Un breve estudio de Daniel 12: 1-2

En el presente trabajo, iniciaremos abordando brevemente el contexto histórico y literario de Daniel 12:1-2. Luego, consideraremos su traducción, análisis sintáctico y crítica textual. Después, con el fin de comprender mejor el texto, analizaremos a qué género literario pertenece. También, analizaremos algunas palabras o expresiones claves, de acuerdo con nuestro objetivo. Finalmente, trataremos sobre la teología. La pregunta que se desea responder en esta exégesis es: ¿Qué quiso decir Daniel con el “tiempo de angustia” (12:1)?

1. Contexto histórico

El libro de Daniel[1] tiene como autor al profeta Daniel. Por ejemplo, en el mismo libro aparecen algunas oraciones en primera persona: “Daniel dijo: Miraba yo en mi visión…” (7:2), “Después de esto miraba yo en las visiones…” (7:7); “Vi en visión; y cuando la vi” (8:2); “Y yo Daniel miré” (12:5), “En el año primero de su reinado, yo Daniel miré” (9:2); “Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel…” (9:22-23); “Entonces me dijo: Daniel, no temas” (10:12). Este lenguaje es común en los profetas, quienes introducen así sus visiones para dar a conocer que son ellos mismos los escritores de aquellas visiones. Finalmente, Cristo en Mateo 24:15 y Marcos 13:14 mencionó a Daniel y de lo que escribió sobre la abominación desoladora (11:31); para ellos, el profeta en mención escribió sobre esta abominación y todo el libro.[2]

Sobre la fecha, Daniel 1 al 8 revela que, probablemente, el libro se escribió durante la experiencia de Daniel en Babilonia (que vivió alrededor de 70 años en ese lugar); no se sabe cuánto tiempo exactamente. “Algunas de las narraciones de Daniel pudieron haber sido escritas con anterioridad y algunas otras pudieron haberse escrito posteriormente”.[3] ¿En qué época? Durante el apogeo del imperio neobabilónico y los primeros años del imperio medo-persa; a saber, entre los años 605 y 535/4 a. C.

Si bien es cierto los críticos han sugerido que Daniel fue escrito en el siglo II a. C., gracias a un estudio exhaustivo del arameo de Daniel, los descubrimientos en las cuevas de QunRam, la versión de la Septuaginta, los hallazgos de la Arqueología bíblica y el conocimiento del libro de Daniel que ya se tenía en el judaísmo en el siglo II a. C. (por ejemplo: a Alejandro magno [356-323 a. C.] se le presentó Daniel cuando fue a Jerusalén), confirman que el libro en mención fue escrito en el siglo VI a. C.[4]

En cuanto al idioma, Daniel fue escrito en arameo y en hebreo. En arameo está escrito desde 2:4b hasta 7:28; y en hebreo, el resto del libro (1:1-2:4a; 8:1-12:13). En la época de Daniel, el hebreo era el idioma de los judíos y el arameo era el idioma diplomático de Babilonia. Los críticos han señalado que el arameo de Daniel fue del siglo II a.C., y no del siglo VI a.C. No obstante, muchos especialistas del idioma arameo han argumentado que, en realidad, el arameo que usó el profeta fue el “imperial” (oficial), usado entre los años 600 y 300 a. C. Ellos han corroborado que el arameo de Daniel (del período persa y no del período macabeo), fue del siglo VI a. C.[5]

En lo político, Babilonia en los días de Daniel fue el imperio neobabilónico, que fue iniciado por el rey Nabopolasar (626-605 a. C.) y su hijo Nabucodonosor II (corregente; como rey: 605-556 a. C.) en el año 626 a. C. Este reino fue la más grande potencia mundial desde el 605 a. C. hasta el 539 a. C. En este periodo, el rey más sobresaliente en Babilonia fue Nabucodonosor II (el que registra Daniel).

Cuando Daniel escribió Daniel 11-12 era el año 537 a. C. y corresponde al primer año del rey medo Darío (11:1). Recientemente, Babilonia —en 539 a. C. y mientras reinaban Nabonido y Belsasar— había sido invadida fácilmente por el ejército de Ciro; así, los Medos y persas se convirtieron en la máxima potencia mundial (gobernando desde 539 hasta 331 a. C.). Al ser invadida Babilonia, Darío llegó a ser su rey.[6]

En lo religioso, Babilonia fue una ciudad idólatra. Tenía dos dioses principales: Marduk e Ishtar. El dios principal era elegido por el rey de turno. Además, llegaron a tener un panteón de 2.500 divinidades.[7] Se practicaba la astrología y la hechicería. Cada vez que se desobedecía una orden del rey, que implicaba adorar a sus dioses, ameritaba castigo, hasta la pena de muerte. Es por esta razón que cada desafío que hacía peligrar la vida de Daniel y sus amigos, en realidad, era una lucha cósmica entre Jehová y Marduk.

2. Contexto literario

El libro de Daniel registra doce capítulos, cuyo contenido incluye historia y profecía. Lo histórico tiene que ver con la experiencia de cuatro jóvenes hebreos en Babilonia; narra los desafíos que ellos experimentaron por permanecer fieles al Señor; principalmente, los capítulos 1 al 6 registran esta parte. En cuanto a lo profético, Daniel vaticina el destino de la humanidad desde los días de Nabucodonosor II hasta la segunda venida. Para ello, se recurre más de una vez a ciertas visiones. Lo profético en Daniel incluyen los capítulos 2, 7, 8-9, 11-12.

Por supuesto, es importante reconocer que la revelación profética, que inicia en el capítulo 2, va de lo general a lo particular, usando la recapitulación como recurso. En el caso de Daniel 11 y 12, si bien es cierto esta es la última cadena profética, no fue revelada por medio de una visión o sueño; con todo, sí vaticina la presencia de los mismos reinos profetizados en las anteriores visiones (2, 7 y 8), pero se amplía el panorama: se mencionan a ciertos reyes y/o dinastías.

Daniel 10, 11 y 12 forman una unidad literaria. Su objetivo principal es profetizar los reyes y reinos que aparecerán desde los días de los reyes persas hasta que se levante “Miguel”, y su cumplimiento es ininterrumpido. Evidentemente, la dinámica que se usa en estos dos capítulos es la misma que se usó en los capítulos 2, 7, 8 y 9.

Para los días de Daniel, todo lo de Daniel 11 y 12 fue profético. Pero, para nuestros días y aplicando el enfoque escatológico que revelan Daniel y Apocalipsis, en ambos capítulos hay una parte histórica (profecías que ya se cumplieron hasta 1798 d. C.) y otra que es escatológica (profecías para el “tiempo del fin” que se cumplen a partir de 1798 d. C.). La parte histórica incluyen los versículos 2 al 39, y revela a los reinos que han aparecido desde los reyes persas hasta la edad media con Roma papal; por su lado, la parte escatológica tiene que ver con la lucha entre el rey del norte y el rey del sur de Daniel 11:40-45, el levantamiento de Miguel (12:1) y la resurrección (12:2-3).

Tal vez, los argumentos favorables para sostener que Daniel 11:40-12:5 es escatológico, son: (1) En Daniel 11:40 dice que el enfrentamiento entre el rey del norte y el rey del sur será en el “tiempo del fin”, el cual determina un nuevo lapso y que da inicio a los eventos escatológicos. No solo eso, la expresión hebrea “עֵ֥ת קֵֽץ” (“tiempo del fin”) de 11:40 es la misma que registra Daniel 12:4, 9; (2) Daniel 11 y 12 sigue el mismo patrón profético de los capítulos 2, 7 y 8. Por tanto, en todas las cadenas proféticas hay profecías ya cumplidas, que están en cumplimiento y faltan cumplirse; (3) Se registra en Daniel 12:11-12 dos profecías de tiempo, las cuales están relacionadas a la edad media y las acciones del reino del norte durante ese tiempo. Por ejemplo, durante los 1.290 días/años el reino del norte (papado) quitó el “continuo” y causó la abominación desoladora de Daniel 11:31. Entonces, las acciones del rey del norte del 11:23 al 39 se dieron durante los 12.90 días, lo que permite suponer que las acciones del 11:40 se cumplen en cualquier momento después de esta profecía de tiempo. (4) Daniel 12:4 y 9 mencionan dos veces la expresión “tiempo del fin”, señalando que las profecías vinculadas al rey del norte y el rey del sur tienen que ver con el “tiempo del fin”. (5) Finalmente, Daniel 12:1 dice que Miguel se levantará en aquel “tiempo”. ¿A qué tiempo se refiere? Por supuesto, al mismo “tiempo del fin” de Daniel 11:40.

Entonces, el texto bajo estudio (12:1-2) se encuentra en el contexto escatológico de Daniel 11-12, a saber, desde 11:40 hasta 12:5. El cumplimiento de estos textos se da en el tiempo del fin. En esta perícopa, básicamente suceden tres eventos resaltantes: (1) la lucha entre el rey del norte y el rey del sur (11:40-45), (2) el “tiempo de angustia” (12:1), (3) el levantamiento de Miguel (12:1), (4) la liberación (12:1) y (5) la resurrección (vv. 2-4). Estas profecías aún no se han cumplido.

3. Traducción personal y análisis sintáctico

Primero presentaré una traducción personal del texto bajo estudio (Dn 12:1-2):

El texto tiene 4 frases nominales y 5 verbales. Los verbos en las frases verbales son: “se levantará” (imp.), “y será” (waw+perf.), “ha acontecido” (perf.), “será librado” (imp.) y “serán despertados” (imp.); por su parte, en las nominales hay dos verbos tácitos en la última parte del versículo 2: (1) “unos serán para vida eterna” y (2) “otros serán para vergüenza”. Las otras dos oraciones nominales son: (1) “el gran comandante que está” y (2) “todo el que está inscrito” (porque ambos verbos son participios).

En el versículo 1, vemos una oración nominal compleja, porque tiene el verbo “levantar”, pero no al inicio. Como se verá más adelante, por ser un yiqtol, “levantar” (qal imp.) provee información anticipada: se profetiza que, en algún momento en el futuro, Miguel se levantará y tomará alguna acción. No solo eso, en el mismo versículo se registra un verbo perfecto con una waw conversiva: “y será” (we-qatal), dándole un cumplimiento futuro y certero a dicha acción.

Como se verá en la siguiente parte, es importante considerar que “será tiempo de angustia” es el trasfondo de “la cual nunca ha acontecido”. Esto permite sostener que, cuando Miguel se levante, el “tiempo de angustia” ya está ocurriendo. En realidad, en el versículo 1 vemos una cadena de acciones que inician con “el tiempo de angustia”.

El versículo 2 también es una oración nominal compleja, por los verbos “serán despertados”. Este texto también provee información anticipada de lo que producirá el levantamiento y venida de Miguel. En el caso de “unos serán para vida eterna y otros serán para vergüenza”, son dos frases subordinadas con su respectivo verbo tácito. Por supuesto, en este versículo el sujeto es “muchos de los que duermen”, y el predicado es “serán despertados” y sus respectivas frases subordinadas.

4. Género literario[8]

En primer lugar, Daniel 11 y 12 es de género profético; por tanto, Daniel 12:1-2 también lo es. La razón es porque en 12:1-2 hay varios verbos en su estructura “x-yiqtol”, entre ellos: “se levantará” (יַעֲמֹ֨ד), “será librado” (יִמָּלֵ֣ט) y “serán despertados” (יָקִ֑יצוּ). Así, se evidencia que la actitud lingüística del autor es la de proveer información anticipada. No solo eso, en el texto bajo estudio está la estructura “weQatal” en el verbo “y será” (וְהָיְתָה֙); que, junto con los tres verbos recién mencionados de estructura “x-yiqtol”, estarían mostrando que 12:1-2 forma parte de un discurso profético.

En segundo lugar, Daniel 12:1-3 no solo es un discurso profético. Se debe tener en cuenta que en estos tres textos hay una cadena de estructura “waw-x-yiqtol”:[9]

Verse 1And at that time Michael will standWaw-x-yiqtol
And at that time will be liberated your peopleWaw-x-yiqtol
Verse 2and many from the sleepers of the earth of dust will ariseWaw-x-yiqtol
Verse 3and the wise will shineWaw-x-yiqtol

Esta cadena “waw-x-yiqtol” convierte a Daniel 12:1-3 en una narrativa profética. Así, Daniel 12:1-3 sería un discurso narrativo-profético.

En tercer lugar, el transfondo es “y será tiempo de angustia” (v. 1b). La puesta en relieve “hasta entonces [עת]”— es de primer plano. Con el fin de ampliar el panorama, Daniel se vuelve a enfocar qué sucederá en dicho tiempo: Miguel se “levantará”, el pueblo “será librado” y habrá quienes serán “despertados”.

Además de ser profético, Daniel 12 es un texto apocalíptico bíblico. Recuérdese que las Escrituras registra básicamente dos clases de profecía: la clásica y la apocalíptica. En el caso de la apocalíptica, generalmente se encuentra en los libros de Daniel y Apocalipsis. ¿Por qué Daniel sería apocalíptico? Porque se caracteriza por: (1) cadenas proféticas largas e ininterrumpidas; por ejemplo, en los capítulos 2, 7, 8-9 y 11-12 se profetiza a reinos desde los días de Nabucodonosor II hasta la segunda venida. (2) por los símbolos representando realidades. ¿Ambas características se aplican en Daniel 11 y 12? Por supuesto que sí. En Daniel 11 y 12 hay una cadena profética desde los reyes persas hasta el levantamiento de Miguel. Y en cuanto a los símbolos, están presentes “el rey del norte”, “el rey del sur” y las naciones mencionadas en 11:40-45; también está la palabra “como” en 12:3, que permite comparar a los hijos de Dios con el resplandor del cielo; no solo eso, están los períodos de tiempo proféticos de 12:11-12, que se le da un valor simbólico de un año a cada uno de los días. Entonces, en este trabajo consideramos a Daniel 12:1-2 de tipo profético apocalíptico.

5. Análisis de palabras y frases claves

Por los objetivos de este trabajo, no me centraré en las palabras “Miguel” (“el que es igual/imagen a Dios”), “libertar” y “despertar”. Por supuesto, creemos que Miguel es Jesús y “despertar” se refiere a la resurrección, que se dará en la segunda venida.

“Tiempo” (עת). Esta palabra es uno de los sujetos principales de Daniel 12:1-2; en estos dos únicos versículos aparece 4 veces. No solo eso, en todo el libro de Daniel es relevante porque aparece 16 veces, y en Daniel 11 y 12 aparece 13 veces. Generalmente, en Daniel la palabra עת se traduce como “tiempo”; aunque solo una vez —en 9:24— se traduciría como “hora”. Lo interesante es que, de las 16 veces que se usa עת, 6 veces se lo asocia con la palabra “fin” (קץ), para fijar un tiempo determinado denominado “tiempo del fin” (עת קץ). De estas 6 veces, 4 veces aparece en Daniel 11 (vv. 35, 40) y 12 (vv. 4, 9). Así, “tiempo del fin” también es determinante para la interpretación del texto bajo estudio.

En Daniel 11:40, “tiempo del fin” abre una nueva serie de acontecimientos enfocándose en la lucha entre los reyes del norte y del sur (vv. 40-45). Por su parte, en Daniel 12 se registra el “continuo” y la “abominación desoladora” (v. 11), y se los asocia con los 1.290 y 1.335 días (vv. 11-12). Al hacer el paralelismo entre Daniel 11:31 y 12:11-12, permite sostener que el cumplimiento de ambas profecías de tiempo es durante la edad media; y que, luego, inicia el “tiempo del fin”. Como los 1.290 terminaron en 1798 d. C. y los 1.335 finalizaron en 1844 d. C., entonces, el “tiempo del fin” comenzó en 1798 d. C.

Ahora nos enfocaremos en el texto bajo estudio. En Daniel 12:1-2 aparece 4 veces la palabra “tiempo”; pero, para saber a qué “tiempo” se refiere, se debe recurrir a 11:40-45, su contexto inmediato. ¿Por qué? Porque en 12:1, cuando a Daniel se le dijo “en aquel tiempo” se estaba refiriendo al “tiempo del fin” de 11:40. No solo eso, “en aquel tiempo” de 12:1 se vincula con las frases “será tiempo de angustia”, “hasta entonces” y “en ese tiempo tu pueblo será librado”; pero ¿de qué modo?

Si bien es cierto la palabra “tiempo” aparece cuatro veces en 12:1, esto no quiere decir que las cuatro acciones suceden en el mismo momento. En realidad, por la cadena “waw-x-yiqtol” en 12:1-3, se está hablando de acciones o sucesos consecutivos. Entonces ¿cuál sería el orden? Primero, el trasfondo es “y será tiempo de angustia”. Segundo, como reacción Miguel “se levantará”. Tercero, lo hará con el fin de “libertar a su pueblo”. Finalmente, aquellos que murieron “serán despertados”.

Ruíz, relacionando el uso de “tiempo del fin”, “ese tiempo”/“hasta entonces” y “fin de los días” en Daniel 11 y 12, sugiere el cumplimiento de la palabra “tiempo” en la siguiente línea:[10]

Entonces, “tiempo del fin” es un lapso que inicia en 1798 d. C. Durante ese tiempo habrá un “tiempo de angustia”, el cual tendrá fin porque Miguel se “levantará” y “librará” a su pueblo. Inmediatamente después Miguel “despertará” a los que murieron.

“Levantar” (עמד). Este verbo aparece 524 veces en el AT. Puede traducirse como “estar de pie” (de manera vertical), “estar”, “permanecer”, “persistir”, “asistir”, “levantar”, “erigir”, “establecer”, etc.[11] El uso de esta palabra es múltiple: (1) “levantarse” para tomar acción (sentido básico; p. ej. 1 Sam 17:51),[12] en alguna guerra o batalla (p. ej. Dn 11:2-4, 6-8, 13-17),[13] (2) “designar” alguna responsabilidad (1 Cr 15:16-17; 2 Cr 11:15), (3) implica cierta “elección” divina (1 Cr 16:17; Sal 105:10), (4) “confirmar” y “establecer” en el contexto de la elección de reyes (1 Cr 17:14; 1 Cr 9:8).[14] En el caso de Daniel 12:1, עמד tiene el sentido de “levantarse” para tomar una acción y reinar. Así como David se levantó para vencer a Goliat,[15] Miguel se levanta para librar a su pueblo.

En Daniel, esta palabra hebrea aparece 46 veces (2:2; 8:3, 6, 7, 15; 10:11 [2x], 13, 16, 17; 12:1, 5, 13; etc.) y tiene varios usos: (1) “estar de pie” (1:5, 19; 2:2; 8:3; 12:5), implica “estar delante de” alguna autoridad, como en 1:5; 8:15; 10:11; (2) “levantarse” (8:4, 7, 25; 11:2, 14; 12:1), que implica pararse, pero para batallar; (3) tiene la idea de “surgir” (11:7, 20) o “resucitar” (12:13). En el caso del texto bajo estudio, su uso es “levantar”, pero para batallar; esta connotación se debe porque le acompañan las expresiones “tiempo de angustia” y “será librado tu pueblo”, 12:1 describe el fin de una guerra. Miguel se levanta para batallar, liberar y reinar. En sí, Daniel 12:1 está describiendo lo que Juan escribió en Apocalipsis 16:16: la batalla del armagedón.

“Tiempo de angustia” (עת צרר). La palabra צרר puede traducirse como “apuro”, “aflicción”, “angustia”, etc. Por su parte, la expresión עת צרר (“tiempo de angustia”) aparece 8 veces en el AT (Jue 10:14; Is 33:2; Jer 14:8; 15: 11; 30:7; S 37:39; Dn 12:1; Neh 9:27). Generalmente, este tiempo de angustia se produce por: (1) la desobediencia del pueblo de Dios (Jue 10:14); y (2) la presencia de enemigos, que implica pedir liberación/salvación y misericordia (Is 33:2; Jer 14:8; 15:11; 30:7; S 37:39; Dn 12:1; Neh 9:27). Ahora, si bien es cierto el “tiempo de angustia” se produce por algún pecado o la presencia de enemigos, considérese que, en el AT, cuando Israel pecaba no ganaba las batallas y terminaba siendo sometido por las naciones. Es por esta razón que es importante darle un valor moral al “tiempo de angustia”. Por un lado, el creyente experimenta un “tiempo de angustia” por algún error cometido o por falta de seguridad de salvación; por otro lado, experimenta tal cosa porque se siente amenazado y recurre a Jehová por liberación; en este contexto, liberación salvación serían equivalentes. Por ello, no habría inconveniente aplicar el “tiempo de angustia” a la situación espiritual de algún creyente, o al temor que el creyente pueda experimentar por la presencia de algún enemigo. Todo parece indicar que ambos usos se aplicarían a Daniel 12:1, más aún cuando Daniel y Jeremías fueron contemporáneos.

La LXX, en Daniel 12:1, para la palabra “aflicción” usa el término griego θλίβω, el cual puede traducirse también como “tribulación”. En el NT, θλίβω —con sus respectivas conjugaciones— aparece 44 veces. En los sinópticos, generalmente se usa esta palabra para denotar persecución o peligro por el ataque de algún enemigo por causa de seguir a Cristo (Mt 13:21; 24:9; Mr 4:17; Jn 16:33; etc.); la misma connotación tiene en Hechos (7:10-11; 11:19; 14:22). Por su parte, Pablo —mayormente— tiene la misma comprensión (2:9; 5:3; 8:35; 2 Co 1:4, 8), aunque él suele asociar “tribulación” con “angustia” y “persecución”; hay textos paulinos en el que se usa “tribulación” para referirse a situaciones problemáticas comunes de la vida (1 Co 7: 28; cf. Stg 1:27); en el Apocalipsis, la idea es la misma que la de los sinópticos (2: 9-10; 2: 22; 7: 14).

En términos proféticos, existe una “tribulación” (θλίβω) que se le denomina “la gran tribulación” (“θλῖψις μεγάλη”), la cual tiene, a la luz de los sinópticos, dos cumplimientos: (1) la tribulación ejecutada por el anticristo durante la edad media (Mt 24:19, donde Cristo vincula la “gran tribulación” con la “abominación que causa desolación” [v. 15][16]) y (2) aquella que sucederá en la crisis final, antes de la segunda venida de Cristo (7:14). Esta “gran tribulación” ya es más específica y no se refiere a las persecuciones que los hijos de Dios han recibido a lo largo de la historia, sino a aquella que ejecutará Babilonia apocalíptica. En el caso de la “gran tribulación” de la crisis final, esta fue profetizada por Cristo en Mateo 24:29 y por Juan en Apocalipsis 7:14.

En el caso de Daniel 12:1, la LXX —para עת צרר (“tiempo de angustia”)— utiliza las palabras “ἡ ἡμέρα θλίψεως”, la misma palabra griega “θλίβω” que se usa en Mateo 24:29 y Apocalipsis 7:14. ¿Se están refiriendo a lo mismo? Por el contexto literario, todo parece indicar que sí. Obsérvese la siguiente tabla:

TextoDaniel 12: 1Mateo 24: 29Apocalipsis 7: 14
ContextoCrisis final y segunda venida (cf. 11:40 en adelante)Crisis final y segunda venida (vv. 29-31)Descripción de lo que pasaron los 144.000 —post segunda venida— en la crisis final (7:1-4; 14:1-5)

De acuerdo con esta tabla, como todo el contexto tiene que ver con la crisis final, “el tiempo de angustia” de Daniel 12:1 tendría que ver con la persecución de algún enemigo, el cual será el mismo rey del norte. Así, se estaría aplicando el uso de “θλίβω” en el NT, más aún cuando el mismo Daniel declara que el pueblo de Dios será libertado.

Por lo tanto, sugerimos que el “tiempo de angustia” de Daniel 12:1 tiene que ver con aflicción del corazón, tal vez porque los creyentes —en la crisis final— se sentirán tristes por motivo de su salvación (varios, a este tiempo de angustia, lo denominan “angustia de Jacob” [Jer 30:7]). Finalmente, sí o sí dicho tiempo de angustia será provocado por el mismo rey del norte con el fin de asesinar a los santos, esto amerita la presencia de Miguel para liberar a su pueblo.[17]

6. Crítica textual

De acuerdo con la BHS, hay ciertas variantes en Daniel 12:2, básicamente dos:

  1. אַדְמַת־עָפָ֖ר (“polvo de la tierra”). En la primera variante se registra cómo la versión Símaco de la LXX traduce la expresión אַדְמַת־עָפָ֖ר como ἐν τῷ πλάτει τῆς γῆς, que en español es: “en el ancho de la tierra” (o como algunos sugieren: “el país de la tierra”).[18] En otra de las versiones —Teodoción— se traduce la misma expresión hebrea como ἐν γῆς χώματι, siendo su traducción al español como: “en el polvo de la tierra”. Ahora, si nos damos cuenta, en ambas recensiones la traducción es semejante entre sí y con el TM, pero evidentemente dando un fuerte énfasis en la tierra o polvo. Al parecer, se quiso dar fuerza en el origen del ser humano. No solo eso, se nota que Teodoción es semejante al de la Vulgata[19] en sentido general; pero en sentido literal hay diferencia, tal vez porque ambos textos fueron escritos en idiomas distintos; y comparando la Vulgata con el TM, “la Vulgata mantiene el mismo significado y el mismo orden de palabras como en el TM”.[20] Finalmente, en la BHS se recomienda comparar la frase bajo estudio del TM con texto acádico “bit epri”; ambas traducciones son semejantes. Probablemente, la frase bajo estudio hace eco de Isaías 26:19.[21]
  2. לַחֲרָפ֖וֹת (“para vergüenza”). En el aparato se indica que esta palabra es una glosa explicativa de la siguiente palabra לְדִרְא֥וֹן (“para desprecio”), por este motivo se recomienda eliminarla, quedando la traducción así: “Y otros serán para el desprecio eterno”. Sin embargo, “en cuanto a la interpretación de לְדִרְא֥וֹן como una glosa, hay que señalar que la tradición textual hebrea apoya plenamente la lectura actual del texto masorético”.[22]
    Asimismo, al hablar de “vergüenza”, en la BHS se hace referencia a Génesis 4:7, específicamente al pecado de Caín. Algo semejante experimentarán los que no estén escritos en el libro de la vida. También, es probable relacionarlo con Isaías 66:24.[23]

Como es evidente, las variantes en el aparato crítico no cambian el sentido del texto bajo estudio ni son determinantes para su significado.

7. Teología

Daniel 12:1-2 es un discurso narrativo-profético que registra una cadena de acontecimientos vinculados a la segunda venida de Cristo: (1) el pueblo de Dios experimentará el “tiempo de angustia”; por tal motivo (2) Miguel (Jesucristo) se “levantará” y vendrá a la tierra, con el fin de (3) “libertar” a sus hijos. Con su venida, (4) se efectuará la resurrección: de los fieles para vida eterna y de los “otros” (que traspasaron a Jesús; cf. Ap 1:7) volverán a morir.

La palabra “tiempo” es clave en Daniel 12:1, porque —además de sustentar los acontecimientos consecutivos— revela que su cumplimiento es en el “tiempo del fin”. Es en este “tiempo” que sucede la angustia que experimentará el pueblo de Dios, el levantamiento y venida del Mesías, y la resurrección de los muertos.

El “tiempo de angustia” de Daniel 12:1 tiene que ver con liberación y salvación. Liberación, porque el remanente —momentos antes de la segunda venida de Cristo— será perseguido por el rey del norte; los hijos de Dios experimentarán este “tiempo de angustia” por causa de la “gran tribulación” de Apocalipsis 7:14; no obstante, serán librados gracias a la venida de Miguel. Por su parte, salvación, por su connotación moral de la palabra “angustia”. El pueblo de Dios de Daniel 12:1 pasará por la “angustia de Jacob”, ellos —por los errores cometidos anteriormente— necesitarán por un momento una mayor seguridad de salvación; la cual, por supuesto, será provista por el Espíritu. A la luz de Apocalipsis 16-19, este “tiempo de angustia” se experimentará mientras caen las dos últimas plagas, y finalizará con el retorno de Miguel.

Según Daniel 12:2, “muchos” muertos serán los que resucitarán en la segunda venida, pero no “todos”;[24] y, en efecto, eso revela las Escrituras. Por ejemplo, Apocalipsis 20:5 registra que los malos de todas las edades resucitarán después el milenio, no en la segunda venida. Sin embargo, habrá solo un grupo de condenados que sí resucitará en el retorno de Miguel, ellos serán los que traspasaron a Cristo, ellos resucitarán, pero para “desprecio eterno”; y por parte de los fieles, sí resucitarán todos —desde Adán y Eva hasta los que murieron por causa de la “marca de la bestia” (Ap 20:4).

Las Escrituras revelan que en el cielo hay, posiblemente, dos libros o registros:[25] uno es el “libro de la vida” (Ap 3:5; 17:8; 20:15) y el otro es el “libro de las memorias” (Ma 3:16; cf. Ap 20:12). En el libro de la vida se registran los nombres de aquellos que entregaron sus corazones a Cristo y permanecen en él; y en el libro de las memorias están registradas nuestras acciones buenas y malas. En el caso del texto bajo estudio, el libro que se menciona es el de la vida. Se supone que, como para que sus nombres estén en dicho libro, tuvo que haber terminado el juicio investigador de Daniel 7:9-10.

Finalmente, recordemos que —como remanente— las profecías de Daniel sí o sí se van a cumplir. Los 144.000 experimentarán el “tiempo de angustia” del texto bajo estudio; pero también, en el cielo, Miguel se levantará con el fin de venir y liberar a su pueblo. Su venida hará que los muertos en Cristo resuciten y vayan con él al cielo. Esperamos ir con él.


Referencias:

[1]Cuando escribo “Daniel” sin cursiva, me refiero al libro en sí; cuando lo escribo en cursiva, me refiero al profeta Daniel.

[2]Por motivo de espacio no trataré sobre fuentes extra-bíblicas pro-autoría daniélica; pero, se puede revisar las siguientes fuentes: Arthur J. Ferch, “Authorship, Theology, and Purpose of Daniel”, en Symposium on Daniel, ed. Fran Holbrook, vol. 2 (Berrien Spring, MD: Biblical Research Institute, 1986), 3-20; Joel Iparraguirre, “La paternidad literaria del libro de Daniel: Breve análisis comparativo entre los siglos II a. C. y VI a. C. – Parte I”, Didajé 2, no. 1 (2013): 5-21.

[3]William Shea, Daniel: Una guía para el estudioso, trad. Raúl Lozano (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2010), 44.

[4]Tremper Longman III y Raymond B. Dillard, An Introduction to the Old Testament, 2da ed. (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2006), 373-375.

[5]Zdravko Stefanovic, “Correlations Between Old Aramaic Inscriptions and the Aramaic Section of Daniel” (tesis doctoral: Andrews University, 1987).

[6]Craig Keener, Cultural Backgrounds Study Bible (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2017), 543.

[7]Merling Alomía, Daniel: “el varón muy amado de Dios”, vol. 2 (Lima: Theologika, 2008), 66.

[8]No todos coinciden sobre el género literario de Daniel 12:1-3. Algunos sugieren que Daniel 12:1-3 es un texto poético; entre ellos Zdravko Stefanovic, Daniel, Wisdom to the Wise: Commentary on the Book of Daniel (Nampa, ID: Pacific Press, 2007), 437; Héctor Urrutia, Profecías apocalípticas de Daniel: ¿Vendrá el fin el 2012? (Chile, 2012), 393; igual sucede con la Reina Valera 1995 Nueva Versión Internacional. Otros se inclinan por lo narrativo, específicamente narrativo profético; por ejemplo Roger Ruiz, “Daniel 11:40–12:3 and 12:13: Narrative Flow and Chronological Relationships as Eschatological Indicators of Temporality”, en Eschatology: From an Adventist Perspective, Proceedings of the Fourth International Bible Conference, ed. Elias Brasil de Souza A. Rahel Wells Laszlo Gallusz Denis Kaiser (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2021), 90. Él sugiere que, como hay una cadena de estructura “waw-x-yiqtol”, 12:1-3 sería narrativo.

[9]Ruíz, 72.

[10]Ibid.

[11]Wilhelm Gesenius y Samuel Prideaux Tregelles, Gesenius’ Hebrew and Chaldee Lexicon to the Old Testament Scriptures (Bellingham, WA: Logos Bible Software, 2003), 637.

[12]Ibid.

[13]Jacques Doukhan, Secretos de Daniel, trad. Miguel Á. Valdivia (Doral, FL: APIA, 2008), 184.

[14]A. Chadwick, “Election”, en Lexham Theological Wordbook, Lexham Bible Reference Series, ed. Douglas Mangum et al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014).

[15]Ibid.

[16]Esta abominación tuvo su cumplimiento con la destrucción del templo de Jerusalén del año 70 d. C. y también con lo que hizo el papado durante la edad media.

[17]Hay quienes sugieren que la “liberación” de Daniel 12:1 implica liberar al pueblo de Dios aún de la muerte eterna. Ver Jon Paulien, “The Resurrection and the Old Testament: A Fresh Look in Light of Recent Research”, Journal of the Adventist Theological Society 24, no. 1 (2013): 9; Mervyn Maxwell, God Cares (Mountain View, CA: Pacific Press, 1981), 289; Elías Georgia, “El tiempo y el alcance de los eventos descritos en Daniel 12:1-2: Una reinterpretación”, Verum Redimit 1, no. 1 (2022): 62-63.

[18]Alexander A. Di Lella, The Book of Daniel, en The Anchor Yale Bible (New Haven, CN: Yale University Press, 2008), 242.

[19]Sobre la variante bajo estudio, la Vulgata la traduce de la siguiente manera: “Et multi de his, qui dormiunt in terræ pulvere”.

[20]Artur A. Stele, “Resurrection in Daniel 12 and its Contribution to the Theology of the Book of Daniel” (PhD diss., Andrews University, 1996), 104. Traducción personal.

[21]Ibid.

[22]Ibid., 107. Traducción personal.

[23]James A. Montgomery, A Critical and Exegetical Commentary: The Book of Daniel (Edinburgh: T&T Clark, 1959), 472; John E. Goldingay, Daniel, en Word Biblical Commentary, ed. David A. Hubbard y Glenn W. Barker (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1996), 30:524, 564.

[24]Stele, 139-148, realiza un interesante análisis para concluir que una mejor traducción para “וְרַבִּ֕ים” no es “y todos”, sino “y muchos”, enfatizando exclusividad y no inclusividad.

[25]La erudición no se ha puesto de acuerdo sobre cuántos registros o libros hay en el cielo. Hay quienes sugieren que hay solo dos, otros recomiendan más; por su parte, Elena G. de White cree que hay tres, añade el “libro de la muerte”.