La relevancia de los hábitos espirituales

Cuando una persona se entrega a Cristo en el momento del bautismo, inicia un nuevo camino de vida y se une al reino celestial. A partir de ese momento, adquiere un nuevo Señor (Jesucristo; cf. Rom. 6:22), una nueva familia (la iglesia; cf. Hch. 2:42-47) y un objetivo supremo: mantener comunión diaria con Dios (cf. 2 Cor. 13:13/14).

Sin embargo, los nuevos creyentes a menudo se enfrentan a preguntas como: “¿Volveré a caer? ¿Podré ser obediente? ¿Lograré cumplir con todo lo que la iglesia me pida?”. Estas son inquietudes comunes. Para hacer la vida cristiana más plena, es recomendable practicar ciertos hábitos espirituales.

¿Qué entendemos por hábito? Es un “modo de proceder adquirido mediante la repetición de actos iguales o similares”;[1] en otras palabras, son acciones deliberadas que se realizan de manera constante. ¿Existen ejemplos bíblicos de hábitos espirituales? Por supuesto. 1) Cristo dedicaba tiempo diario al culto (Mar. 1:35), 2) Daniel tenía el hábito de orar tres veces al día (Dan. 6:10), 3) Pablo fomentaba la práctica de la oración (1 Tes. 5:17), etc.

¿Qué hábitos debería considerar el creyente? Principalmente, tres:

  1. Leer la Biblia diariamente.
  2. Orar diariamente.
  3. Cumplir con la misión semanalmente.

Estos hábitos son fundamentales; si no se practican a diario, el crecimiento en Cristo se verá limitado. La comunicación diaria con Él y el cumplimiento de la misión son esenciales.

Además de estos hábitos, hay otras acciones que deben experimentarse con mayor regularidad:

  1. Escuchar música cristiana con frecuencia.
  2. Asistir a todos los cultos de la iglesia local, incluyendo el Grupo Pequeño.
  3. Utilizar los dones espirituales con regularidad.
  4. Visitar a los hermanos de la iglesia.
  5. Participar en acciones solidarias.
  6. Observar el día de reposo correctamente.
  7. Contribuir con los diezmos y las ofrendas, etc.

Es importante aclarar que al hablar de hábitos espirituales, no nos referimos a una salvación por obras; por el contrario, creemos que al practicar estos hábitos, la vida cristiana se enriquece. Es similar a la relación de una pareja de recién casados. Se les aconseja: “digan ‘te amo’ todos los días”, “despídanse con un beso y un abrazo antes de salir”, “realicen un culto personal y familiar diariamente”, etc. ¿Se consideraría legalismo sugerir estos hábitos? Probablemente no; de manera similar, enriquecer nuestra comunión con Dios mediante estos hábitos espirituales es beneficioso.

Te animo a practicar estos hábitos espirituales en el nombre de Cristo. Esto fortalecerá tu relación con Él y te llevará a experimentar una mayor felicidad. Recuerda que lo más valioso no son tu pareja, tus hijos ni tu trabajo. Lo mejor que tienes es tu comunión con Dios, y es fundamental cuidarla diariamente.


Referencia:

[1]“Hábito”, RAE, https://dle.rae.es/h%C3%A1bito (consultado: 2 de febrero, 2024).