El santuario como eje articulador de las Escrituras

La Biblia revela diversas verdades, presentándolas tanto de forma implícita como explícita, y todas ellas se encuentran tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. A continuación, se presenta una tabla que muestra algunas de estas verdades:

DiosLa leyEl sábadoLa venida del Mesías
El juicio escatológicoEl don de profecíaLa reforma pro saludEl creacionismo
La salvaciónLa no inmortalidad del almaLa justificación por la feLa santificación
La glorificaciónEl pecado y la muerteEl ser humanoEl gran conflicto, entre otras.

Estas verdades tienen como propósito revelar quién es Dios, cómo nos salva y cómo respondemos o experimentamos esa salvación. Sin embargo, la mayoría del cristianismo ha rechazado estas verdades bíblicas. ¿La razón? Según diversos estudios, las doctrinas del evangelicalismo y del catolicismo están fundamentadas en la filosofía griega clásica, especialmente en las ideas de Platón.

El puente entre la filosofía platónica griega y el cristianismo fue Agustín de Hipona, un padre de la Iglesia considerado neoplatonista. Posteriormente, Tomás de Aquino también adoptó elementos de estas mismas fuentes filosóficas. Para el siglo XVI, Martín Lutero heredó las presuposiciones e interpretaciones de Agustín y, en consecuencia, leyó las Escrituras con un marco filosófico influido por el pensamiento griego. En la actualidad, gran parte del cristianismo interpreta la Biblia desde una perspectiva moldeada por estos “lentes griegos”. Paradójicamente, han reemplazado a Moisés, Pedro y Pablo por Platón, Agustín de Hipona y Martín Lutero.[1]

Por su parte, los adventistas del séptimo día interpretan las Escrituras basándose en presuposiciones bíblicas, en línea con lo que afirmó Gerhard Hasel: “Los preconceptos del intérprete deben derivar y permanecer bajo el control de la misma Biblia. Debe constantemente estar abierto para hacer modificaciones o ampliaciones en base a las Escrituras”.[2] Para ellos, la Biblia se interpreta a sí misma y no necesita recurrir a fuentes extrabíblicas para determinar el significado de sus textos. Rechazan la tradición, la ciencia y la filosofía griega como fuentes de interpretación bíblica, sosteniendo que, para comprender el Nuevo Testamento, es necesario recurrir al Antiguo Testamento, y que, para entender el Antiguo Testamento, es fundamental considerar el Nuevo Testamento.

En cuanto a lo macrohermenéutico, el adventismo establece la doctrina del santuario como un eje articulador y un principio hermenéutico. Sostiene que la Biblia debe ser interpretada desde la perspectiva del santuario. Por otro lado, el evangelicalismo y el catolicismo se fundamentan en la filosofía griega de Platón; en el caso del evangelicalismo, adopta la “justificación por la fe” como principio hermenéutico, pero interpretada desde la perspectiva de la predestinación dual de Lutero. Esto es confirmado por Fernando Canale:

La hermenéutica evangélica se basa en la filosofía neoplatónica, la discontinuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, la inmortalidad del alma y la experiencia sobrenatural e instantánea de la justificación por la fe sola […] el adventismo entiende la realidad a partir de enseñanzas bíblicas sobre los santuarios de Dios, el terrenal y el celestial.[3]

El resultado de aplicar el principio de la Sola Scriptura y establecer la doctrina del Santuario como el eje articulador de la teología adventista ha permitido sostener verdades bíblicas como el reposo sabático, los diez mandamientos, el juicio investigador, la segunda venida de Cristo de manera visible y gloriosa, la inmortalidad condicional y la reforma pro-salud, entre otras.

En contraste, el evangelicalismo y el catolicismo han desarrollado una teología que se aparta de la Escritura al abrazar creencias como la inmortalidad incondicional del alma, el reposo dominical, la salvación y condenación predeterminadas desde el principio, y un dualismo antropológico, entre otras.

Como adventistas, creemos que la doctrina del Santuario es el pilar de nuestra teología. Sin esta doctrina, nuestra iglesia no sería la misma. Sostenemos esta creencia porque, sin esta verdad, sería difícil comprender correctamente las Escrituras, y nuestro conocimiento de Cristo sería limitado. Más aún, la identidad profética del adventismo se vería completamente transformada.

Pasemos a otro asunto: teológicamente ¿qué entendemos por eje articulador? La articulación “es un principio de la razón que proporciona sistematicidad, unidad y plenitud al conocimiento”.[4] El objetivo es la “interacción de todos los ámbitos de tal manera que ellos puedan ser pensados como una unidad”.[5] Siendo más específicos, “Es una doctrina central que organiza y unifica el conjunto de creencias, prácticas y enseñanzas dentro de un sistema teológico. Actúa como tal alrededor del cual se estructuran las demás doctrinas y principios, proporcionando coherencia y dirección a la interpretación teológica”.[6] En este contexto, la doctrina del Santuario se establece como el fundamento de todas las demás verdades, encargándose de interactuar con ellas y unificarlas.

Aunque varios eruditos han propuesto diferentes centros teológicos para las Escrituras (mitte),[7] algunos sostienen que el verdadero eje es el Santuario hebreo.[8] En este documento, sostenemos que la doctrina del santuario es la que articula y da coherencia a las demás verdades bíblicas.

Cabe destacar que esta perspectiva no es nueva. Como han demostrado Dennis Kaiser[9] y Alberto Timm,[10] Elena G. de White y nuestros pioneros fueron los primeros en subrayar la centralidad del Santuario como eje articulador de la teología bíblica. Según Kaiser: “El santuario permitió la integración del séptimo día sábado, el mensaje de los tres ángeles y el sellamiento en un sistema teológico coherente… Frecuentemente, ellos la describían como la gran doctrina central que conectaba a todas sus creencias en un coherente y armonioso Sistema de verdad”.[11] Esto se evidencia en las siguientes declaraciones de White:

El asunto del santuario fue la clave que aclaró el misterio del desengaño de 1844. Reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista…[12]

Cristo y su obra de redención es… la gran verdad central del sistema de verdad.[13]

El santuario en el cielo es el centro mismo de la obra de Cristo en favor de los hombres. Concierne a toda alma que vive en la tierra. Nos revela el plan de la redención, nos conduce hasta el fin mismo del tiempo y anuncia el triunfo final de la lucha entre la justicia y el pecado.[14]

La correcta comprensión de la ministración del santuario celestial es el fundamento de nuestra fe.[15]

¿Qué está enseñando White? 1) Existe un sistema de verdad. 2) Dicho sistema revela verdades bíblicas que armonizan entre sí. 3) Para comprender este sistema, el lector necesita conocer y entender la doctrina del santuario. 4) La principal verdad de ese sistema es Cristo y la salvación. 5) El santuario es el centro de la salvación y la revela. 6) El santuario celestial es el fundamento de la fe adventista. En otras palabras, el santuario es el eje articulador de todas las Escrituras.

Una perspectiva semejante la tuvo Urías Smith, quien declaró lo siguiente:

El santuario es el gran objeto central en el plan de salvación… No hay un asunto que reúna tan completamente como este todas las partes de la revelación en un todo armonioso. Los rayos de la rueda, considerados en sí mismos y aparte, pueden ser simétricos y bellos; pero su uso se vuelve evidente como partes que componen una rueda perfecta. En la gran rueda de la verdad, el santuario ocupa esta posición central. En esta, las grandes verdades de la revelación encuentran su punto focal. A partir de ahí, se irradian en cada dirección… [El santuario] no comparte con ningún otro asunto el alto honor de explicar la posición y obra de nuestro Señor Jesucristo.[16]

Según Smith, el santuario es el centro del plan de salvación, reúne todas las verdades bíblicas de manera armoniosa y explica la obra de nuestro Señor Jesucristo. Una comprensión similar la tuvieron José Bates, Jaime White, John Andrews, R. F. Cotrell, entre otros.[17] Esto los llevó a desarrollar un cuerpo de verdades bíblicas, tomando como principio macrohermenéutico la doctrina del santuario, y a saber integrarlas entre sí, incluyendo las profecías de Daniel y Apocalipsis. Para Timm, nuestros pioneros utilizaron el

énfasis escatológico del tiempo del fin como el trasfondo hermenéutico básico para el desarrollo de un sistema doctrinal único, integrado por el concepto de la purificación del Santuario de Daniel 8:14 y el triple mensaje angélico de Apocalipsis 14:6 al 12.[18]

Para que nuestros pioneros llegaran a tal conclusión, me parece que fue clave lo que escribió Pablo en la Epístola a los Hebreos. En su carta, el apóstol abordó: 1) la naturaleza divino-humana del Señor Jesucristo, 2) el plan de salvación y 3) el pacto. Y estos tres asuntos teológicos los trató desde la perspectiva del santuario.

Como eje articulador, el santuario permite conectar todas las verdades bíblicas entre sí. De esta manera, hace que todas las verdades sean interdependientes en su interpretación, pero todas bajo la dirección de la doctrina del santuario y en el marco del gran conflicto. Félix Cortez propuso el siguiente diagrama, colocando al santuario como eje articulador:[19]

Según Cortez, el santuario permite comprender mejor temas como la expiación, el juicio, la gran controversia, la naturaleza del pecado, la soteriología, entre otros. No solo eso, lo referente al amor y la justicia, la cruz y el sacrificio, así como la relación amorosa espacio-temporal entre Dios y sus criaturas,[20] Cristo y la iglesia, entre otros, se entiende mejor a la luz del santuario porque todos estos aspectos se integran en él. En palabras de Cortez: “El Santuario es la parte integrante del sistema bíblico de verdad”.[21]

Al ser un eje articulador, la doctrina del santuario es clave para interpretar las Escrituras. Varios eruditos están considerando esta doctrina como un principio hermenéutico, no solo para interpretar toda la Biblia, sino también las profecías de Daniel y Apocalipsis. Presento dos ejemplos: 1) La comprensión de la salvación y 2) La interpretación de la palabra “mandamientos” en Apocalipsis 12:17 y 14:12.

1. La salvación. Para los hebreos en el Antiguo Testamento, el santuario terrenal era una escuela diseñada para enseñar acerca de la salvación (ver Sal 20:2-3, 6). Los creyentes acudían al santuario en busca de reconciliación con Dios. Al llegar, eran declarados justos gracias al sacrificio sustitutivo de la ofrenda y a la intercesión sacerdotal. El propósito de este sacrificio era expiar los pecados del adorador. ¿Cómo? Los pecados eran transferidos del pecador a la ofrenda y luego de la ofrenda al santuario (Lev 4), mediante la sangre que se asperjaba sobre los cuatro cuernos del altar del sacrificio (Éx 29:12; Lev 4:7, 18, 25, 30). De esta manera, el pecador quedaba justificado. Después, regresaba a su casa libre de la carga de su pecado, pues este se había transferido al santuario. Cabe señalar que el pecado no era eliminado diariamente, sino que solo era transferido.

Cuando el recién justificado regresaba a casa, entendía claramente que debía vivir conforme a la salvación recibida, lo cual incluía la obediencia a los diez mandamientos guardados en el arca del pacto. Esto introduce el concepto de la santificación. No podemos olvidar la intercesión diaria del sacerdote en beneficio de los creyentes, fundamental en este proceso continuo de salvación.

Al llegar el 10 de tishri (séptimo mes), cada hebreo debía participar del Día de la expiación. ¿Con qué objetivo? Además de ser juzgados, era necesario que los pecados transferidos durante el año fuesen eliminados mediante la purificación del santuario. Para ello, el sumo sacerdote sacrificaba un macho cabrío para expiación por los pecados del pueblo, mientras que el otro macho cabrío, Azazel, era llevado al desierto para que muriera (Lev 16 y 23).

De este modo, tanto el santuario como los hebreos quedaban purificados. Gracias al juicio, ellos eran una vez más justificados y reconciliados con Dios, listos para comenzar el nuevo año del calendario civil. Todos sus pecados habían sido eliminados, quedando como si nunca hubieran pecado.

Es evidente que Dios dirige el plan de salvación desde su santuario y salva a la humanidad desde ese lugar. Además, la doctrina del santuario nos ayuda a entender que la salvación es un proceso que incluye la justificación, la santificación y la glorificación. Así, esta doctrina se convierte en un principio hermenéutico fundamental.

Gracias al santuario, entendemos que la salvación no se limita únicamente a la sangre de la ofrenda o a la justificación por la fe, sino que también incluye la intercesión y la labor diaria del sacerdote. Todo esto se entiende hoy a la luz de Cristo, su muerte en la cruz y su ministerio en el santuario celestial (Heb 9:11-12).

2. “Mandamientos” en Apocalipsis 12:17 y 14:12. Si bien algunos eruditos no adventistas consideran que los “mandamientos” mencionados en Apocalipsis 12:17 y 14:12 se refieren a los de Éxodo 20,[22] muchos otros discrepan con esta interpretación. Por ello, es fundamental determinar a qué mandamientos se hace referencia. Creemos que el santuario es clave para identificarlos.

En primer lugar, la palabra griega para “mandamientos”, utilizada en Apocalipsis 12:17 y 14:12, es entolás, cuya forma básica es entolē (“mandamiento”). En el Nuevo Testamento, esta palabra y sus diversas conjugaciones se emplean principalmente para referirse a los diez mandamientos registrados en Éxodo 20 y, en algunos casos, a las leyes escritas por Moisés (Mt 19:1; Mr 10:5).[23] Por ejemplo:

Siendo Juan el último autor del Nuevo Testamento, es altamente probable que el uso que le dio a entolē sea coherente con el de Pablo, Mateo y Lucas. Además, este mismo término aparece en la Septuaginta refiriéndose a los diez mandamientos (Éx 24:12; Dt 5:29, 31), aunque no en todos los casos.

Finalmente, destacamos la importancia del santuario para identificar los “mandamientos” mencionados en Apocalipsis 12:17 y 14:12, considerando fundamental su relación con Apocalipsis 11:19 y 15:5-8. En primer lugar, Apocalipsis 11:19 y 15:5-8 forman parte del contexto literario de Apocalipsis 12:17 y 14:12, ya que cumplen funciones transicionales que conectan diferentes secciones del libro. Por ejemplo, Apocalipsis 11:19 sirve como transición entre los capítulos 1-11 y los capítulos 12-22, especialmente los capítulos 12-14. De manera similar, Apocalipsis 15:5-8 guarda un paralelismo con 11:19, ya que ambos pasajes introducen escenas de juicio e incluyen referencias al arca del pacto en el santuario celestial. Apocalipsis 11:19 introduce los capítulos 12-14, mientras que 15:5-8 introduce la visión de las siete últimas plagas.

En segundo lugar, dado que Apocalipsis 11:19 y 15:5-8 están estrechamente relacionados con Apocalipsis 12:17 y 14:12, es posible vincular ciertos elementos comunes entre estos pasajes, en particular los “mandamientos de Dios” y el “arca del pacto”. Esto se fundamenta en el hecho de que las tablas de la ley, es decir, los Diez Mandamientos, eran guardadas en el arca del pacto, como lo evidencia Deuteronomio 10:2: “Y escribiré en aquellas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste; y las pondrás en el arca”.

Cuando se conectan los términos “mandamientos” y “arca”, queda claro que estos “mandamientos” son los Diez Mandamientos de Éxodo 20. Es significativo que esta conexión exista entre los “mandamientos” de Apocalipsis 12:17 y 14:12 y el “arca” de Apocalipsis 11:19 y 15:5-8. Por lo tanto, podemos concluir que los mandamientos mencionados en Apocalipsis 12:17 y 14:12 son, en efecto, los diez mandamientos, pues estaban guardados en el arca del pacto.

No se trata únicamente de la verdad sobre la salvación; en realidad, hay otras verdades que están profundamente vinculadas a la doctrina del santuario y que dependen de ella para ser comprendidas de manera más completa. Por ejemplo:

  1. Dios. El creyente conocía mejor a su Creador visitando el santuario, donde Dios habitaba, operaba la salvación y emitía sus juicios. La presencia de Dios en medio de su pueblo revelaba que Él participa activamente en la historia, interactuando con la humanidad en el tiempo y el espacio. Este principio se manifiesta claramente en el santuario terrenal, como lo indica Éxodo 25:8: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos”. De la misma manera, este modelo tiene continuidad en el Nuevo Testamento, donde Dios actúa desde el santuario celestial (Ap 4:2-3). Así, comprendemos que Dios dirige la salvación desde su santuario, de forma histórica y en un lugar real.
  2. El gran conflicto. La doctrina del santuario revela a los protagonistas principales del plan de salvación: Dios y Satanás, cada uno con intereses opuestos. Dios busca salvar al ser humano, mientras que Satanás intenta destruirlo. Una comprensión más profunda del gran conflicto se obtiene al estudiar la doctrina del santuario. Por ejemplo, cuando se sacrificaba la ofrenda, el creyente reconocía que la consecuencia de su pecado era la muerte. Asimismo, entendía mejor el papel del tentador y el juicio final contra el enemigo de Dios, representado en el Día de la expiación (Lev 16:8, 10). Azazel, símbolo de Satanás, era enviado al desierto, prefigurando su aniquilación en el juicio final (Ap 20:2-3, 10). Sobre todo, el creyente comprendía que Dios estaba resolviendo este conflicto desde su santuario.
  3. La santificación. Gracias a la doctrina del santuario, el creyente comprendía la importancia de experimentar la salvación. Aunque el pecador regresaba a casa justificado, también recordaba los diez mandamientos guardados en el arca del pacto (Dt 10:2). Esta ley no solo constituía la base de todo juicio divino, sino que también debía ser obedecida por el pecador arrepentido. Si volvía a pecar, podía regresar al santuario con su ofrenda, y mediante la intercesión del sacerdote, recibir nuevamente el perdón. Asimismo, Al finalizar el Día de la expiación, cada creyente no solo comenzaba un nuevo año, sino, sobre todo, una nueva etapa en su relación con Dios. Además, acudir al santuario y presenciar la santidad divina implicaba un llamado a la santidad personal: todo aquel que se acercara a ese lugar debía reflejar esa santidad (Lev 11:44).
  4. El juicio. Dios emitía sus juicios desde su santuario terrenal (Éx 33:9; 40:34), actuando en muchas ocasiones desde el lugar santísimo (Ez 9:1-3) y, en otras, desde la entrada del santuario (Dt 31:14-15). Para los hebreos, el santuario era un lugar de juicio, lo cual se evidenciaba especialmente durante el Día de la expiación. Este día, oficiado por el sumo sacerdote en el lugar santísimo, tenía como propósito purificar tanto el santuario como al pueblo. Además, los hebreos eran juzgados, ya que el Día de la expiación era considerado un día de juicio, en el que se decidían los destinos de cada persona. Por esta razón, era el día más solemne y temido del año. En el santuario también se encontraba la base de todo juicio divino: los diez mandamientos.
    Asimismo, en el Día de la Expiación, Dios requería el sacrificio de un macho cabrío para expiar el pecado, lo que muestra que los juicios desarrollados y emitidos desde el santuario tenían como propósito la salvación. Es significativo que quienes no participaban de este día eran cortados o excluidos del pueblo (Lev 23:27, 30). Rehusar participar en este día equivalía a rechazar la salvación, ya que el propósito principal de este servicio era la purificación del pueblo. Así, el hebreo comprendía mejor la naturaleza de los juicios divinos acudiendo al santuario y participando del Día de la expiación.
  5. La ley. La ley se guardaba en el arca del pacto, ubicada en el lugar santísimo del santuario terrenal (Dt 10:2). Dentro del contexto del santuario, la ley desempeñaba varias funciones clave: a) era la base de los juicios divinos, b) su obediencia evidenciaba la experiencia de salvación de cada hebreo, c) revelaba la voluntad de Dios, d) condenaba al hebreo que la transgredía, e) era la norma que regía el gobierno divino, f) guiaba al pecador a reconocer su necesidad de redención, y g) desempeñaba un papel central en el pacto divino; quienes la obedecían recibían bendiciones, mientras que quienes la desobedecían enfrentaban las maldiciones resultantes de sus actos.
    Todas estas funciones se entendían de manera más clara y profunda desde la perspectiva del santuario, donde la ley era no solo el estándar divino, sino también una guía hacia la reconciliación con Dios.

Como se ha evidenciado, el santuario es el que articula y revela todo un sistema de verdades bíblicas. Por lo tanto, ninguna verdad bíblica puede ser comprendida plenamente sin considerar al santuario como el eje que da sentido a cada una de ellas.


Referencias:

[1]Para un mayor estudio, ver Fernando Canale, “Evangelical Theology and Open Theism: Toward a Biblical Understanding of the Macro Hermeneutical Principles of Theology?”, Journal of the Adventist Theological Society 12, no. 2 (2001): 20-26; Fernando Canale, “Deconstrucción y teología: Una propuesta metodológica”, DavarLogos 1, no. 1 (2002): 13; Fernando Canale, “Completando la teología adventista: la tarea teológica en la vida de la iglesia-Parte I”, DavarLogos 6, no. 1 (2007): 55-68; Fernando Canale, “Philosophical Foundations and the Biblical Sanctuary”, Andrews University Seminaries Studies 36, no. 2 (1998): 183-206; John Peckham, The Concept of Divine Love in the Context of the God-World Relationship, Studies in Biblical Literature, vol. 159 (New York, NY: Peter Lang, 2015); ibid., The Doctrine of God: Introducing the Big Questions (New York, NY: T&T Clark, 2020), 1-140; Raúl Kerbs, El problema de la identidad bíblica del cristianismo: Las presuposiciones filosóficas de la teología cristiana: desde los presocráticos al protestantismo (Libertador San Martín, Argentina: Universidad Adventista del Plata, 2014), 303-650; Roy E. Graf, “El papel de las presuposiciones básicas del pensamiento en la interpretación de las profecías apocalípticas”, en «Porque cerca está el día de YHWH»: Estudios en escatología, ed. Alvaro F. Rodríguez y Roy E. Graf (Lima: Ediciones Theologika, 2018), 3-22; ibid., “¿Por qué los evangélicos no creen en el Santuario celestial? Breve análisis del caso de Millard Erickson”, Berit Olam 8, no. 1 (2011): 29-45; Oscar S. Mendoza, “El adventismo como remanente, sus fundamentos teológicos y su papel en un mundo cristiano pluralista”, en El conflicto cósmico y la misión de la Iglesia, ed. Ezequiel Gonzales, Roy Graf y Joel Iparraguirre (Los Ángeles, CA: Southern California Conference, 2021), 52-62.

[2]La interpretación de la Biblia, trad. Sylvia Socoloske de González (Buenos Aires: Ediciones SALT, 1986), 118.

[3]Fernando Canale, “¿Por qué los adventistas del séptimo día están adoptando los estilos de vida seculares?”, Theologika 26, nro. 1 (2011): 103.

[4]Roy Graf, “The Principle of Articulation in Adventist Theology: An Evaluation of Current Interpretations and Proposal” (PhD. Diss.: Adventist International Institute of Advanced Studies, 2017), 1. Traducción personal.

[5]Kerbs, 281.

[6]“En asuntos teológicos, ¿qué es un eje articulador?”, prompt. ChatGPT, Septiembre 25 version, OpenAI, 1 de junio, chat.openai.com.

[7]Gerald A. Klingbeil, “El santuario, el ritual y la teología: En busca del centro de la Teología Adventista”, Theologika 27, no. 1 (2012): 67-85.

[8]Roberto Ouro, Old Testament Theology: The Canonical Key. Volume I: Pentateuch/Torah (Zaragoza, Spain: Lusar Reprográficas, 2008), 30-36.

[9]“The Biblical Sanctuary Motif in Historical Perspective”, en Scripture and Philosophy: Essays Honoring the Work and Vision of Fernando Luis Canale, ed. Tiago Arrais, Kenneth Bergland y Michael F. Younker (Berrien Springs, MI: Adventist Theological Society, 2016), 154-193.

[10]The Sanctuary and the Three Angels’ Messages: Integrating Factors in the Development of Seventh-day Adventist Doctrines. Adventist Theological Society Dissertation Series 5 (Berrien Springs, MI: Adventist Theological Society, 1995).

[11]Kaiser, 172. Traducción personal.

[12]Elena G. de White, El conflicto de los siglos (Washington, DC: Ellen G. White Estate, 2012), 410. La cursiva es para énfasis.

[13]Ibid., The Ellen G. White 1888 Materials (1987), Ellen G. White Writings Comprehensive Research Edition [CD ROM] (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 2008), 806. Traducción personal. La cursiva es para énfasis.

[14]White, El conflicto de los siglos, 543. La cursiva es para énfasis.

[15]Ibid., The Retirement Years (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1990), 78. Traducción personal. La cursiva es para énfasis.

[16]The Sanctuary and the Twenty-three Hundred Days of Daniel 8:14 (Battle Creek, MI: Seventh-day Adventist Pub. Assn., 1877), 10-11. Traducción personal.

[17]Marcos Blanco, “El santuario, el eje articulador”, Ministerio adventista, noviembre-diciembre, 2014, 2-3.

[18]“Seventh-Day Adventist Eschatology, 1844-2001: A Brief Historical Overview”, en Pensar la iglesia hoy: hacia una eclesiología adventista, ed. M. G. Klingbeil, et. al. (Libertador San Martín: Editorial Universidad Adventista del Plata, 2002), 287. Traducción personal.

[19]Felix H. Cortez, “The Sanctuary, does it Still Matter in Adventism?.pdf” (presentación, 22 de febrero, 2020), 63.

[20]Sobre la relación de amor entre el creyente y el Creador desde una vision bíblica en contra de una vision filosófica griega, ver John Peckham, The Concept of Divine Love; ibid., Theodicy of Love: Cosmic Conflict and the Problem of Evil (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2018); ibid., The Love of God: A Canonical Model (Westmont, IL: IVP Academic, 2015). Para Peckham, la relación de amor entre Dios y sus criaturas solo puede comprenderse desde la perspectiva de la temporalidad de Dios.

[21]Cortez, 5.

[22]Entre ellos David Aune, Revelation 1-5, en Word Biblical Commentary, ed. David Allan Hubbard, et. al (Waco, TX: Thomas Nelson, 1997), 52a:709.

[23]Ver Oscar S. Mendoza, “Alusiones al sábado en Apocalipsis 12 al 14”, Berit Olam 7, no. 1 (2010): 185-200.

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