En esencia, un “don” se refiere a un atributo, habilidad o capacidad. Por otro lado, los dones espirituales son atributos o capacidades concedidos y cultivados por el Espíritu Santo en todos los creyentes. Estos dones tienen los siguientes propósitos: (1) fomentar el crecimiento del creyente, (2) fortalecer a la iglesia, (3) glorificar al Creador y (4) cumplir con la misión asignada.
¿Cuáles dones espirituales se mencionan en el Nuevo Testamento? El apóstol Pablo enumera estos dones en varias de sus cartas (Rom. 12; 1 Cor. 12, 14; Efe. 4), que incluyen: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, generosidad, liderazgo, misericordia, fe, sanidad, sabiduría, milagros, discernimiento, don de lenguas, interpretación, apostolado, administración, evangelismo y pastorado. La interrogante es: ¿cuáles de estos dones posees tú?
¿Cómo identificar tus dones espirituales?[1] (1) Pregúntate ¿qué haría bien? (2) Trata de involucrarte en todo, (3) ¿Qué es lo que más te agrada hacer en la iglesia? (4) Reflexiona en lo que haces mejor, (5) Desarróllalo y (6) que la iglesia confirme tus dones. Por supuesto, hay quienes optan por desarrollar un test de dones con el fin de identificarlos.
¿Cómo potenciar tus dones? En primer lugar, te sugiero buscar adquirir la mayor variedad de dones posible, tal como Pablo aconsejó: “Aspiren a los dones más grandes” (1 Cor. 12:31). Por ejemplo, si posees el don del canto, sería beneficioso también cultivar habilidades en la enseñanza o el evangelismo. Cuantos más dones tengas, mayor será tu capacidad para servir a la iglesia de manera efectiva. En segundo lugar, es crucial emplear regularmente tus dones. En tercer lugar, esfuérzate por perfeccionarlos y mejorarlos continuamente. En cuarto lugar, dedica tus dones a propósitos sagrados que beneficien tanto a la iglesia como al evangelismo. Y en quinto lugar, siempre busca oportunidades para usar tus dones en algún ministerio de la iglesia.
Dios otorga dones a cada creyente según su voluntad, lo que implica que no todos poseen las mismas capacidades. Como se menciona en 1 Corintios 12:11: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere”. Este concepto se ilustra metafóricamente en otro pasaje: “Pero ahora Dios ha colocado los miembros, cada uno de ellos, en el cuerpo, según él quiso” (1 Cor. 12:18). Por lo tanto, Dios ha dotado a su iglesia con una variedad de dones con el propósito de involucrar a todos y alcanzar la unidad.[2]
Reflexionemos: ¿Qué estás haciendo por Cristo? ¿Estás empleando tus dones espirituales para glorificar a Dios y fortalecer a la iglesia? Te animo a ser activo, ofreciendo un servicio más pleno al Creador. Cumple tu misión disfrutando de lo que haces, utilizando las habilidades que el Espíritu Santo te ha dado. Acostúmbrate a servir en los diversos ministerios y departamentos de tu iglesia. El objetivo es mantenernos siempre en acción.
Referencias:
[1]Las siguientes recomendaciones no son mías, las leí en algún libro, pero no recuerdo el nombre de su autor ni el título.
[2]Oscar S. Mendoza, “Los dones espirituales”, PrMendoza.com, https://prmendoza.com/los-dones-espirituales/ (consultado: 16 de febrero, 2024).