuarto mandamiento, como memorial, tiene dos objetivos: (1) adorar al Creador y Redentor y (2) recordar sus acciones en nuestro favor. Son por estas razones que Satanás siempre ha tratado de abolir el sábado, y en la crisis venidera él intentará hacer lo mismo. Él ambicionará que la creación únicamente adore a la bestia que sube del mar en el día impuesto por esta, y que no adore a Dios en el día que él estableció.
3. Aceptar el relato literal de la creación según las Escrituras
La verdad bíblica de la creación ha estado en tensión en las últimas décadas. Si bien es cierto el adventismo cree en la creación en seis días literales, tal cual ensena Génesis 1 y 2, hoy en día, muchos, como el catolicismo y gran parte del mundo protestante, han tergiversado lo que realmente dice las Escrituras acerca de la creación. El concepto, a parte de la evolución de la especies presentada por Charles Darwin en 1859, que está en boga y que ha generado tensión en el adventismo, es el evolucionismo teísta. Esta teoría enseña que, si bien es cierto Dios creó la materia, él se valió de la evolución como método para crear al ser humano y a la naturaleza. Esta evolución, la cual implica la ley de la supervivencia y, por ende, la muerte y la destrucción, duró miles de años produciéndose así la creación; por tanto, la creación en seis días literales no es aceptable. Sin embargo, esta teoría genera muchas interrogantes e interpretaciones que contradicen a las Escrituras. Por esta razón, es importante evaluarla y ver qué riesgos trae aceptarla. Reflexionemos:
- ¿Es posible que un ser perfecto como Dios cree seres imperfectos, para que estos, evolucionando, se perfeccionen? ¿Es aceptable que Dios, quien es amor y actúa en base a ello (1 Jn 4:8), utilice la muerte y la destrucción como métodos de creación, y luego pida a sus criaturas “permaneced en mi amor” (Jn 15:9, 10)?
- ¿Es sostenible que el Señor, siendo omnisapiente y omnipotente a la vez, haya demorado miles de años en hacer la tierra, si él, con dicho poder, pudo y puede crearla en tan solo un día, en una hora, y hasta en un minuto? ¿No declara el Salmo 19:4 que Dios creó la tierra únicamente con su voz? ¿Cómo es que el omnipotente Creador usó la evolución para la existencia de la creación?
- ¿Cabe la posibilidad de que Dios, quien es santo y no tiene nada que ver con el pecado ni con la muerte, utilizó y permitió el desorden y la destrucción para que su creación evolucione? ¿No dice las Escrituras que “la paga del pecado es la muerte” (Ro 6:23) y que el originador del pecado es Satanás (Is 14:12-14)? Además, ¿Cómo Dios va castigar al pecador con la destrucción final (Ap 20:14-15), si la muerte fue usada por él en la creación? (Norman Gulley, “¿Es el Génesis un relato literal de la creación?”, en Volviendo a los orígenes, 53-60).
- Si el Creador utilizó la evolución, que implica destrucción y muerte, esto haría pensar que el hombre no fue el causante del pecado ni de la muerte en la tierra, sino el mismo Dios. Si la raza humana no fue la responsable del pecado ¿De qué se lo va a juzgar? Si la muerte y la destrucción estuvieron antes de la creación ¿De qué se le va a librar? ¿De la muerte, de la destrucción; si, después de todo, estos dos componentes fueron parte de la metodología de Dios para crear?
- Si la muerte y la destrucción existieron antes del pecado, entonces ¿Para qué vino Cristo a morir por el ser humano, si nosotros no somos responsables de todo esto? Además, ¿No dice las Escrituras que la muerte de Jesús tenía como objetivos “salvar lo que se había perdido” (Jn 3:17) y desenmascarar al responsable de la muerte, a saber, al Diablo (1 Jn 3:8; Heb 2:14)? Si la muerte y la destrucción estaban dentro de los planes de Dios para la creación, entonces, la muerte de Cristo no salvó a nadie, y al único que se desenmascaró fue a Dios (Ibíd.).
- Si los días de la creación duraron miles de años, por lo tanto, el séptimo día también tendría que durar mil (es) de años. Si es así, ¿Cómo es posible que Dios ordene guardar el séptimo día y prepararse un día antes para reposarlo (Éx 20:8-11; 16)? (Ibíd.)
- Si el Señor demoró miles de años para crear los cielos y la tierra, entonces, también se demoraría miles de años para recrear los “nuevos cielos y la nueva tierra” (Ap 21:1), puesto que también utilizaría el mismo método con el cual creó por primera vez la tierra. ¿Cuán esperanzador sería el reino eterno que Dios creará, si en su primera creación utilizó la destrucción y la muerte como métodos? De hecho, toda esperanza de un mundo mejor quedaría en la nada.
Como se ve, el evolucionismo teísta afecta las verdades bíblicas de la creación, la salvación, la segunda venida, el pecado, la naturaleza del hombre, la ley de Dios, el sábado, el juicio divino, el gobierno y el reino eterno de Dios, etc. Por tal motivo, aceptar esta teoría es poner en tela de juicio la veracidad de la Palabra de Dios y presentar a la Biblia como un libro lleno de contradicciones y especulaciones acerca de nuestros orígenes, nuestra salvación y nuestro futuro. Sobre todo, distorsiona la imagen de amor y justicia de nuestro Dios. Por estas razones, solo queda objetarla. Teniendo esto en cuenta, “adorar al Creador” también implica aceptar el relato literal que registra Génesis 1 y 2. En estos tiempos, no basta obedecer sus mandamientos, sino también aceptar lo que declara las Escrituras, a saber, que la creación no vino de ninguna especie o materia anterior, mucho menos de una gran explosión. Tanto la naturaleza como el ser humano fueron creados por Dios en seis días de 24 horas y no en cientos ni miles de años. En una época cuando el mensaje bíblico de la creación está siendo distorsionado y atacado por distintos pensamientos y religiones, el remanente proclama que el ser humano fue creado por Dios y no vino de la naturaleza, puesto que ella también vino de Él. Los cielos y tierra fueron hechos por su Palabra en seis días literales y no en un lapso de tiempo mayor. Por ser nuestro Creador, a Él se le debe adorar; no a la bestia ni a su imagen, sino a Él. Esta adoración se manifestará a través de la observancia a los diez mandamientos, especialmente la del día de reposo.
Fuente: “El mensaje del remanente en el tiempo del fin: Los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14:6-12”, Didajé 1/2 (2013): 77-82.