Comprendiendo el «no» De Dios (reflexión)

Objetivo: demostrar que, cuando Dios nos dice “no” a un pedido de oración, es para nuestro bien.

Texto clave: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co 12:9).

Texto a estudiar: 2 Corintios 12:7-10.

I. El aguijón en la carne (vv. 7-8)
  • De acuerdo a la erudición, lo más probable es que este “aguijón” haya sido un problema en los ojos, posiblemente Pablo tuvo cataratas.
  • Este problema, según el versículo 7, fue generado por un “mensajero de Satanás”, Dios no tuvo nada que ver. Recordemos que todo lo bueno viene de Dios y todo lo malo viene del diablo. Para librarse de ese aguijón, Pablo rogó al Señor tres veces. Él había pedido sanidad.
  • ¿Le era necesario ser sanado? Claro que sí. Pablo era apóstol, pastor, evangelista, profeta, escritor y maestro. Él tenía muchos dones y distintas responsabilidades en la iglesia. Por ejemplo, como evangelista él viajaba mucho; como buen escritor leía bastante; etc. Sí o sí, sus ojos debían estar sanos para cumplir de la mejor manera la misión encomendada por Dios.
  • ¿Cuál fue la respuesta divina al pedido de Pablo? “¡No!”. El Señor había decidido no sanarlo, y Pablo aceptó Su decisión.
II. Dios ve más allá de lo que nosotros vemos (v. 9)
  • ¿Por qué motivo Dios decidió no sanarlo? Es una muy buena pregunta. La respuesta la vemos en la debilidad de Pablo.
  • Ojo, todos tenemos inclinaciones al mal (o debilidades). Algunos, por ejemplo, tienden a beber alcohol, otros se inclinan por el chisme, hay personas que se inclinan por la fornicación, etc. Pablo también tuvo sus debilidades, y eso se evidencia en Romanos 7:7-25.
  • ¿Cuál fue la debilidad de Pablo? Según 2 Corintios 12:7, el orgullo era una de sus debilidades. Él mismo lo reconoció, al escribir: “Y dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera” (énfasis añadido). Y no nos debe sorprender la debilidad de Pablo, recordemos que él había sido fariseo, secta judía conformada por personas cuyo ego era colosal. Los fariseos tendían mucho al orgullo y a menospreciar a los demás.
  • Entonces, si Dios sanaba a Pablo, posiblemente el orgullo lo iba a dominar. Su dependencia exclusiva de Dios, quizás, iba a estar en riesgo. Su fortaleza ya no iba a estar en el Señor, sino en él mismo. Por tanto, aunque sea paradójico, le era necesario el aguijón, para que siga dependiendo de Dios.
  • Es que existe una gran verdad: Dios ve más allá de lo que nosotros vemos. Nosotros nos enfocamos en la respuesta al pedido, Dios se enfoca en nuestra salvación y en nuestro carácter. Nosotros solo nos centramos en el hoy, Dios piensa en nuestro futuro. Pablo pensaba en su sanidad física, Dios pensaba en la victoria de Pablo sobre el poder del orgullo.
  • Para Dios es fácil darnos un millón de dólares. Le es fácil sanarnos e, inclusive, resucitarnos. Pero, no le es fácil salvarnos y transformar nuestro carácter, ya que tenemos libre albedrío. Por ello, a veces, a Él le es necesario darnos un “No” como respuesta.
III. El “No” de Dios es también una bendición (v. 10)
  • Sin lugar a dudas, el “No” de Dios revela Su preocupación por nuestra salvación, porque logra aumentar nuestra fe y mejorar nuestro carácter.
  • Por ejemplo, gracias al “no” divino, según el versículo 10, Pablo logró la humildad y la dependencia total de Dios. De ser orgulloso pasó a complacerse en sus debilidades; reconoce que es débil y que solo llega a ser fuerte cuando Cristo está a su lado. Ahora, él se goza en sus debilidades, con el fin de que el poder del Señor se revele en su vida.
  • Con el paso del tiempo, Pablo logró vencer el orgullo, hasta lograr decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fi 4:13). Gracias al “no” de Dios, Pablo pasó de ser orgulloso a ser una persona humilde.
  • Además del carácter, Dios también piensa en el futuro. Antes de decidir si sanarlo o no, Cristo pensó en la vida eterna de su apóstol. Al final, decidió no sanarlo; para Pablo, le era preferible “no ver bien hoy” que perder la vida eterna. Lo bueno es que él, como buen hijo de Dios, reaccionó de forma positiva a la respuesta divina, se sometió a su Voluntad.
  • Gracias al “no” de Dios, Pablo logró escribir lo siguiente: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Ti 4:7-8).
  • Estoy seguro que, cuando Cristo retorne y se encuentre con Pablo, el apóstol le dirá: “Gracias por no haberme sanado. Tu decisión sabia me está permitiendo experimentar la vida eterna. Ahora, te veré bien por siempre y me relacionaré contigo por la eternidad”. Pablo aceptó la voluntad de Dios y fue bendecido. Cuando Cristo retorne, el apóstol en mención heredará la vida eterna.
  • Antes de finalizar esta parte, es necesario reflexionar en lo siguiente: Dios siempre ha tenido y tendrá lindas intenciones para con nosotros. Jeremías 29:11 declara lo siguiente: “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros» —declara el SEÑOR— «planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”. Esto implica reconocer lo siguiente: cualquier decisión que Él tome, siempre será para nuestro beneficio.
  • Entonces, cuando nosotros le pidamos algo, si Él nos dice que “sí”, debemos decir “¡Amén!”. Si Él nos dice “espera”, respondamos “¡Alabado sea Tu nombre!”. Y si Él nos dice “no”, reaccionemos con un “¡Aleluya!”. ¿Por qué? Porque cualquiera sea la respuesta divina, es para nuestro bien. No solo el “sí” y el “espera” de Dios son bendiciones, también lo es Su “no” como respuesta. Tal vez no logremos entender sus decisiones hoy, pero nos quedará la eternidad, y será Cristo Quien nos ampliará el panorama.
Llamado:
  • Cuando el Señor te diga “no” a un pedido de oración, en vez de reclamar preguntando “por qué”; mejor, pregúntate “para qué”. Esto te ayudará a entender su sabiduría y cuán beneficioso es su “no” como respuesta. El “no” de Dios, es una bendición.
  • ¿Cuántos desean aceptar la voluntad de Dios? ¡Amén! A partir de hoy, comienza a experimentar las bendiciones del “no” de Dios también. ¡Qué el Señor te bendiga!