La invasión a Judá (vv. 1-2)
Daniel 1:1 inicia mencionando el año que Jerusalén fue sitiada, a saber, en el tercero del reinado de Joaquim. ¿Cuándo fue? En el año 605 a.C. El problema, sin embargo, es que, aparentemente, no cuadraría con el 605, porque el rey en mención comenzó a gobernar desde el 609; quizás por eso, es que Jeremías coloca la invasión babilónica en el cuarto año de Joaquim, y no en el tercero (Jer 25:1).
Para solucionar este aparente problema, debemos tener en cuenta que Daniel escribió su libro en Babilonia, imperio donde no se consideraba el año de ascensión. Por ejemplo, si un rey comenzaba a gobernar desde junio de 2021, su primer año de reinado no iniciaba en aquel año, sino desde enero del 2022. En cambio, el conteo entre los judíos no era así. En Judea, el año de ascensión sí se consideraba. Por ejemplo: si un rey comenzaba a gobernar desde junio de 2021, su primer año de reinado sí iniciaba aquel año. De junio a diciembre de 2021, ya era considerado un “año” de reinado. Su segundo año de gobierno, iniciaba el 1 de enero de 2022, y así sucesivamente. A este tipo de conteo hebreo, se le llama “contabilidad inclusiva” (William Shea, Daniel: Una guía para el estudioso, 43).
Entonces, como en Babilonia el año de ascensión no se consideraba y en Judea sí, y la audiencia de Daniel era babilónica y la de Jeremías era judía; el cuarto año de Joaquim, para Judea, fue el año 605 a.C.; lo que para los babilonios era el tercer año. Ambos conteos se direccionan para la misma fecha: 605 a.C.
Joaquim reinó desde el año 609 hasta el año 598 a.C., e hizo lo malo ante la presencia de Jehová. En su tercer año, según Daniel 1:1, Nabucodonosor sitió Judá, y llevó a muchos cautivos a la ciudad de Babilonia. Esta fue la primera invasión a Jerusalén, ya que, en los años 598/7 y 586, Babilonia también invadió Jerusalén. De estos tres ataques, el más terrible fue del año 586; ya que el templo de Jerusalén fue destruido y la ciudad quedó desolada.
¿Por qué motivo el Señor entregó a Joaquim en las manos de Nabucodonosor? Por su pecado y por el pecado del pueblo. Joaquim fue idólatra y su corazón era de continuo al mal. En el caso del pueblo, penosamente, este siguió la línea del gobernante de turno. Rey idólatra, pueblo idólatra. Los judíos seguían pecando y no tenían la intención de arrepentirse. Por ello, Dios decidió “permitir” (en hebreo natán, que también significa “entregar”) que Nabucodonosor invada Judá; escondió su brazo y no los protegió. Peor aún, Joaquim era aliado de Necao, faraón de Egipto. No es que Jehová le habló al rey de Babilonia para invadir Judá; únicamente, el Señor decidió no ayudar a su pueblo.
Al invadir Jerusalén, el ejército babilónico llevó los utensilios de la Casa de Dios; dándole un valor religioso a la invasión babilónica. Aparentemente, Jehová había perdido, y el dios principal de Babilonia, Marduk, había ganado. Peor aún, esos utensilios fueron llevados al templo de Marduk, el famoso Esagila, ubicado en la “ciudad de Babilonia” (llamada también “tierra de Sinar”. La “tierra de los caldeos” era equivalente a “Babilonia”).
En realidad ¿Dios había perdido la batalla frente a ese “dios” babilónico? Por supuesto que no. Esta no fue una derrota; simplemente, fue un castigo divino a los judíos. Dios podía vencer a Marduk, pero, su objetivo era más disciplinar a Judá.
Príncipes en Babilonia (vv. 3-4)
El ejército de Nabucodonosor llevó cautivo a muchas personas, entre ellas, a cuatro del linaje real. ¿Quiénes fueron? Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Todo parece indicar que ellos fueron descendientes del linaje real davídico, y miembros de la familia del rey Sedequías, último rey de Judá (Alomía, Daniel: el profeta mesiánico, 14; Stefanovic, Daniel, 52). Aproximadamente, estos cuatro varones tenían entre 17 y 18 años de edad (no existe consenso sobre sus edades). Ellos fueron los frutos de la reforma del rey Josías, que gobernó entre los años 640 y 609 a.C.
Ni bien llegaron a Babilonia, estos cuatro príncipes tuvieron ciertos desafíos. Por ejemplo, debían estar bajo la tutela de Aspenaz, “jefe de los eunucos” (heb. rab sans) del rey Nabucodonosor. Esto implica, por supuesto, que Daniel y sus amigos podrían haberse convertido en eunucos también. Peor aún, Isaías había profetizado que los príncipes de Judá iban a ser “eunucos” en Babilonia (Is 39:7). Lo crítico de todo esto, es que, en el Antiguo Cercano Oriente (ACO), a los eunucos se los castraba. Por lo general, los jefes de los eunucos se encargaban del aren del rey. ¿Todo esto quiere decir que Daniel y sus amigos fueron eunucos y se los castró? Todo parece indicar que no. Alomía (24-25) y Stefanovic (51, 54) presentan algunas razones:
- La palabra “eunuco” viene del hebreo “sarís”, y esta palabra no necesariamente se refiere a una persona castrada, sino a un gobernador, ministro, oficial o alto dignatario del rey (2 R 18:17; Jer 39:3, 3). Es más, el acadio “ša reši”, que está vinculado al hebreo “sarís”, “es usado para describir el servicio de estar frente al rey y no señala estrictamente la condición de eunuco” (Alomía, 25). Probablemente, esta sería la connotación aplicada a Daniel y sus amigos. “No se puede demostrar que ellos hayan sido eunucos literales en Babilonia” (Stefanovic, 51).
- El rey Nabucodonosor quería jóvenes perfectos, sin defecto físico alguno (Dan 1:4).
- Si Dios pudo librarlos del horno de fuego y del foso de los leones ¿cómo no los iba a librar de la castración?
Estos cuatro jóvenes, cuando llegaron a Babilonia, ya eran muy inteligentes y sin defecto. Es interesante que la expresión “sin defecto”, es la misma que se usaba para los sacerdotes que servían en el santuario y para los sacrificios (Lev 21:17-23; 22:18-25; ver Stefanovic, 52). Nabucodonosor le pidió a Aspenaz que eligiera a gente sabia para ser preparada (v. 4), entre ellos, Daniel y sus amigos. Estos jóvenes tenían el Espíritu de Dios, su capacidad era muy elevada.
¿Qué materias iban a estudiar estos cuatro jóvenes? Durante los tres años, ellos estudiaron lo siguiente (basado en Alomía, 21-23; Shea, 37-38; Stefanovic, 52-53):
- Además de su lengua materna (el hebreo), ellos debían saber tres idiomas más: el acadio (la lengua de Babilonia), el sumerio (lenguaje tradicional de la religión de Babilonia y de Mesopotamia) y el arameo (idioma diplomático para los negocios internacionales).
- Escritura cuneiforme
- Matemática
- Astrología
- Interpretación de sueños
- Astronomía
- Adivinación
- Tradición onírica (predicción de sueños)
- Ciencia médica
Después de los tres años de estudios (este tiempo fue el estándar entre los persas y neobabilonios; ver Stefanovic, 53), ellos podían ocupar los siguientes cargos: “Escribas, consejeros, sabios, diplomáticos, gobernadores provinciales o asistentes a los miembros de la familia real” (Stefanovic, 53).
Alimentación y adoración (vv. 5-14)
Los cuatro jóvenes hebreos debían estudiar tres años en Babilonia y, al terminarlos, tenían que presentarse ante el rey. Durante este lapso de tiempo, Daniel y sus amigos debían ser alimentados con la “comida del rey”.
¿Cuál era la “comida del rey” y por qué decidieron no consumirla?
- En primer lugar, la comida del rey era dedicada a sus dioses (y ojo, se la dedicaba en el templo; cf. 1 Cor 1:8). Los de Babilonia suponían que sus dioses eran los proveedores de los alimentos y, comerla, implicaba reconocer la dependencia a estos dioses. Alimentarse con la “comida del rey”, significaba aceptar que Marduk era el creador y sustentador del universo. Stafanovic, 55, declara: “Los jóvenes hebreos debieron haber comprendido claramente que su Dios, el Creador de todo, más que el rey o su dios, era el último Proveedor de todas las cosas, si era la comida y bebida, o la vida y la sabiduría”. De hecho, alimentarse con este tipo de comida, implicaba idolatría. Al respecto, Jacques Doukhan declara: “En efecto, la asociación carne-vino caracteriza, tanto en la Biblia como en las culturas del Cercano Oriente, la comida ritual ingerida en el contexto de un servicio de adoración. Participar de una comida así, implicaba sumisión al culto babilónico y reconocimiento de Nabucodonosor como dios” (Secretos de Daniel, 17).
- En segundo lugar, la alimentación del rey incluía carnes inmundas y bebidas alcohólicas, las cuales no se debían consumir (Lev 11; Deu 14; Prov 20:1), porque afectaban la salud. Según Stefanovic, 62, los soldados de Babilonia, por ejemplo, comían carne de cerdo y de caballo mientras servían al rey. Entonces, si estos jóvenes consumían dicho potaje, indudablemente se iban a enfermar. Ellos comprendieron que “Dios no solo quiere que tengamos mentes alertas espiritualmente, también quiere que tengamos cuerpos saludables” (Shea, 41). Un cuerpo no sano iba a afectar su sabiduría e inteligencia. Además, recordaron que la ley mosaica prohibía el consumo o toque de estos alimentos (Lev 11:8, 11), porque iban a quedar “inmundos” (Lev 11:24). Por ello, como reacción, ellos decidieron “no contaminarse” (Dan 1:8). “Su preocupación religiosa por la alimentación tenía raíces en la tradición bíblica” (Doukhan, 20).
- En tercer lugar, según Stefanovic, 57, 63-64, comer la comida del rey implicaba pacto y tenía fines políticos. Era común en el ACO, sentarse a comer para hacer una alianza o pactar algo; y, por lo general, entre los reyes se hacían alianzas cuando uno de ellos estaba en peligro y necesitaba ayuda. En el caso de los cuatro jóvenes hebreos, si se sentaban a la mesa a consumir la “comida del rey”, hubiesen estado comunicando a Nabucodonosor su disposición a pactar con él, a aceptar todas sus órdenes y a serle leales; esto implicaba un rechazo abierto a la ayuda del Dios del cielo. Por supuesto, ellos se negaron, porque reconocieron que “la inteligencia y la sabiduría son dones que el Dios Creador ha dado a las personas que le aman y obedecen sus instrucciones” (Stefanovic, 58); y, por tanto, no necesitarían de ningún pacto con Nabucodonosor para adquirir esos dones.
- En cuarto lugar, la alimentación del creyente forma parte de la adoración al Creador. Un verdadero adorador glorifica a Dios por medio de su alimentación (1 Cor 10:31), porque considera que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo (1 Cor 6:19-20). Si estos cuatro jóvenes hubiesen comido el potaje del rey, se habrían convertido en falsos adoradores. “Las leyes alimenticias de Levíticos son parte integrante de la verdadera adoración, por todo esto Daniel pidió legumbres a comer y agua a beber” (Héctor Urrutia, Profecías apocalípticas de Daniel, 56).
Por estas cuatro razones, ellos no consumieron la “comida del rey”. Pero, ¿qué iban a comer? ¿Con qué iban a reemplazar el potaje de Nabucodonosor? Por diez días, Daniel y sus amigos reemplazaron la comida del rey por un régimen vegetariano. El versículo 12 registra que ellos prefirieron “legumbres y agua”. La raíz de la palabra hebrea para “legumbres” o “verduras”, aquí, es “zera”, la misma que aparece en Génesis 1:29, y significa también “semillas”, que incluye cereales, frutas, verduras y hortalizas. Estos alimentos ―el régimen vegetariano de Adán y Eva―, fue el mejor reemplazo de la comida inmunda de Nabucodonosor.
Pero, ¿estos cuatro príncipes hebreos siempre fueron vegetarianos, o solo prefirieron la dieta vegetariana por esos 10 días? En sí, la propuesta de Daniel y sus amigos fue la siguiente: “déjenos a nosotros elegir qué comer; y como prueba de nuestra inteligencia, danos 10 días”. Entonces, parece que Daniel inició sus tres años de estudio, consumiendo comida vegetariana por 10 días; y, al terminar estos días, hasta finalizar los tres años, él y sus amigos siguieron consumiendo la comida que la ley mosaica permitía. Posiblemente, retomaron la dieta de los 10 días en algún otro momento; es más, antes de llegar a Babilonia, pudieron haber optado por la misma dieta. Tremper Longman III está en lo correcto, al declarar que “la dieta de los vegetales ―en el caso de Daniel― era un régimen temporario” (Daniel, 53; cf. Stefanovic, 59), por dos razones:
- Los judíos no eran necesariamente vegetarianos; aun la casa sacerdotal comía carne, por los sacrificios (Lev 7:15; 8:31). No solo eso, la ley mosaica permitía el consumo de carnes limpias, más no las inmundas (Lev 11). También, estaba prohibido el consumo de sangre (Lev 7:26-27; 17:10-16; 19:26), algo que sí se hacía en Babilonia. En el judaísmo, no era pecado consumir carnes limpias.
- En Daniel 10:3, el profeta optó por la dieta vegetariana por cierto límite de tiempo. El texto registra lo siguiente: “No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas”. El versículo da a entender que Daniel solo optó por el vegetarianismo hasta que se cumplieran las tres semanas. Igual habría sucedido en Daniel 1:8, que señala que solo consumieron legumbres y agua por 10 días, un lapso de tiempo específico.
El pedido principal de Daniel y sus amigos, para sus tres años de estudio, fue de que se les diese libertad para elegir qué comer y qué no comer. Este pedido, por supuesto, implicaba un rechazo abierto al rey y, principalmente, a la religión babilónica. Por otra parte, al haber preferido una alimentación saludable, la que estipula el Pentateuco, ellos estaban revelando dependencia y adoración exclusivas al Dios del cielo.
La mano poderosa de Dios (vv. 15-21)
En Daniel 1, la mano poderosa de Dios se hizo evidente en distintas situaciones. Leamos:
- Cuando el Señor puso a Daniel en gracia con el jefe de los eunucos (v. 9). La razón principal para que haya aceptado Melsar la propuesta de Daniel, no fue lo interesante o inteligente de la sugerencia, tampoco fue el respeto y la amabilidad del joven profeta, sino exclusivamente la mano poderosa de Dios. Mientras Daniel y sus amigos trataban de convencer a Melsar, Dios obraba en su corazón, con el fin de que cediera a la petición de Daniel.
- La inteligencia y sabiduría de Daniel y sus amigos, fueron descomunales y extraordinarias. El mismo Nabucodonosor reconoció que ellos eran 10 veces superiores a los demás (v. 20). ¿La razón? El versículo 17 responde: Dios les dio todo conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias, aún en visiones y sueños. Ellos no eran inteligentes y sabios porque leían mucho, o porque se “amanecían” estudiando constantemente; la única fuente de su sabiduría, era Dios mismo. ¿Por qué es importante reconocer a Dios como la fuente de sabiduría en Daniel y sus amigos? Por una sencilla razón, como leeremos más adelante, ellos, sobre todo Daniel, fueron consejeros de Nabucodonosor; sus recomendaciones siempre eran sabias, tanto así que beneficiaban al rey. Esto implica que cada consejo de Daniel, era únicamente por iluminación divina. El Señor era el responsable principal de los consejos del profeta.
- Gracias a Dios, estos cuatro príncipes tuvieron discernimiento mientras estaban estudiando. Una de las materias que ellos iban a estudiar, era la adivinación. Ellos debían convertirse en expertos en esta área. Sin embargo, se corría el riesgo de desobedecer la Palabra de Dios, porque ella rechazaba dicha práctica (Num 23:23; Deu 18:9-14). Con todo, ellos terminaron triunfantes los tres años de estudios.
- También se reveló la mano divina, cuando ellos terminaron sus diez días de régimen vegetariano, y cuando finalizaron sus tres años de estudios. Si ellos no alcanzaban una inteligencia elevada, quizás mejor que la de sus compañeros, lo más seguro es que iban a morir, al igual que Melsar. Es más, los capítulos 2, 3 y 4 del libro de Daniel, muestran que Nabucodonosor era un rey impulsivo, no siempre pensaba antes de actuar. Por ello, era necesario el poder de Jehová para ayudar a estos cuatro príncipes. Sus vidas estaban en riesgo.
El capítulo 1 de Daniel lo debemos entender a la luz del gran conflicto. La lucha era entre Dios y Marduk. ¿Cuál de los dos era el Creador y Sustentador: Jehová o Marduk? ¿Quién de ellos era más sabio y tenía una Palabra autoritativa que hacía sabios a sus hijos? ¿Cuál de los hijos eran más sabios, los de Jehová o los de Marduk? Finalmente, ¿a quién se lo debía adorar? Indudablemente, el capítulo bajo estudio revela que Jehová de los ejércitos es el Creador y Sustentador de todo, y su régimen alimenticio es el mejor. Él es el que provee sabiduría a sus hijos, y lo hace por medio de su Palabra. Si el creyente en Cristo se somete a la Palabra divina, y a depender 100% de Dios, tal como lo hicieron estos cuatro príncipes, los resultados serán extraordinarios. Se convertirá en una persona sabia, preparado para toda buena obra; y, sobre todo, se convertirá en un verdadero adorador. A través de Daniel 1, Dios llama al creyente a ser un verdadero adorador, a alimentarse según la Palabra, a ser sabio y a dar un buen testimonio. Si estos cuatro jóvenes pudieron, y en Babilonia, nosotros también. Claro, es cuestión de depender de Dios y hacer su voluntad.