Las siete plagas de Apocalipsis 16: Una Introducción

Mucho se ha discutido sobre las siete plagas de Apocalipsis 16, desde aplicar esta profecía a cualquier problema climático hasta relacionarla con alguna pandemia o enfermedad. Por ejemplo, hubo quienes vincularon el covid–19 con las plagas de Apocalipsis ¿En qué consistirá la caída de estas plagas? ¿Las siete serán literales o simbólicas? ¿Cuándo caerán? En este documento responderemos estas preguntas.[1]

Cumplimiento

Debemos entender el cumplimiento de la caída de estas plagas a la luz de la crisis final.[2] En el futuro y antes de la segunda venida de Cristo, recordemos que: (1) el anticristo promoverá una falsa adoración mundial (Apoc. 13: 13–15) y marcará a todos sus seguidores (Apoc. 13: 16–18). No obstante, habrá un remanente —la Iglesia Adventista del Séptimo Día— que no optará por la idolatría y continuará adorando al Creador (Apoc. 14: 12). (2) Esta respuesta provocará la ira del anticristo y desatará una persecución contra el remanente por causa del reposo sabático. (3) Luego, el Espíritu Santo descenderá con mayor fuerza sobre el remanente (Joel 2: 28–31) y este se comenzará a predicar el evangelio a todo el mundo, cumpliéndose así la profecía de Mateo 24:14. El mensaje que se proclamará será “salid de ella [Babilonia apocalíptica] pueblo mío” (Apoc. 18: 4; cf. 14: 8). Esto traerá como resultado la salida de muchos hijos de Dios de las filas de Babilonia, con el fin de que ellos ingresen a las filas del remanente. (4) El Señor, con sus hijos ya en el remanente, decidirá terminar el juicio investigador y sellar a los 144.000 (Apoc. 7:4–9).[3] (5) Finalmente, al terminar el sellamiento, la Trinidad decide cerrar el tiempo de gracia (Apoc. 22: 11). ¿Por qué motivo? Porque inmediatamente comenzarán a caer las siete plagas postreras —que es la manifestación de la ira de Dios y del Cordero (Apoc. 6: 16).

Entonces, para entender el cumplimiento de las plagas, debemos considerar los eventos previos a su caída. Como se acaba de ver, estas caerán después de la falsa adoración mundial, la marca de la bestia, la persecución del anticristo, la lluvia tardía, el fuerte pregón, el sellamiento y el fin del tiempo de gracia. Como los marcados habían perseguido recientemente al remanente (Apoc. 14: 12; 17: 14), ellos recibirán el castigo divino por medio de estas plagas. Ellas terminarán de caer gracias a la segunda venida de Cristo (Apoc. 19: 11–16). Entonces, hasta la fecha esta profecía aún no se ha cumplido.

¿Simbólicas y/o literales?

Este asunto es de suma importancia. Algunos se han inclinado por darle un valor literal a las siete plagas, otros sostienen que todas serían simbólicas. En realidad, lo literal y lo simbólico están presentes en toda la visión.

Hay dos aspectos que ayudarán a determinar qué plaga es literal y qué plaga es simbólica: (1) las acciones pasadas de Dios (precedentes), y (2) el uso de descripciones simbólicas de elementos y acciones sobrenaturales. Argumentaré con algunos ejemplos:

  1. Precedentes. Para reconocer si una plaga es literal, es recomendable ver algún precedente en las Escrituras. Las plagas 1 al 4 vendrían a ser literales, porque revelan acciones que Dios ya hizo con Egipto en el libro de Éxodo. Por ejemplo, contra Egipto, Dios transformó el agua del río en sangre; en Apocalipsis sucederá lo mismo en las plagas 2 y 3. En Egipto, Dios envió una úlcera terrible, en la primera plaga de Apocalipsis ocurrió algo similar. Así, sugerimos que las primeras cuatro plagas serán literales, así como lo fueron las que cayeron en Egipto.
    Lo mismo sucedería con la oscuridad, el terremoto y el granizo de las plagas 5 y 7; recordemos que algo semejante Dios hizo con los egipcios (Éxo. 9: 13; 10: 21; salvo el terremoto por supuesto). Estas plagas también serían literales.
  2. Uso de descripciones simbólicas de elementos y acciones sobrenaturales. Si esto vemos, la plaga sería simbólica. Esto es más evidente, por ejemplo, en la plaga 7. En ella se registra que Babilonia —como ciudad— es dividida en tres partes (Apoc. 16: 19), dándole un valor simbólico y no literal. Coincidentemente, Babilonia está conformada también por tres poderes: el espiritismo (dragón), el papado (bestia) y Estados Unidos (falso profeta). Por supuesto, la no existencia hoy —y también en los días de Juan— de la ciudad y del reino de Babilonia descarta su literalidad. Recordemos también que, en Apocalipsis, los nombres de reinos y/o naciones generalmente son simbólicos (p. ej. Israel de Apoc. 7: 4; Sodoma y Egipto de Apoc. 11: 8; Gog y Magog de Apoc. 20: 8; Armagedón de Apoc. 16: 16; etc.).
    En la plaga 6, vemos que de la boca del “dragón”, de la “bestia” y del “falso profeta” salen tres espíritus a manera de ranas. Estos elementos son simbólicos, porque en otras partes del Apocalipsis se les da ese valor. Por ejemplo, en Apocalipsis 12: 7–9 a Satanás se le llama “dragón”; en Apocalipsis 13: 1 se registra el símbolo “bestia”, el cual representa a un reino según Daniel 7: 17. Finalmente, los reyes del oriente y el armagedón —por ser un lugar— también serían simbólicos.

Entonces, (1) los efectos naturales de las plagas 1 al 5 serían literales (las úlceras, el agua convertida en sangre, el calentamiento del sol y la oscuridad), al igual que el granizo y el gran terremoto de la plaga 7. Por supuesto, en el registro de estas plagas (vers. 2–10) hay ciertos elementos —no los castigos en sí— que son simbólicos: la “marca de la bestia” (vers. 2) y el “trono” de la “bestia” (vers. 10). (2) hay ciertas plagas o castigos que se los describe simbólicamente, como el secamiento del río Éufrates y la división de Babilonia en tres partes. Evidentemente, dejando de lado los castigos en sí, en las dos últimas plagas hay ciertos elementos figurativos: tres espíritus, armagedón, Babilonia, reyes del oriente, etc.

Así, no es recomendable decir que las siete plagas serían literales en su totalidad, tampoco que serían netamente simbólicas.

¿Quién envía las plagas y quiénes las recibirán?

Hay quienes sugieren que las siete plagas serían enviadas por el mismo Satanás y los demonios,[4] y que Dios no será el responsable directo.[5] Se dice que la ira divina se manifiesta principalmente permitiendo que experimentemos las consecuencias de nuestros errores;[6] y que Dios castiga a su pueblo abandonándolo, retirando su presencia o escondiendo su rostro, y no necesariamente de manera directa.[7] ¿Resultado de este castigo? “Catástrofes y derrotas”.[8] ¿Y de qué manera el agua se convertirá en sangre en la segunda plaga? “El derramamiento de sangré será el resultado de la codicia, la arrogancia y el odio”.[9]¿Y las demás plagas? “A estas tragedias, podríamos añadir la caída del mercado como consecuencia de la codicia, las catástrofes producidas por la imprudencia humana, y las pandemias, que son la consecuencia del rechazo de las leyes de salud de Dios”.[10]

Esta interpretación es llamativa, pero también es observable. Por ejemplo, da a entender que la ira de Dios se presenta de manera indirecta, más no directa. El Señor simplemente se aíra permitiendo que experimentemos las consecuencias de nuestros errores. Sin embargo, ¿cómo podemos entender Números 11: 1–2? Claramente, en este pasaje Dios se airó y, de manera directa, realizó una acción: consumió uno de los extremos del campamento. En Éxodo 32: 10, el mismo Señor se enojó y tuvo en mente consumir a su pueblo. En otro momento, cuando se menciona cómo Dios castigó a los egipcios, en Éxodo 15:7 se registra lo siguiente: “Y con grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra ti. Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca”. Más adelante, en Números 12: 9–10, la ira de Dios se manifestó de manera directa: Él se enojó y se retiró del campamento ¿Resultado? María quedó leprosa. Finalmente, en Deuteronomio 1: 37 vemos que el Señor se airó y le dijo a Moisés: tú no entrarás a Canaán. ¿Qué evidencian estos textos? Lo siguiente:

  1. Dios se aíra y reacciona por medio de una medida disciplinaria, y lo hace de manera directa.
  2. En algunas ocasiones, el Señor castigó directamente a su pueblo. Los ejemplos citados en el párrafo anterior son de los mismos hebreos, quienes eran sus hijos. Así, el abandono o el “esconder su rostro” no quita lo otro: Dios reacciona directamente por causa de la maldad del hombre. Por tanto, decir que la ira de Jehová se manifiesta solamente retirando su presencia, sería una apreciación parcial o incompleta de lo que dice la Biblia sobre cómo Dios reacciona frente a la maldad del ser humano.
  3. No todos los castigos —como resultado de la ira divina— fueron consecuencias de los errores de los hebreos. María tuvo lepra. ¿Podríamos decir que ella no cuidó su salud y se contagió, o fue una acción directa de Dios? Las plagas que recibieron los egipcios ¿se produjeron porque no cuidaron el medio ambiente, o fue una intervención divina y de manera directa? La decisión de que Moisés no entrara a Canaán ¿no provino directamente del Señor, o Moisés no entró porque falleció?
  4. Es recomendable tener en cuenta que los castigos en el AT fueron mini juicios que anticiparon el gran juicio final, en el cual Dios destruirá la maldad por completo. Por supuesto, debemos considerar que muchas acciones divinas futuras tienen precedentes en el AT. Por ejemplo, Dios prometió la resurrección de sus hijos en el futuro con el fin de llevarlos al cielo. ¿Sucedió algo semejante anteriormente? Claro, Moisés fue resucitado y fue llevado al cielo. Otro ejemplo: el Señor prometió llevar al cielo a sus hijos que hayan quedado con vida al momento de su segunda venida. ¿Alguien en el pasado fue llevado al cielo sin haber probado la muerte? Desde luego que sí, Elías.
    Entonces, esas acciones particulares anticipan lo que Dios hará de manera cósmica y universal en la segunda venida. Pues así sucederá con las siete plagas y el juicio final. El Señor ya evidenció su ira con anterioridad, con el fin de demostrar que las profecías de las siete plagas y el juicio final tendrán su respectivo cumplimiento, y el responsable de ambos castigos será Él mismo, no Satanás. De paso, las siete trompetas del Apocalipsis también son siete mini juicios que anticipan la caída de las siete plagas. Ambas visiones responden al clamor hecho por los santos en Apocalipsis 6: 10. No solo eso, el cumplimiento de la séptima trompeta se da con la caída de las siete plagas.

Por lo tanto, no podemos decir que la ira de Dios solo se manifestó de manera indirecta; en realidad, fue de manera directa. Los castigos divinos recibidos por los desobedientes no siempre fueron consecuencias de sus errores, sino que vinieron directamente del Creador.

Otro asunto cuestionable de la interpretación bajo observación, es que se coloca a las plagas como consecuencias de los errores de los malvados. Se menciona que “el derramamiento de sangre será el resultado de la codicia, la arrogancia y el odio”;[11] y a las otras “tragedias, podríamos añadir la caída del mercado como consecuencia de la codicia, las catástrofes producidas por la imprudencia humana, y las pandemias, que son la consecuencia del rechazo de las leyes de salud de Dios”.[12] La cuestión aquí, es que esta interpretación alegoriza y espiritualiza las siete plagas del Apocalipsis. Mientras que esta interpretación sugiere que el derramamiento de sangre sería el resultado de la codicia, Apocalipsis 16: 2 registra que un ángel desde el cielo viene y derrama su copa sobre la tierra, convirtiendo el agua en sangre. Por un lado, la interpretación en cuestión señala que las tragedias en las siete plagas son consecuencia de la codicia y la imprudencia humana; por otro lado, en la séptima plaga se escucha una voz desde el cielo, lo que genera un gran terremoto (Apoc. 16: 17–18).

En Apocalipsis 15 y 16, hay varios elementos que nos permiten creer que las plagas son enviadas por Dios mismo y no por el enemigo, por ejemplo:

  • Apocalipsis 15: 1: “Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras”. La señal aparece en el cielo.
  • Apocalipsis 15: 4: “…pues solo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado”. Las plagas son una manifestación de la justicia divina.
  • Apocalipsis 15: 6: “y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro”. Los ángeles que tienen las plagas están vestidos con ropas sacerdotales, “vestidos de lino limpio y resplandeciente” y salen del mismo templo de Jehová.
  • Apocalipsis 15: 7: “Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro”. Uno de los cuatro querubines toma parte activa en el envío de las plagas.
  • Apocalipsis 15: 8: “Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder”. Las plagas son manifestaciones de la justicia e ira divinas.
  • Apocalipsis 16: 1: “Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios”. Según Ranko Stefanovic, “Esta voz que sale del lugar santísimo es probablemente la voz misma de Dios. Dios comisiona directamente a los ángeles como sus vengadores comisionados”.[13] Las plagas son una manifestación de la ira divina.
  • Apocalipsis 16: 19: “Y la gran ciudad fue dividida en tres partes”. Una de las plagas consistirá en dividir a Babilonia apocalíptica.
  • Apocalipsis 16: 21: “y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande”. Los hombres blasfemaron contra Dios, porque consideran que su plaga es grande. Según Juan, la plaga viene del Señor mismo.

Según estos textos, (1) la ira de Dios se manifiesta con las siete plagas,[14] (2) quienes envían las plagas son ángeles con ropas sacerdotales y salen del mismo templo de Jehová, (3) uno de los cuatro querubines da las copas, (4) Juan señala que los “hombres” consideran que la última plaga viene de Dios y (5) la séptima plaga castiga a Babilonia. Con estos elementos, ¿es posible sostener que las plagas vienen del diablo y son el resultado de las consecuencias de los errores de los seres humanos? Y es interesante que el envío de plagas como castigo divino no es nuevo en Apocalipsis, ya en Levítico 26: 21 se había registrado lo siguiente:[15] “Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados”. Todo esto nos permite reflexionar en lo que sigue: Hay que tener cuidado con espiritualizar las siete plagas y adjudicar a Satanás el envío de estas.

Ahora toca tratar sobre quiénes recibirán las plagas. Todo parece indicar que quienes las recibirán serán Babilonia y los marcados por la bestia —aquellos que habían perseguido al remanente. Leamos los siguientes textos:

  • Apocalipsis 16: 2: “Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen”. Esta primera plaga la reciben los marcados por la bestia. Como esta es semejante a las siguientes tres plagas, esto permite sostener que las cuatro primeras las recibirán las mismas personas.
  • Apocalipsis 16: 10: “El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas…”. En esta quinta plaga, quienes son castigados son la bestia y su reino. ¿Quiénes pertenecen a dicho reino? Evidentemente, los marcados por la bestia.
  • Apocalipsis 16: 12: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de este se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente”. Aquí, la sexta plaga la recibe Babilonia (16:12). Esto nos permite interpretar que, quienes reciben esta plaga serán Babilonia y sus seguidores.
  • Apocalipsis 16: 21: “Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande”. La séptima plaga también la reciben Babilonia y los “hombres” (16: 21). Lo más probable es que estos “hombres” sean los mismos marcados por la bestia.

En conclusión, las plagas la recibirán todos los malos que persiguieron al pueblo de Dios: Babilonia y los marcados por la bestia. “Estas plagas no son una expresión de la ira de Dios con el pecado en general, ni son sus castigos ante el mal proceder de los individuos. Son el derramamiento de su ira sobre quien ha frustrado el propósito divino en el mundo —la bestia— y sobre aquellos que le han dado su lealtad”.[16] Por supuesto, estas plagas no matarán a nadie. Apocalipsis 15 al 19 no registra la muerte de ningún marcado por causa de las plagas; pero, sí la destrucción de Babilonia por motivo de la segunda venida de Cristo.

Antes de finalizar esta parte, hay una pregunta que varios se hacen con respecto a los que recibirán las plagas: si ellos se arrepienten, ¿seguirían recibiendo las plagas? En realidad, de acuerdo con Apocalipsis 16: 9, ellos no se van a arrepentir. Sus corazones estarán duros como una piedra; y aun así lo hagan, igual las plagas seguirán cayendo, por una sencilla razón: nadie podrá ingresar al lugar santísimo del santuario celestial para interceder (Apoc. 16: 8); por ello, estas plagas caerán sin misericordia.

Quienes recibirán las plagas serán personas con un nivel de maldad y perversidad muy elevado. Por ejemplo, ellos son los mismos que han ejecutado la primera persecución por motivo de la ley dominical (Apoc. 13: 15–18; 20: 4). Recuérdese que en la crisis final habrá dos persecuciones: una sucederá antes que termine el tiempo de gracia y la otra será la “gran tribulación”, que ocurrirá después que termine el tiempo de gracia. Pues bien, aquellos que perseguirán al remanente por motivo de la ley dominical, serán los mismos que provocarán la “gran tribulación”. En vez de arrepentirse por haber asesinado a los hijos de Dios, ellos intensificarán su persecución. Sus corazones estarán tan duros como lo estuvo el corazón de faraón cuando caían las plagas en Egipto. En realidad, estas plagas “ponen al descubierto la verdadera naturaleza de los seguidores de la bestia, que blasfeman contra Dios”.[17]

Con todo, a pesar de que estos perversos persisten en su crueldad, Dios deseará salvarlos antes que termine el tiempo de gracia. Por ejemplo, a pesar de que ellos asesinaron a varios de los santos por causa de la marca de la bestia (Apoc. 20: 4), el Espíritu Santo vendrá sobre el remanente y se hará el último llamado al arrepentimiento, cumpliéndose así las profecías de la lluvia tardía y el fuerte pregón (Joel 2: 28–31; Apoc. 18: 4; Mat. 24: 14); es interesante que después que persiguieron al remanente, el Señor les invita a arrepentirse y experimentar la salvación. Sin embargo, ellos continuarán con esa actitud y rechazarán dicho llamado divino; y esto se intensificará después que termine el tiempo de gracia, porque ellos volverán en contra del remanente —esta vez contra los 144.000 sellados (cifra simbólica)— y ejecutarán la “gran tribulación” (Dan. 12: 1; Apoc. 7: 14). Por esa actitud impenitente, a ellos solo les queda ser castigados con las plagas; no porque Dios sea intolerante, sino porque se requiere que un juez justo actúe.

Entonces, quienes recibirán las plagas serán personas malvadas y asesinas. Ellos no desean escuchar la voz del Espíritu; al contrario, solo quieren escuchar la voz del anticristo y asesinar a los santos. No hay sensibilidad en sus corazones; para ellos, matar a un hijo de Dios será normal y gratificante. Por esa actitud, Cristo decide castigarlos y emitir justicia.

Objetivos

Sugiero tres objetivos principalmente:

  1. Emitir justicia contra Babilonia y los marcados por la bestia, porque persiguieron al pueblo de Dios del tiempo del fin (Iglesia Adventista del Séptimo Día). Recordemos que nuestro Señor no solo es Redentor, sino también Rey y Juez; y cuando ve a los malvados maltratar a sus hijos, Él juzga y castiga.
  2. Manifestar la “ira del Cordero” o el “día del Señor”, que vienen a ser lo mismo. El “día del Señor/Jehová” (Joel 2: 28–32) no será únicamente la segunda venida; en realidad, este “día” iniciará con la caída de las plagas. Por medio de ellas, Dios mostrará su ira. Por supuesto, es importante reconocer que la “ira divina” solo se ha manifestado de vez en cuando a lo largo de la historia, no es recurrente. Él es tardo para airarse (Núm. 14: 18); sin embargo, cuando Él ve que la maldad aumenta en nuestro planeta y, además, se maltrata o asesina a sus hijos, reacciona. A Él no le agrada el sufrimiento de los más débiles. Pero ojo, su reacción en sí es contra el pecado y la maldad. En realidad, como dijo John Peckham y en este contexto, la “ira” es una manifestación de su amor.[18] La “ira divina” no está en contra del “amor divino”. Razón tiene Hans LaRondelle: “La proclamación de la ira de Dios y su justicia retributiva no está en conflicto con su amor. Antes bien, el reconocimiento de la santa ira de Dios contra el pecado crea una nueva apreciación de su misericordia para todos los objetos de su ira (Efe. 2: 3; 5: 6; Rom. 5: 8–10). La ira de Dios es tan real como lo es el amor de Dios”.[19]
  3. Evidenciar el amor divino por sus hijos. Mientras estén cayendo las plagas, los hijos de Dios en la tierra serán los 144.000 sellados. Lo bueno es que ellos no estarán solos, porque contarán con la presencia, protección y sostén del Espíritu Santo. ¿Resultado? Ninguno de los 144.000 va a morir; al contrario, permanecerán con vida hasta cuando Cristo retorne.

Significados de algunos símbolos de Apocalipsis 16

Cuando Juan escribió sobre las siete plagas, tuvo en mente el registro de la creación de Génesis 1–2, las diez plagas de Egipto de Éxodo 7–12 y la invasión persa a Babilonia que registra Daniel 5.[20] Estos tres textos nos ayudarán a entender mejor los símbolos que registra Apocalipsis 16. Veamos algunos de estos símbolos y sus respectivos significados:

  1. Marca de la bestia. Será una señal espiritual que la recibirán aquellos que estén en contra de los diez mandamientos y decidan adorar al anticristo (Apoc. 13: 10, 16–18; 14: 12). Vincular una señal con la ley no debería sorprendernos, porque eso hace el AT (p. ej. Éxo. 31: 13, 17; Eze. 20: 12, 20). La mayor evidencia de la rebeldía del anticristo será la orden de reposar el primer día de la semana (Apoc. 13: 14–15). Las personas que guarden el domingo serán los marcados.
  2. Bestia. De acuerdo con Daniel 7: 17, una “bestia” simboliza a un reino. En el caso de la bestia de Apocalipsis 16, es la misma bestia que sube del mar y que recibe adoración (Apoc. 13: 1, 15, 16). Por sus características físicas, acciones y su paralelismo con el cuerno pequeño de Daniel 7 y 8, esta bestia representa a Roma papal.
  3. Trono. El trono era el objeto sobre el cual se sentaba el rey, este representa autoridad y poder. En el Cercano oriente, el rey también ejercía funciones judiciales, él era rey y juez al mismo tiempo. En las Escrituras, por ejemplo, vemos al rey Salomón como juez (1 Rey. 3: 27–28). En el caso de nuestro Dios, Él también es rey y juez (Sal. 24: 10; Isa. 33: 22; 2 Tim. 4: 7–8), y es interesante que, en el AT, Él ejercía justicia desde el santuario celestial y/o santuario terrenal, específicamente desde su trono (Lev. 10: 2; Núm. 16: 18–19; 17: 4, 7, 8; Sal. 11: 4–5; 102: 19–20). Así, el trono de Dios representa su autoridad y poder.
    En Apocalipsis 15 y 16, es interesante que las plagas caen desde el lugar santísimo del santuario celestial (Apoc. 15: 5–8), directamente desde el trono de Dios; y en el caso de la quinta plaga, esta va dirigida al “trono de la bestia” (Apoc. 16: 10). Esta plaga es un golpe directo a la autoridad y al poder de la bestia, es una lucha de tronos. El poder y la autoridad de Dios son superiores a los de la bestia.
    Ojo, pero no solo el trono de la bestia es afectado, su reino también lo es. Por supuesto, la quinta plaga es también un golpe contra Satanás, porque fue él quien le dio autoridad a la bestia (Apoc. 13: 2–3). En realidad, “Estas plagas son una respuesta de Dios al último y mayor esfuerzo de Satanás para frustrar el gobierno divino”.[21]
    Asimismo, que del trono de Dios se envíen las plagas es un golpe directo contra la idolatría de Babilonia. Recordemos que la fornicación espiritual se evidencia por medio de la idolatría, y Babilonia apocalíptica es idólatra. Por tanto, estas plagas no solo la castigan a ella, sino también a sus dioses. Por supuesto que esto no es algo nuevo, porque las 10 plagas de Egipto fueron una afrenta directa contra los dioses egipcios.
  4. Babilonia apocalíptica. Como para que Apocalipsis haya descrito a Babilonia como “mujer” (Apoc. 17: 5) y luego como “ciudad” (Apoc. 18: 10), es porque la debemos entender en sentido simbólico y no literal.[22] ¿A qué representa Babilonia? Por lo menos, hay que tener en cuenta tres aspectos: (1) Babilonia tiene hijas, por lo tanto, estas también forman parte de ella. Esto permite sugerir que Babilonia no solo es una religión o un solo reino, sino un sistema;[23] (2) Cuando Israel cometía idolatría y caía en apostasía, se lo comparaba con una prostituta (Eze. 16: 15–18); “prostitución” representa fornicación espiritual, que significa idolatría y apostasía. Esto le da un sentido religioso e idolátrico a la gran ramera llamada Babilonia (Apoc. 17: 5). En sí, Babilonia será un sistema religioso apóstata; y como tal, lucha contra el Cordero y asesina a los hijos de Dios (Apoc. 17: 5, 14); por supuesto, este sistema será cristiano. (3) Apocalipsis revela que Babilonia tendrá relaciones políticas y comerciales (Apoc. 18: 3, 11, 12, 23), lo que permite sostener que, además de ser un sistema religioso, este será un sistema político, o sea, un sistema político–religioso (cristiano). Así, Babilonia apocalíptica representa a un sistema político–religioso conformado por el espiritismo, el papado y el evangelicalismo apóstata de los Estados Unidos (Apoc. 16: 13). Sin lugar a duda, de acuerdo con lo que registra Apocalipsis 13, el liderazgo entre estos tres poderes lo tendrá el anticristo, a saber, Roma papal.
  5. Reyes del oriente. Esta es una clara alusión a los reyes del oriente que invadieron la ciudad de Babilonia en el año 539 a. C. ¿Quiénes fueron estos reyes? Ciro (el persa) y Darío (el medo). ¿Qué libro de la Biblia registra dicha invasión? Daniel 5. En este capítulo se registra el momento en que Ciro invadió la ciudad de Babilonia, porque logró cambiar el cauce del río Éufrates[24] y así pudo ingresar para invadirla fácilmente. Gracias a la caída del imperio neobabilónico, los judíos fueron librados de la esclavitud babilónica, y pudieron volver a Jerusalén y restaurar la verdadera adoración.
    Teniendo esto en mente, es más fácil identificar a los “reyes del oriente” que registra Apocalipsis 16: 12. Si los reyes del oriente de Daniel 5 vencieron a Babilonia para librar al pueblo de Dios de aquel momento; entonces, los reyes del oriente de Apocalipsis vienen para librar a los 144.000 sellados de las manos de Babilonia apocalíptica. ¿Para qué vienen estos reyes? Al igual que en Daniel 5, el objetivo será restaurar la verdadera adoración impuesta por el anticristo; y así como los judíos volvieron a Jerusalén gracias a Ciro y Darío, los 144.000 irán a la Nueva Jerusalén gracias a los “reyes del oriente”. ¿Quiénes son los “reyes del oriente” de Apocalipsis 16? En el adventismo, hay tres propuestas principales: (1) Cristo y sus ángeles. (2) Cristo y el Padre y (3) Cristo y el remanente. Me parece que las dos primeras serían las más probables.
  6. Río Éufrates. Aquí, debemos seguir considerando Daniel 5. En aquella noche, Ciro invadió Babilonia porque cambió el cauce del río Éufrates. ¿Por qué hizo tal cosa? Por una sencilla razón: la ciudad era amurallada, y sus murallas eran impenetrables. Entonces, estratégicamente, para ingresar a la ciudad cambiaron el cauce del río e ingresaron. Gracias al secamiento del río Éufrates, el imperio babilónico perdió ante los medos y persas.
    Cuando Juan escribió sobre el secamiento del río Éufrates en Apocalipsis 16, sin lugar a duda, tuvo en mente Daniel 5. Por lo tanto, leer Daniel ayudará a comprender la sexta plaga. Primero, así como el secamiento del Éufrates afectó en gran manera a la ciudad de Babilonia (“sin ese río, Babilonia no podía sobrevivir”[25]), la figura del secamiento del mismo río en Apocalipsis sirve como castigo para Babilonia por haber perseguido al remanente. Es interesante que el secamiento de las aguas en el Antiguo Testamento “a menudo simboliza una acción poderosa de Dios a favor de su pueblo (Éxo. 14: 21–22; Jos. 3: 14–17; Jer. 51: 36; Isa. 44: 27; 11: 15–16; Zac. 10: 10–11)”,[26] como también puede representar juicio o castigo.[27]Segundo, el lenguaje del secamiento del Éufrates es simbólico, esto se evidencia en el contexto literario que abarca desde el capítulo 15 hasta el 18. Por ejemplo, las aguas donde se sienta Babilonia (Apoc. 17: 1) son las del Éufrates; y es interesante que en el versículo 15 se menciona el significado de aquellas aguas. Según Beale, el Éufrates “no puede ser una referencia geográfica literal… sino figurativa y universal”.[28] Grant Osborne tiene razón con lo siguiente:

    “Es improbable que el texto signifique un secamiento literal del Éufrates al final de la historia, porque, a lo largo del libro, las aguas son usadas de forma figurada y, en el mundo moderno, el Éufrates no tendría más esa posición estratégica. Además, Isaías y Jeremías (anteriormente) han visto el secamiento del mar rojo como un símbolo, y es probable que Juan ha hecho lo mismo aquí”.[29]

    Ahora, es importante encontrar el significado de la palabra “agua” para comprender la naturaleza del castigo; y aquí, Apocalipsis 17: 15 es de gran ayuda. Según este texto, “aguas” representa “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. Como estos son los que apoyan y le dan poder a Babilonia, “aguas” simboliza no solo muchedumbre, sino también “poder” y “autoridad”. En este sentido, el secamiento del río Éufrates representa la pérdida de poder, influencia y autoridad de Babilonia. De acuerdo con Apocalipsis 17: 16, Babilonia será aborrecida y la dejarán desolada. Tercero, con el secamiento, se anuncia la venida de los reyes del oriente, que se cumplirá con la segunda venida de Cristo; con este retorno, Babilonia será destruida completamente.
  7. Armagedón. Esta será una batalla espiritual entre Babilonia y el remanente, entre Cristo y Satanás.[30] El anuncio de esta lucha se da en la sexta plaga y todo parece indicar que se desarrollará en la séptima. Esta lucha iniciará con la “gran tribulación” (Mat. 24: 21; Dan. 12: 1; Apoc. 7: 14) y finalizará con la segunda venida de Cristo. Algunos sugieren que habrá una parte II del armagedón, después del milenio. Babilonia apocalíptica será eliminada con la segunda venida de Cristo y se le dará la victoria a los 144.000, que serán miembros del remanente.

Conclusión

  1. La mayoría de las plagas de Apocalipsis 16 son literales, aunque hay ciertos castigos presentados simbólicamente. No es recomendable espiritualizar las plagas ni decir que todas serán literales.
  2. Las siete plagas postreras son la manifestación de la ira y la justicia de Dios, cuyo objetivo es castigar a quienes persiguieron momentos antes al remanente. Los castigados serán personas malvadas, lo único que querrán hacer es asesinar a los hijos de Dios; ellos no desearán arrepentirse.
  3. Gracias al sello de Dios, los 144.000 no recibirán ninguna de las plagas ni experimentarán la muerte. El Señor Jesucristo retornará para librarlos de las manos de Babilonia y les regalará la victoria en el armagedón.
  4. El armagedón terminará con la segunda venida de Cristo. Los malos serán destruidos, nosotros seremos victoriosos.

Referencias:

[1]En este documento, no abordaré el castigo a Babilonia de Apocalipsis 17 y 18, a pesar de que estos capítulos amplían su castigo final. Tampoco analizaremos cada una de las plagas.

[2]Para un mayor estudio sobre la Crisis final, ver Oscar S. Mendoza, “¿Cuáles son los eventos proféticos de la crisis final?”, en El fin está cerca: Una mirada a las profecías bíblicas, ed. Jiří Moskala, et. al. (Manhasset, NY: Greater New York Conference of Seventh–Day Adventists – Ministerios Hispanos, 2022), 83–96; Gerhard Pfandl, “A Escatologia de Ellen G. White”, en O futuro: Visão Adventista dos Últimos Acontecimentos: Artigos Teológicos Apresentados no V Simpósio Bíblico-Teológico Sul-Americano em Homenagem a Hans K. LaRondelle, ed. Alberto Timm, et. al. (Engenheiro Coelho, SP: UNASPRESS, 2004), 311–326; Norman Gulley, Christ is Coming! A Christ–Centered Approach to Last-Day Events (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1998); Donald E. Mansell, El perfil de la crisis venidera (Nampa, ID: Pacific Press, 1999).

[3]Sobre los 144.000 sellados, ver Oscar S. Mendoza, “Los 144.000 y la gran multitud en el contexto de apocalipsis 7 y 14”, Theologika 26, no. 1 (2011): 46–83; Ekkehardt Mueller, “The 144.000 and the Great Multitude”, Biblical Research Institute, http://www.adventistbiblicalresearch.org/documents/144,000greatmultitude.htm (consultado: 16 de abril, 2008); Beatrice Neall, “Sealed Saints and the Tribulation”, en Symposium on Revelation: Introductory and Exegetical Studies–Book 1, ed. Frank Holbrook (Silver Spring, MI: Biblical Research Institute, 1992), 6:245–78.

[4]Félix Cortez, “Las 7 últimas plagas”, BePress, https://works.bepress.com/felix_cortez/283/ (consultado: 4 de enero, 2023), 5.

[5]“Por lo tanto, la ira de Dios no causará las plagas directamente, pero permitirá que la humanidad coseche las consecuencias de su maldad en totalidad” (ibid., 5).

[6]Ibid.

[7]Ibid.

[8]Ibid.

[9]Ibid.

[10]Ibid.

[11]Ibid.

[12]Ibid.

[13]Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation (Berrien Spring, MI: Andrews University Press, 2002), 482.

[14]“Hasta ahora, la ira de Dios siempre ha sido suavizada con misericordia. Aquí, la situación cambia. Los impíos han de experimentar la ira final de Dios en su fuerza total, sin misericordia ni gracia (cf. Apoc. 14:10)” (ibid., 477).

[15]Grant R. Osborne, Revelation, en Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker, 2002), 653.

[16]George E. Ladd, El Apocalipsis de Juan, 3era ed., trad. Arnaldo Canclini (Barcelona: Clie, 1985), 185.

[17]Elisabeth Shüssler, Apocalipsis: Visión de un mundo justo, trad. Víctor Morla (Navarra: Verbo divino, 1997), 133.

[18]Para un mayor estudio sobre la “ira de Dios”, ver John Pekham, “El amor de Dios, su ira y la destrucción de los impíos”, YouTube, https://www.youtube.com/watch?v=eL4lSiVwcAI&t=3109s (consultado: 28 de agosto, 2021); ibid., The Love of God: A Canonical Model (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2015); ibid., Divine Attributes: Knowing the Covenantal God of Scripture (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2021).

[19]Las profecías del fin, trad. David Gullón (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1999), 388.

[20]Para un mayor estudio sobre las alusiones del AT en la visión de las 7 plagas, ver Maicol A. Cortes, “Las plagas escatologicas en Apocalipsis 16 y en la Literatura judía”, en “Vi volar por en medio del cielo…”: Festschrift a Sergio Olivares y Juan Millanao, ed. Carlos Olivares y Sergio Celis (Chillán, Chile: Asociación Casa Editora Sudamericana Chile, 2022), 65–84; Benjamin G. Wold, “Revelation 16 and the Eschatological Use of Exodus Plagues”, en Eschatologie – Eschatology the Sixth Durham-Tübingen Research Symposium:  Eschatology in Old Testament, Ancient Judaism and Early Christianity, WUNT 272 (Tübingen: Mohr Siebeck, 2011), 249266; ibid., “Revelation’s Plague Septets: New Exodus and Exile”, en Echoes from the Caves: Qumran and the New Testament, Studies on the Texts of the Desert of Judah, vol. 85, ed. Florentino García (Países Bajos: Bill, 2009), 279–297.

[21]Ladd, 185.

[22]El dispensacionalismo (de la escuela futurista) entiende que Babilonia apocalíptica será el mismo imperio neobabilónico reconstruido, sostiene que esta Babilonia —como ciudad— será literal.

[23]Esta fue la misma comprensión que tenía Elena G. de White. Ella indicó que Babilonia “no puede referirse únicamente a la Iglesia Romana, pues esa iglesia ha estado en una condición caída por muchos siglos” (Elena G. de White, The Great Controversy [Battle Creek: Review and Herald, 1911], 383). Para un mayor estudio, ver Don L. Garilva, “The Development of Ellen G. White’s Concept of Babylon in The Great Controversy”, Journal of the Adventist Theological Society 18, no. 2 (2007): 223–242. La erudición de nuestra iglesia sigue dicha interpretación: Ekkehardt Mueller, “Revelation’s Babylon and Its Characteristics”, en The Word: Searching, Living, Teaching, vol. 1, ed. Artur A. Stele (Silver Spring, MI: Biblical Research Institute, 2015), 156–161; Hans LaRondelle, “Babylon: Anti–Christian Empire”, en Symposium on Revelation, ed. Frank B. Holbrook (Washington, DC: Biblical Research Institute, 1992), 7:157–163; Edwin Reynolds, “La figura de Babilonia en el libro de Apocalipsis”, Theologika 31, no. 2 (2016): 174–201; Stefanovic, 456–457.

[24]Por supuesto, esto lo relató muy bien el historiador griego Herodoto (Herodotus 1.190-91, ver en Gregory Beale, Revelation, en New International Greek Testament Commentary [Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999], 827).

[25]Stefanovic, 485.

[26]Ibid. Ver también LaRondelle, Las profecías del fin, 393; Osborne, 665. No solo eso, el secamiento del Éufrates también es “un preludio de la unión del pueblo disperso de Dios en su propia tierra (Isa. 11: 15, 16; IV Esdras 13: 47)” (Ladd, 188).

[27]Beale, 827.

[28]Ibid., 828.

[29]Osborne, 665–666.

[30]Wlliam Shea sugiere un paralelismo entre el armagedón de Apocalipsis 16 y 1 Reyes 18, ver “The Location and Significance of Armageddon in Rev 16:16”, Andrews University Seminary Studies 18, no. 2 (1980): 157–162.