La quinta bienaventuranza tiene como contexto inmediato el capítulo 20 de Apocalipsis,[1] cuyo foco es el Milenio —el castigo que involucra el destino final de Satanás, de sus representantes (la bestia y el falso profeta) y de los “moradores de la tierra”. Este capítulo se podría estructurar de la siguiente manera:
A. Juicio milenial de Satanás (vv. 1-3)
B. Santos en el cielo, juzgando y reinando (vv. 4-6)
C. Juicio final de Satanás, la bestia y el falso profeta (vv. 7-10)
D. Juicio final de los “moradores de la tierra” (vv. 11-15)
Apocalipsis 20 se enfoca en el juicio divino, un juicio que vindica a los santos y condena a los perversos. Sin embargo, a pesar que este capítulo tiene más versículos que tratan sobre la condena del diablo y sus aliados, el centro se encuentra en la vindicación de los santos (vv. 4-6). Según Shea, “La sección central de la narrativa (20:4-6) describe los eventos que ocurrirán durante el milenio”.[2] Esto se ve en la siguiente estructura:
¿Esto quiere decir que Apocalipsis 20:1-3 es ampliado en 20:7-15? De ninguna manera. Como se mostró en la estructura anterior, el capítulo 20 registra una serie de eventos sucesivos que ya venían desarrollándose desde el capítulo 19: (a) 19:11-21: segunda venida y juicio contra la bestia, el falso profeta y los moradores de la tierra; (b) 20:1-3: encarcelamiento de Satanás por mil años; (c) 20:4-6: los santos en el cielo por mil años; (d) 20:7: fin del milenio; y (e) 20:8-15: juicio final para Satanás, representantes y moradores de la tierra.[3] El orden temático y narrativo sería así: (1) segunda venida de Cristo (antes del milenio), (2) milenio y (3) juicio final (después del milenio). Por ello, la quinta (20:6) se direcciona a la resurrección (la primera, la que se da en el momento del advenimiento) y a la segunda muerte (situación pos milenial).
Ahora sí, analicemos el texto. La quinta bienaventuranza (Ap 20:6) complementa y amplía lo que registra la segunda (14:13). Este macarismo se puede estructurar de la manera siguiente:
Mientras que la segunda bienaventuranza se dirige a los mártires perseguidos por el anticristo, la quinta pareciera que también se dirige a ellos.[4] Pero, en el caso de la quinta, su foco no es la “muerte en el Señor”, sino la primera resurrección y el estado de que serán “sacerdotes de Dios y de Cristo”.
Según Apocalipsis 20:6, la primera característica del bienaventurado, es que este es “santo” (hagioj). Este sustantivo aparece 7 veces en el Apocalipsis: 5 se refieren a Dios (3:7; 4:8 [3x]; 6:10) y 2 a sus hijos humanos (20:6; 22:11). En el pensamiento bíblico, “santo” significa “separado” para un propósito determinado; puede ser para vivir de acuerdo al pacto divino (Sal 50:5; 1 Cor 1:2; Apo 22:11); o para ser separado del “mundo” o del pecado (Éxo 19:6; 1 Ped 1:16; 2 Ped 3:11).
En el texto bajo estudio, los bienaventurados son separados para vivir con Cristo por la eternidad; ellos “participarán de su santidad en la eterna ciudad santa”.[5] Como ellos fueron santificados y continúan con las vestiduras de Cristo, ahora son llamados para participar de la primera resurrección, la cual sucede en la segunda venida y es para vida eterna. Sin lugar a dudas, aquí se cumple la promesa emitida a la iglesia de Esmirna (Ap 2:11).
Aquellos bienaventurados tienen tres características, o tres bendiciones: (1) la “segunda muerte” no tendrá potestad sobre ellos; (2) serán sacerdotes de Dios y de Cristo; y (3) reinarán por mil años.
(1) La segunda muerte no tendrá potestad sobre ellos. La primera muerte es la natural, aquella que experimenta todo ser humano. La segunda muerte, según Apocalipsis 2:11; 20:6, 14; 21:8, es la que experimentará únicamente Satanás, los demonios y los malos de todas las edades, la cual se realizará después del milenio (Apo 20:12-15; 21:8). Esta muerte eterna la experimentó Cristo en la cruz y la venció por medio de la resurrección. Este suceso garantiza la resurrección de los santos. En el caso de los bienaventurados, ellos no experimentarán la muerte eterna —como resultado del “juicio final”— porque recibirán el don de la vida eterna.
(2) Serán sacerdotes. La expresión “sacerdotes de Dios” se basa a Éxodo 19:6 (“reino de sacerdotes”) e Isaías 61:6 (“sacerdotes del Señor”).[6] En Apocalipsis, aparece en 1:6 y 5:10, donde los santos son sacerdotes de Dios y de Cristo. En 5:10, ellos “sirven a Él [Dios] en adoración y testimonio”.[7] Es interesante que las tres veces donde aparece esta expresión, siempre va acompañada con la noción de “reinar” y “eternidad”. Sin embargo, en 1:6 y 5:10 describen una realidad presente; pero, en 20:6, se aplica a una realidad futura.[8]
Los bienaventurados serán sacerdotes por la eternidad, porque: (1) servirán al Señor ante su presencia (una de las funciones que ellos cumplirán durante el milenio, será la de “juzgar” a Satanás, a los demonios y a los impíos [Mt 19:28; 1 Cor 6:2]),[9] (2) han cuidado el pacto (como Israel en el AT [Éx 19:5-6]) por medio de la obediencia a los diez mandamientos (por ejemplo, observarán el día sábado por la eternidad [Is 66:23]) y (3) forman parte del pueblo de Dios. Así, ellos serán felices, porque estarán ante la presencia de Dios, le servirán y le amarán.
(3) Reinarán mil años. Ellos, además de ser “sacerdotes”, serán reyes y jueces,[10] y formarán parte del reino eterno de Cristo. El primer lapso de tiempo, pos advenimiento, durará mil años (cifra literal).[11] Durante este tiempo, ellos juzgarán a los que pecaron, confirmarán porqué recibirán el juicio final para destrucción (que se ejecutará al terminar los mil años), y corroborarán porqué ellos mismos están en el cielo. Todo esto ayudará para vindicar a Dios, a su santuario y a los santos. Estas tres bendiciones producirán la dicha de los santos. Ellos estarán felices, porque vivirán por la eternidad con el Señor, le servirán y reinarán con Él, en adoración y testimonio. Nunca más verán la muerte y vivirán en un mundo sin pecado ni maldad.
Fuente: Oscar S. Mendoza, Las siete bienaventuranzas del Apocalipsis (España: Ediciones Fortaleza, 2019), 47-50, 55-61.
Referencias:
[1]A su vez, tiene como contexto mediato los capítulos 19 y 21. Según Mueller, Apocalipsis 19-20 visualiza tres unidades: (1) 19:1-10, (2) 19:11-21 y (3) 20:1-15. En esta última unidad, se relata el destino de Satanás, el milenio y el juicio final (“Microestructural Anlysis of Revelation 4-11”, 654). Para Ed Christian, 20:1-7 es el centro quiástico de Apocalipsis 19-21, donde se revela el reino milenial de Cristo y el encarcelamiento de Satanás (“A Chiasm of Seven Chiasms: The Structure of the Millennial Vision, Rev 19:1-21:8”, AUSS 37, n.º 2 [1999]: 209-225).
[2]“The Parallel Literary Structure of Revelation 12 and 20”, AUSS 23, n.º 1 (1985): 42.
[3]Al panorama de Apocalipsis 20, Shea, “The Parallel Literary Structure of Revelation 12 and 20”, 42, lo llama “progresión narrativa”, e indica que tal es semejante a la que registra Apocalipsis 12. Asimismo, él señala que los versículos 3 y 7 ayudan para confirmar el estilo narrativo, porque en ambos se registran las expresiones “hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (v. 3, la cursiva es para énfasis) y “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión” (v. 7, la cursiva es para énfasis). Según él, “Para el propósito de estudiar la estructura literaria de esta narrativa, es importante notar la naturaleza transicional del v. 3 en el fin de la primera sección y la naturaleza transicional del v. 7 en el inicio de la tercera sección de esta narrativa” (ibíd.). Mueller, por su parte, estructura Apocalipsis 20 de la siguiente manera: “A. En el comienzo del milenio (1-3)//X. Durante el milenio (vv. 4-6)//A’. En el final del milenio (vv. 7-15)” (“Microstructural Analysis of Revelation 20”, AUSS 37, n.º 2 [1999]: 227-255).
[4]No hay declaración en el texto (20:6) para señalar que se refiere a los perseguidos por el anticristo. Hasta podrían ser los muertos de todas las edades. No obstante, reconociendo que cada bienaventuranza no está aislada de su contexto, esta promesa podría direccionarse a aquellos que sufrirán persecución en la crisis final; sin dejar de ser una motivación para los que están siendo perseguidos actualmente.
[5]Osborne, 708.
[6]Beale, 1003.
[7]Ekkehardt Mueller, “Missão no Apocalipse”, TMM, 150.
[8]Ibíd., 149.
[9]La idea de “santos juzgando” ya era común en la apocalíptica judaica. Por ejemplo, en Daniel 7:22; Sabiduría 3:7-8; 1QpHab 5:4 (Osborne, 788).
[10]En el mundo antiguo, el rey ejercía también la función de juez.
[11]Para un mayor estudio sobre el milenio, ver Ekkehardt Mueller, “Basic Questions about the Millennium”, Biblical Research Institute, https://www.adventistbiblicalresearch.org/sites/default /files/pdf/Basic%20Questions%20About%20the%20Millennium.pdf (consultado: 22 de junio, 2016); Eric Claude Webster, “Milenio”, en Tratado de teología adventista del séptimo día, ed. George W. Reid; trads. Tulio N. Peverini, et. al. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 1039-1060; Peter M. van Bemmelen, “The Millennium and the Judgment”, JATS 8, n.º 1-2 (1997): 150-160; Richard Davidson, “Cosmic Metanarrative for the Coming Millennium”, JATS 11, n.º 1-2 (2000): 102-119; Jon Paulien, “The Millennium is here again: Is it Panic Time?”, AUSS 37, n.º 2 (1999): 167-178; Beatrice Neall, “Amillennialism Reconsidered”, AUSS 43, n.º 1 (2005): 185-210; Joel Badina, “The Millennium”, SR-Book 1, 6:225-242.