Los dones espirituales

Los dones espirituales son atributos que el Espíritu Santo otorga, por su gracia, al nuevo creyente en Cristo (Ro 12:8).[1] Estos se reciben en el momento del bautismo. Hechos 2:38 registra: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Este don es necesario porque el cristiano requiere, cada día, la presencia y la obra del Espíritu Santo.

Una de las acciones del Espíritu Santo, es proveer dones espirituales y ayudarle al creyente a utilizarlos continuamente, con el propósito de “fortalecer la iglesia”. Efesios 4:11-13 registra: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

El creyente es llamado a utilizar sus dones responsablemente.[2] En primer lugar, él no está para exaltarse a sí mismo, sino para exaltar a Cristo y beneficiar a la iglesia. Como dice el Tratado de Teología Adventista, “Los dones no son para disfrutarlos personalmente o para la exaltación, sino para el bien del cuerpo”.[3] En segundo lugar, cada creyente usará sus dones siempre. Según la Biblia, dejar de hacerlo implica recibir el castigo divino en la segunda venida de Cristo (Mt 25:14-30). No usar nuestros dones implica negar servir a nuestro Dios, y revela el desamor por el prójimo. Por esta razón, es relevante usarlos porque así aguardamos el retorno del Señor Jesucristo y llegamos a ser aprobados por Dios.[4]

Dios otorga dones a cada persona de acuerdo a su voluntad, lo que implica que no toda persona tiene los mismos dones. 1 Corintios 12:11 registra: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”. Una idea semejante se encuentra, metafóricamente, en el siguiente pasaje: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso” (1 Cor 12:18). Entonces, Dios ha equipado a su iglesia con una diversidad de dones. El objetivo es involucrarnos a todos en general y así lograr la unidad.

¿Qué dones existen?

La Escritura provee algunas listas para identificar aquellos dones:

Romanos 121 Corintios 121 Corintios 14Efesios 4
ProfecíaFeProfecíaApóstoles
Servicio SanidadLenguasProfetas
EnseñanzaSabiduría Evangelistas
ExhortaciónMilagros Pastores
DadivosidadProfecía Maestros
LiderazgoDiscernimiento de espíritus  
MisericordiaDon de lenguas  
 Interpretación  
 Maestros  
 Apóstoles  
 Servicio  
 Administración  

Dios compara los dones espirituales con un cuerpo, con el objetivo de mostrar que la iglesia debe trabajar integralmente. Esto implica que todos los dones, sin excepción, son indispensables para el fortalecimiento y el cumplimiento de la misión. Ningún don es superior al otro. Sin embargo, es importante recalcar que cada “don depende de otro don” para cumplir una determinada tarea. Por ejemplo, ¿El que tiene el don de liderazgo, puede cumplir el objetivo de Solidaridad, si no involucra a los que tienen los dones de misericordia, dadivosidad y servicio? En una campaña de evangelismo ¿Un evangelista necesitará trabajar con los maestros, pastores y administradores? Todos nos necesitamos. Que nadie piense que su don es menor. No existe “don menor” o “don mayor”. Creencias de los adventistas, 239, indica: “Por cuanto el Espíritu distribuye conforme a lo que le parece, ningún don debe ser despreciado o pasado por alto. Ningún miembro de la iglesia tiene el derecho de ser arrogante por habérsele encargado alguna función específica, ni nadie debiera sentirse inferior porque se le ha asignado una posición humilde”.

Otro punto resaltante es que todo cristiano debe “desear los mejores dones” (1 Co 12:31). No es que hay jerarquías de dones, sino que cada uno de nosotros debe procurar tener más dones para servir mejor a Dios. “Mientras más dones se conceden a un creyente, mayor es su influencia espiritual, y más profunda debe ser su dependencia de Dios”.[5]

¿Cómo reconocer nuestros dones?

Cada creyente no ha sido llamado para elegir sus dones, sino solo para descubrirlos y usarlos. Para ello, se sugiere lo siguiente:[6]

  1. Explore las posibilidades.
  2. Experimente con todos cuantos le sea posible.
  3. Examine sus sentimientos.
  4. Evalúe su eficiencia.
  5. Espere confirmación por parte del cuerpo.

Con seguridad, la mejor manera de descubrir nuestros dones es trabajando por Cristo continuamente. Mientras más servimos a Dios en los diferentes Departamentos y Ministerios de la iglesia, el Espíritu Santo nos capacitará para reconocer nuestro papel en el cuerpo de Cristo. Nuestro Redentor anhela que le sirvamos en gratitud por sus actos salvíficos en nuestras vidas. Estamos seguros que, cuando Él retorne, heredaremos la tierra nueva.

Finalmente, es recomendable desarrollar un test para saber cuáles son nuestros posibles dones espirituales. Sugerimos el siguiente (el cual no es mío ni encuentro la fuente):


Referencias:

[1]A pesar que varios diferencian a los “talentos” de los “dones”, en este tema consideraremos que los dones “representan los talentos especiales que imparte el Espíritu”. Creencias de los adventistas del séptimo día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 238.

[2]Miguel Ángel Salomón, con respecto a la responsabilidad que debemos tener en el uso de los dones,  declara: “Debemos comprender que: (1) quien haga un buen uso de los talentos, tendrá mayor capacidad para enfrentar nuevos y mayores desafíos en su tarea, (2) la recompensa está directamente relacionada con el uso de los talentos y (3) el castigo que es la privación de los deleites de la eternidad”. “Los dones espirituales y los ministerios: herramientas efectivas para cumplir la misión hoy”, en Teologia e Metodologia da Missão, ed. Elías Brasil de Sousa (Cachoeira, BA: Centro de Pesquisa em Literatura Bíblica, 2011), 498-9.

[3]“Dones espirituales”, en Tratado de Teología adventista del séptimo día, ed. Raoul Dederen (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2011), 686.

[4]George Knight, Mateo, en La Biblia amplificada, trad. Tulio N. Peverini y Miguel Valdivia (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998), 245, 246.

[5]Creencias de los adventistas, 241

[6]Peter Wagner, Su iglesia puede crecer: siete características de una iglesia viva, trad. Xavier Vila (Barcelona: Clie, 1980), 91.