I. Introducción
- Saludo: Es grato estar ante ustedes y exponer lo que señala la Palabra de Dios. El Espíritu Santo está con nosotros y sabemos que Él nos iluminará para interpretar correctamente la Escritura. Oremos.
- Texto clave: “Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (Ap 10:11).
- Objetivo: Demostrar que las Instituciones Educativas Adventistas son relevantes para el cumplimiento de la misión.
II. La Educación Adventista y sus inicios
- El movimiento adventista inició en el año 1844 d. C. con tres de sus fundadores: Elena G. de White, Jaime White y Josep Bates; y este nació con la gran expectativa del cumplimiento de la segunda venida de Cristo. Los primeros adventistas creían que el retorno del Señor era inminente y toda acción debía girar en torno a este magno evento.
- Es así que ellos abordaron la siguiente pregunta: ¿Enviaremos a nuestros menores hijos a una institución educativa? Y su respuesta fue categórica: “no”. Como Cristo estaba “a las puertas”, no consideraron necesario enviar a sus hijos a estudiar; establecer escuelas no les era importante. En realidad, como dijeron Richard W. Schwarz y Floyd Greenleaf, el adventismo nació como un movimiento anti-educación.[1]
- La prioridad de nuestros pioneros no era la educación de sus hijos, sino el cumplimiento de la misión profética que el Espíritu Santo les había encomendado. Ellos tenían la siguiente visión apocalíptica: (a) creían que el adventismo era el Remanente profético de Apocalipsis 12:17, (b) sostenían que Dios les había llamado para proclamar un mensaje profético basado en los libros de Daniel y Apocalipsis, y (c) pensaban que el buen Espíritu les había comisionado proclamar los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12.[2] La mentalidad de nuestros pioneros —con el fin de adelantar la segunda venida— únicamente giraba en torno a la misión.
- Sin embargo, con el paso del tiempo, nuestros pioneros se dieron cuenta que necesitaban de personas más preparadas para el cumplimiento de la misión. A inicios de la década de 1870, ellos comenzaron a reflexionar más sobre la importancia de algún centro de estudios para preparar a futuros predicadores con el fin de cumplir la misión profética[3] y terminar la obra.
- Y es aquí donde entra a tallar Elena G. de White. A partir de 1872, ella comenzó a escribir testimonios sobre la verdadera educación. Nuestra profetisa no solo apoyó y fomentó la creación de instituciones educativas adventistas, sino que indicó que este era el plan de Dios para la formación de futuros predicadores. La Iglesia Adventista del Séptimo Día se convirtió en pro-educación.
III. La Educación Adventista y su razón de ser[4]
- Con lo que acabamos de ver en la primera parte de este sermón, podemos concluir que la razón de ser de la Educación Adventista es evangelístico: predicar el mensaje profético que tenemos como remanente. En realidad, una institución educativa adventista es tan solo un instrumento divino para el cumplimiento de la misión redentora. Los colegios adventistas fueron creados únicamente para eso. Por lo menos, eso da a entender la sra. White:
“La influencia de estos mensajes [de los tres ángeles] ha ido profundizando y ampliando […] poniendo en existencia las instituciones de aprendizaje, casas publicadoras e instituciones de salud; todos estos son los instrumentos de Dios que cooperan en la gran obra, representada por el primer, segundo y tercer ángeles que vuelan en medio del cielo para advertir a las habitantes del mundo que Cristo está viniendo otra vez con poder y gran gloria”.[5] - Si la razón de ser de la Educación Adventista es evangelístico, ¿cuáles serían sus objetivos? Sugerimos los siguientes:
(a) Preparar a niños y adolescentes para el reino eterno de Dios.
(b) Preparar misioneros y discípulos con el fin de terminar la obra.
(c) Preparar niños y jóvenes para la crisis final y la segunda venida de Cristo. - Tengamos en cuenta que el objetivo principal de la Educación Adventista no es informar, tampoco enseñar ética, mucho menos preparar profesionales competentes para este mundo. Por el contrario, su misión es preparar a estudiantes para el encuentro con su Creador y guiarlos a la salvación eterna en Cristo.
- Si bien es cierto una de las funciones de toda Institución Educativa es formar futuros profesionales competentes, nuestra labor principal como sistema educativo adventista es formar hijos de Dios que esperen con los brazos abiertos al Señor en su segundo retorno.
IV. Educación Adventista y evangelismo
- En una Institución Educativo Adventista se puede hacer bastante para la ganancia de almas. Sin embargo, en esta parte no me centraré en cómo guiar a un alumno no adventista a los pies de Cristo, sino a la formación de nuestros estudiantes para que sean misioneros.
- Como se vio, la Educación Adventista nació para preparar misioneros. ¿Realmente hoy nuestras instituciones están cumpliendo su cometido? Por supuesto que sí. En nuestros colegios:
- Se prepara bíblicamente a nuestros alumnos por medio del curso de Religión, cursos bíblicos, cultos de adoración (que solían llamarse “capillas”), campamentos, retiros espirituales, semanas de oración, el Plan Maestro de Desarrollo Espiritual, etc.
- Se los capacita sobre cómo dirigir un culto de adoración y una semana de oración o evangelismo; y esto se evidencia al ver a los mismos chicos dirigir estos programas semanalmente.
- Los estudiantes aprenden a ser “maestros de ceremonia”, “directores de cantos”, “predicadores”, “declamadores”, etc. Con el paso del tiempo, ellos logran perder el nerviosismo.
- Los chicos desarrollan su capacidad de liderazgo. Como en el área espiritual hay diversos programas y proyectos, existe la necesidad de formar grupos de estudiantes para que las metas se cumplan, esto implica elegir líderes; entre ellos está, por ejemplo, el programa Generación X, que tiene como uno de sus objetivos desarrollar el liderazgo de nuestros alumnos.
- Los alumnos aprenden a dirigir campamentos y retiros espirituales.
- Se los instruye para dirigir campañas evangelísticas. Es más, se forman equipos de evangelismo para que, luego, los mismos estudiantes salgan a las iglesias a dirigir alguna campaña.
- Se los prepara para ser grandes predicadores. El pastor de colegio les enseña ciertas técnicas para saber cómo predicar la Palabra en un culto de adoración. Hubo ciertas instituciones, por ejemplo, que para el quinto sábado de Educación enviaron a los mismos estudiantes a predicar en las iglesias.
- Se les enseña a dar estudios bíblicos; es más, se les motiva a llevar a sus compañeros no adventistas a los pies de Jesús.
- Etcétera.
- Como se acaba de demostrar, es relevante la Educación Adventista para la Iglesia Adventista del Séptimo Día; sobre todo, para nuestros hermanos que tienen hijos en edad escolar. Si un padre o madre adventista desea que su hijo sea un instrumento poderoso para el cumplimiento de la misión, lo tendrá que matricular en una Institución Educativa Adventista, ya que nuestras instituciones son centros de entrenamiento para terminar la obra.
- Antes de ir al cielo, el Señor Jesús nos delegó lo siguiente:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19). - Esta comisión no fue dirigida solo para nosotros los adultos, sino también para nuestros hijos. La pregunta es: ¿ellos están preparados? Si no lo están, me parece que el mejor centro misionero para un hijo en edad escolar, es un Colegio Adventista.
V. Conclusión
- Resumen. Nuestra iglesia nació como un movimiento anti-educación. Sin embargo, con el fin de preparar misioneros, reflexionó y comenzó a establecer Instituciones Educativas. Estas iban a tener el objetivo principal de formar misioneros para terminar la obra; y, a la fecha, dicho objetivo se está cumpliendo.
- Llamado. Todo padre o madre adventista anhela que sus hijos permanezcan activamente en los caminos de Dios. Pero, para que eso suceda, es necesario que ellos sean formados como misioneros. Es por esta razón que, para terminar, te invito a matricular a tu menor hijo en una de nuestras instituciones. Él no solo conocerá mejor al Dios de la obra, sino que se convertirá en un misionero. ¿Cuántos desean hacer la voluntad de Dios y deciden enviar a sus hijos a nuestras instituciones para que sean formados como misioneros? Oremos.
Referencias:
[1]Portadores de luz: Historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, trad. Rolando Itin y Tulio Peverini (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2002), 116.
[2]Sobre la identidad, misión y mensaje proféticos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, ver Oscar S. Mendoza, “El remanente en Apocalipsis 12 al 14 y la Iglesia Adventista del Séptimo Día”, Didajé 1, no. 1 (2012): 75-107; ibid., “El mensaje del remanente en el tiempo del fin: Los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14:6-12”, Didajé 1, no. 2 (2013): 65-96; ibid., “El adventismo como remanente, sus fundamentos teológicos y su papel en un mundo cristiano pluralista”, en El conflicto cósmico y la misión de la Iglesia, ed. Ezequiel Gonzales, Roy Graf y Joel Iparraguirre (Los Ángeles, CA: Southern California Conference, 2021), 47-67.
[3]George Knight, “La educación adventista y la visión apocalíptica – Parte I”, Revista de Educación Adventista 27, 2008, 8.
[4]Para un mayor estudio, ver Oscar S. Mendoza, “La Educación Adventista y su razón de ser”, Apuntes universitarios 6, no. 1 (2016): 23-32.
[5]Selected Messages (Washington, DC: Review and Herald, 1958), 2:117-118.