La reverencia desde la perspectiva bíblica (tema 2, La reverencia)

Himno: “¡Loémoste, oh Dios!” (n.º 15).

Texto clave: “Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7).

Ser reverente es experimentar un respeto profundo y temor reverente ante la presencia de Dios en su santo templo (ver Levítico 19:30; 26:2). Implica postrarse, humillarse y venerar al Creador (Josué 5:14). Todas estas acciones se resumen en una sola palabra: adoración.

Una actitud reverente es una respuesta a los actos salvíficos de Dios en nuestras vidas (Salmo 5:7). Como el Señor nos ha guiado a su luz admirable y somos copartícipes del reino eterno de Cristo, Él desea que “demostremos gratitud” y le “ofrezcamos un servicio aceptable con temor y reverencia” (Hebreos 12:28). De hecho, como se mencionó ayer, la salvación produce verdaderos adoradores, quienes respetan a su Creador en todo lugar donde se invoca su presencia.

Según Nehemías 1:11, los siervos de Dios se deleitan en reverenciar su nombre. No lo respetan por miedo a un castigo, sino porque se gozan en estar ante Él. Su gloriosa presencia impide cualquier actitud inapropiada.

Dios bendice a los reverentes. Lucas 1:50 menciona que aquellos que le temen recibirán su misericordia y serán recompensados (cf. Apocalipsis 11:18).

Ahora, debemos responder a una pregunta: ¿Qué debemos hacer para ser reverentes ante la presencia de Dios?

  1. Realiza tu culto personal. Cuanto más te relaciones con Dios, más crecerá en ti el deseo de amarlo y reverenciarlo. No sentirás deseos de faltarle el respeto.
  2. Recuerda que Dios está presente en el templo. El Creador es el invitado especial. El templo no es tu casa, es la casa de Dios. No olvides: “es necesario respetar la casa ajena”.
  3. Dedícate a escuchar el mensaje. Cuando estés en un culto, evita conversar con otras personas. Enfócate únicamente en escuchar y prestar atención al predicador. Míralo a los ojos y presta atención a su mensaje.
  4. No lleves al templo objetos que puedan distraerte, excepto la Biblia y el Himnario Adventista. Cualquier otro objeto puede convertirse en una tentación (como un celular, una tablet, etc.).
  5. No duermas en el templo. Para evitarlo, asegúrate de descansar bien la noche anterior.
  6. Haz anotaciones de las partes importantes que mencione el predicador. Recuerda que la mente es frágil.
  7. Cada vez que el predicador pida leer un texto bíblico, abre la Biblia y léelo. Nunca pienses: “ya sé lo que dice el texto”. Esto te ayudará a prestar más atención al tema o sermón y a comprender mejor la Escritura.
Mi oración para hoy:

“Ayúdame a respetarte cada vez que se invoque tu nombre. Necesito humillarme ante ti y venerarte. Si hasta ahora no lo he hecho, perdóname. Te pido también que me ayudes a practicar las siete recomendaciones para ser reverente. Sé que, si las practico, seré muy bendecido”.

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