La primera bienaventuranza está en la introducción general del libro, la cual se podría dividir en dos partes: A. Libro profético (vv. 1-3), y B. Saludo de Juan a las siete iglesias (vv. 4-8). Por un lado, en A se enfoca más en Jesús como Revelación y Dios protector de las siete iglesias;[1] por otro lado, en B se registra un breve saludo de Juan a las siete iglesias y pone un claro énfasis en Jesucristo y sus atributos. El contenido de este libro, en consecuencia, revela a la persona y las acciones históricas de Jesús en favor de su pueblo.
Apocalipsis 1:3 declara que es feliz aquel que lee, oye y guarda las palabras proféticas, porque el tiempo está cerca. En este texto, hay un claro énfasis en la invitación a participar y recibir las promesas presentes y futuras de Dios. Esta bienaventuranza se puede estructurar de la siguiente manera:[2]
Este texto es litúrgico, porque registra a uno que lee (verbo en singular) y a otros que “oyen” y “guardan” (verbos en plural). Aquí, el lector no está solo, tiene una audiencia. Esto refleja la práctica común en la sinagoga y en la época de la iglesia apostólica (Hch 13:15; 15:21; Col 4:16; 1 Tes 5:27),[3] cuando una persona leía las Escrituras para la congregación; práctica imitada del judaísmo (Éxo 24:7; Neh 8:2).[4] Teniendo esto en consideración, Apocalipsis siguió este modelo, y llegó a ser “diseñado para la promulgación oral en los servicios de adoración cristianos”.[5] De este modo, la audiencia para la lectura del Apocalipsis no solo incluiría a los de Asia menor, sino a todo el mundo.
De acuerdo al texto, la persona solo puede ser feliz siempre y cuando lea, oiga y guarde la palabra profética del libro, el contenido total del Apocalipsis. A menos que incumpla uno de ellos, el lector no podrá llegar a la plenitud de la felicidad.
En el NT, “leer” implica comprender (Efe 3:4; Hch 8:30; Mt 24:15), permanecer (2 Cor 3:15; Hch 15:21), informar (Hch 15:31), saber los planes de Dios (Hch 13:27; Mat 22:31) y recordar (Mar 12:26; 2:25; Mt 21:42). Esta palabra no es únicamente “dar lectura”, sino entender y recordar lo que se leyó. Por su parte, “oír” aparece 12 veces en Apocalipsis. Implica conocer y prestar atención a las palabras y advertencias del Espíritu Santo y de su palabra profética (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 20, 22; 13:9; 22:18). Generalmente, este verbo abarca la comprensión, la aceptación y la obediencia de lo espiritual;[6] algunos sugieren que es sinónimo de “guardar”.[7] Escuchar y obedecer son inseparables en el pensamiento bíblico.[8] Finalmente, en Apocalipsis, “guardar” significa obedecer los mandamientos y la Palabra de Dios (2:26; 3:3, 8, 10; 12:17; 14:12). Implica mantener limpias las “ropas” (la justicia de Cristo; ver, 16:15) y sujetarse a las palabras de la profecía bíblica (22:7, 9).
De esta manera, el lector necesita interiorizar, entender y recordar continuamente lo revelado en el Apocalipsis; prestar atención a las advertencias de la voz profética y estar atento a toda profecía que está por cumplirse. Esto implica la necesidad de la revelación divina para que el creyente sea feliz.[9] A esto se adiciona el aspecto moral. Apocalipsis no solo profetiza eventos futuros, sino que tiene como propósito cambiar la vida del lector.[10] Según Doukhan, “Más allá de la lectura litúrgica que resuena en nuestros oídos y de la profecía que desafía nuestra mente, el libro quiere conducirnos para que le entreguemos nuestra vida a Dios, que esté a tono con ‘las cosas en ella escritas’ (enfoque existencial)”.[11]
El primer macarismo demuestra lo divino que es la palabra profética del Apocalipsis; todo su contenido es verdad y nada es de invento humano ni oscuro. “Cuando los oyentes entienden este libro de profecía como la revelación de Jesucristo, ellos responden aceptando y observando su mensaje como la palabra de Dios”,[12] al mismo nivel de todos los profetas de la Escritura.[13] Revela que lo profetizado por Dios se va a cumplir; por tanto, se necesita preparación y perseverancia. ¿Cómo? Leyendo, oyendo y guardando el contenido del libro, más aun sabiendo que el tiempo está cerca.[14] George E. Ladd tiene razón, al decir, “El Apocalipsis no fue dado solamente para transmitir informaciones sobre el futuro, sino para ayudar al pueblo de Dios en el presente, que, por esta razón, debe guardar las cosas escritas en las palabras de la profecía”.[15] Con esta bienaventuranza, cada creyente es llamado a vivir “decididamente y completamente para Dios”.[16]
Fuente: Oscar S. Mendoza, Las siete bienaventuranzas del Apocalipsis (España: Ediciones Fortaleza, 2019), 32-38.
Referencias:
[1]Para un mayor estudio sobre Cristología en el Apocalipsis, ver Ekkehardt Mueller, “Christological Concepts in the Book of Revelation–Part 1: Jesus in the Apocalypse”, JATS 21, n.º 1-2 (2010): 276-305; Ibíd.,“Christological Concepts in the Book of Revelation–Part 2: Christ’s Divinity”, JATS 22, n.º 1 (2011): 66-83; Ibíd., “Christological Concepts in the Book of Revelation–Part 3: The Lamb Christology”, JATS 22, n.º 2 (2011): 42-66; Jon Paulien, “The Human Nature of Christ and the Book of Revelation”, en Cristología: VII Simposio bíblico-teológico sudamericano, eds. Heber Pinheiro, et al (Cochabamba: Editorial de la Universidad Adventista de Bolivia, 2009), 143-161; Josephine Massyngbaerde Ford, “The Christological Function of the Hymns in the Apocalypse of John”, Andrews University Seminary Studies 36, n.º 2 (1998): 207-229. En Adelante AUSS.
[2]Existe una relación entre Apocalipsis 1:3 y Lucas 11:28.
[3]En el siglo I d.C., la mayoría de personas no podía leer ni aprender auditivamente. Por eso, en la congregación se elegía a un oficiante que tenga la capacidad de dar lectura. Es muy probable que los ancianos y líderes en la iglesia, hayan sido las personas que realizaban tal acción; pero, no hay evidencia de ello. Sin embargo, se debe reconocer que Pablo pidió que sus cartas sean leídas en el servicio (1 Tes 5:27; Col 4:16; Ef 3:4). Esto pudo haber sucedido con el Apocalipsis. Ver Grant Osborne, Revelation: Baker Exegetical Commentary on the New Testament, ed. Moisés Silva (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2002), 57-58; Robert Mounce, The Book of Revelation: The New International Commentary on the New Testament, 2da. ed. (Grand Rapids, MI: Eermands, 1998), 42.
[4]N. Alirio Eustache, “Apocalipsis”, en Comentario bíblico mundo hispano, eds. Juan Carlos Cevallos y Rubén O. Zorzoli (El Paso, TX: Mundo Hispano, 2009), 24:119; Beckwith, 422. El judaísmo tenía cinco lectores en las fiestas, seis en el día de expiación y siete en los sábados (Osborne, 57-58).
[5]Richard Bauckham, The Theology of the Book of Revelation: New Testament Theology, ed. James D. G. Dunn (Cambridge: Cambridge University Press, 1993), 10. Ver David L. Barr, “The Apocalypse of John as Oral Enactment”, Interpretation 40 (1986): 243-256.
[6]W. Mundle, “Oír”, DTNT, 203-208.
[7]Jacques Doukhan, Secretos del Apocalipsis, trad. Claudia Blath (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), 12.
[8]Osborne, 58.
[9]Doukhan, 12.
[10]Una perspectiva ética y moral en el Apocalipsis, está en Larry Lichtenwalter, “Eschatological Paradigm and Moral Theory in Contemporary Christian Ethics: Stephen Charles Mott and Thomas W. Ogletree” (PhD dissertation: Andrews University, 1996); Ibíd., “Transformação da Cosmovisão e Missão: Narrativa, Teologia e Ritual no Apocalipse”, en Teologia e Metodologia da Missão: VIII Simpósio Bíblico- Teológico Sul- Americano, ed. Elías Brasil de Souza (Cachoeira, BA: Centro de Pesquisa em Literatura Bíblica, 2011), 171-206.
[11]Doukhan, 13.
[12]Stefanoviç, Revelation, 50.
[13]Osborne, 58, declara: “Juan no concibe de este escrito como puramente apocalíptico judaico (que en el primer siglo no provinieron de los profetas), sino como enlazadas con las obras proféticas del AT”. Esto se revela en las alusiones y ecos del AT en el Apocalipsis.
[14]La palabra “tiempo” de Apocalipsis 1:3, en griego, es kairo.j, y se refiere a un momento —divinamente ordenado— en la línea total de la historia. Por el contrario, existe otro término griego para “tiempo”, que es cro,noj, que significa el tiempo de duración mayor y menor (Stephen Smalley, The Revelation to John: A Commentary on the Greek Text of the Apocalypse [Downers Grove, IL: InterVarsity, 2005], 31; Simon J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: Exposición del Apocalipsis [Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004], 95).
Por su parte, la expresión “está cerca” es una “expresión exagerada de inminencia que incluye una noción de tiempo presente” (Beale, 185). Parece que tiene un paralelo con Marcos 1:15, donde se declara: “el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado” (Ibíd.). Esta expresión solo aparece dos veces en el Apocalipsis, en el prólogo (1:3) y en el epílogo (22:10). Es interesante que en el NT, “está cerca” se relaciona con el cumplimiento de las profecías veterotestamentarias en la primera venida de Cristo (Mt 26:18) y en la profecía escatológica de la segunda venida (Mt 24:33; Mr 13:19; Lc 21:31; Fi 4:5).
[15]Apocalipse: Introduçao e Comentário, trad. Hans Udo Fuchs (São Paulo, SP: Sociedade Religiosa Edições Vida Nova, 1986), 20. La cursiva es del autor.
[16]Osborne, 59.