Un culto representa un encuentro significativo donde los creyentes se reúnen para rendir adoración al Creador. Durante este momento sagrado, se llevan a cabo diversas actividades que incluyen la oración, la alabanza, el intercambio de testimonios, la comunión fraternal y el estudio de las Escrituras. En nuestra iglesia en Perú, tenemos una variedad de cultos y reuniones, como los Miércoles de poder, los viernes en los Grupos Pequeños, la Escuela Sabática, el Culto Divino, el Culto Joven, la Sociedad de Menores, entre otros. Cada uno de estos encuentros tiene su importancia y propósito únicos, pero todos reflejan la convocatoria divina y la participación activa de la hermandad en general.
Los cultos tienen como principales objetivos la adoración y la comunión. Adoramos juntos para glorificar al Creador y nos unimos en comunión para fortalecer nuestros lazos como familia espiritual. Estas reuniones nos permiten experimentar la vida cristiana en comunidad, en lugar de manera aislada. A pesar de las críticas que puedan surgir sobre el congregacionalismo y las grandes iglesias, ¿no es positivo poder escuchar un mensaje bíblico, alabar juntos, confraternizar y reconocernos como miembros del pueblo de Dios? Además, para aquellos que buscan una mayor familiaridad, están los Grupos Pequeños. La idea es vivir la experiencia del reino de los cielos en comunidad, como una familia unida en comunión y como parte de una sociedad de creyentes.
La experiencia de vivir el reino de los cielos en comunidad, en contraposición a una experiencia individual aislada, tiene fundamentos bíblicos sólidos. En 2 Crónicas 20:4-6, vemos cómo el pueblo de Judá se congregó para buscar ayuda de Jehová. En Nehemías 8:1-9, encontramos que la comunidad se reunió para escuchar la Palabra de Dios, siendo Esdras el encargado de leer la Ley. Además, en Lucas 4:16, Jesucristo mismo, siguiendo su costumbre, se reunió para estudiar las Escrituras. La práctica de reunirse para estudiar la Palabra también fue adoptada por Pablo, como vemos en Hechos 17:1-3. La iglesia apostólica se reunía regularmente con estos mismos propósitos (Hch. 2:43-47). Incluso en el cielo y en la tierra nueva, todo parece indicar que la adoración al Creador en comunidad seguirá siendo una parte fundamental, como se menciona en Isaías 66:23.
Es esencial comprometerse a participar en todos los cultos planificados por la iglesia, ya que esta práctica contribuye significativamente al crecimiento espiritual. Aunque la relación personal con Cristo es fundamental, la experiencia compartida en comunidad también fortalece nuestra fe de manera considerable.
La puntualidad en la asistencia es clave, ya que refleja nuestro compromiso y respeto hacia Dios, quien siempre cumple con sus compromisos puntualmente (véase Gén. 7:4, 10; 17:21; 21:2; Jer. 25:12), y espera que también nosotros seamos diligentes en nuestro compromiso con los cultos que Él convoca (cf. Efe. 5:1).
Además de simplemente asistir, es fundamental participar activamente en los cultos. Si posees el don del canto, considera ofrecer dos números especiales mensuales en cada culto. Del mismo modo, si tienes el don de la predicación, ¿por qué no ofrecerte como predicador en tu grupo pequeño, culto joven o culto divino? ¿O dirigir dos dinámicas bíblicas por mes en el culto joven? Ten en cuenta que la participación activa enriquece la experiencia y fomenta el compromiso continuo.
Recuerda que participar en un culto es una experiencia positiva, llena de beneficios espirituales. Te insto a que te involucres activamente en todos los cultos. Si tienes la oportunidad de participar junto a tu familia y amigos, aprovecha esa bendición. Además, si puedes invitar a tus amigos al templo, mucho mejor.