Nuestros pioneros creyeron que en 1844 d. C., el Señor Jesucristo pasó del lugar santo al lugar santísimo con el fin de iniciar el juicio investigador; sin embargo, esta interpretación ha sido cuestionada. Hoy, por lo menos, hay dos interpretaciones principales en el adventismo sobre lo que sucedió en 1844: (1) Jesús no pasó del lugar santo al santísimo; en realidad, lo único que sucedió fue el inicio del juicio investigador (una nueva función);[1] (2) el Señor Jesús sí pasó del lugar santo al santísimo para iniciar el juicio investigador, ya que el santuario celestial sí tendría dos departamentos.[2]
Armando Juarez evalúa ambas posturas, incluyendo la posición oficial que tiene el adventismo hoy.[3] Él señala que, en algún momento, nuestra iglesia sostuvo la existencia de dos departamentos en el santuario celestial; sin embargo, hoy, la inclinación es más por lo funcional. Esto se evidencia, por ejemplo, en la posición que tenía nuestra iglesia en el año 1980; en la creencia nro. 8 se votó lo siguiente:
En su ascensión Cristo empezó su ministerio como sumo sacerdote en el lugar santo del santuario celestial, santuario que es el antitipo del tabernáculo de la dispensación pasada. Como en el tipo, una obra de juicio investigador se inició cuando Cristo empezó la segunda fase de su ministerio en el lugar santísimo, prefigurado en el servicio terrenal por el día de la expiación. Esta obra del juicio investigador en el santuario celestial empezó en 1844, al final de los 2300 años, y terminará con el fin del tiempo de prueba.[4]
En el Manual de iglesia del año 2022, sin embargo, nuestra iglesia modificó el mismo texto y votó así:
Cristo, en su ascensión, llegó a ser nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio intercesor, que fue tipificado por la obra del sumo sacerdote en el lugar santo del santuario terrenal. En 1844, al concluir el período profético de los 2.300 días, inició la segunda y última fase de su ministerio expiatorio, que fue tipificado por la obra del sumo sacerdote en el lugar santísimo del santuario terrenal.[5]
Si se hace la comparación entre ambos párrafos, evidentemente, en la última actualización se enfatiza lo funcional y se descartan los dos departamentos del celestial. Para Juarez, esto no se debió dar. Él, al igual que otros, se inclinan por la interpretación de nuestros pioneros, de que Cristo pasó en 1844 d. C. del lugar santo al lugar santísimo.
Con lo abordado hasta aquí ¿Realmente hay base bíblica para creer que Cristo pasó del lugar santo al santísimo en 1844 d. C.? En este artículo, se tratará de responder esta pregunta.
1) Lo dinámico del trono divino
Según la Escritura, existe un vínculo entre el trono de Dios y sus juicios. En el Antiguo Testamento,[6] Dios siempre ha emitido sus juicios desde su trono, el cual, mayormente, se ubicaba en el lugar santísimo del santuario terrenal y celestial (Lev. 10:2; Núm. 16:18-19; 17:4, 7, 8; Sal 11:4-5; 102:19-20). “Así como el santuario era el centro de la actividad redentora de Dios, ya sea que el lugar estuviera declarado explícitamente o no en cualquier pasaje dado, así también era el centro desde el cual se emitían los juicios”.[7] Algunos han sugerido que el santuario celestial representa al trono divino. Esto, por ejemplo, es explícito en Apocalipsis 16:17: “El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está”. Así, cuando se trata del trono de Dios, se debe tener en mente su santuario en el cielo. Al respecto, Ikechukwu Michael Oluikpe escribe: “La Biblia presenta una cercana conexión entre el templo de Dios y su trono. La mención de ambos juntos —el templo y el trono— en Apocalipsis 16:17, parece confirmar que ellos son lo mismo”.[8] Por supuesto, el hecho de que se tenga en mente al santuario celestial cuando se menciona al trono divino, no quiere decir que dicho santuario y trono serían lo mismo, o que uno reemplaza al otro. Simplemente, hay una conexión entre ellos.
Un punto a destacar sobre el trono divino, es que este es dinámico. Esto es explícito en Ezequiel 1 y 10, que revela a Dios viniendo desde el cielo y pasando por Judá, con el fin de juzgar a su pueblo. Él estaba sentado sobre su trono, el cual poseía cuatro ruedas (Ez 1:15-19). También, algo semejante sucede en Daniel 7:9, donde en visión se ve al Padre y al Hijo, cada uno con su respectivo trono, moviéndose de un lugar a otro. Esto demuestra que el Señor y su trono están en constante dinamismo, y no se ubican de manera estática en un determinado lugar. Como dice Daniel, el trono de Dios se puede mover de un lugar a otro en el mismo santuario celestial; o como dice Ezequiel, también puede moverse del santuario celestial a la tierra.
El punto focal aquí, es ver a Dios como un Ser dinámico y no estático. El Señor no está detenido, sin movimiento ni acción en el cielo. Al contrario, Él está en constante actividad; actúa en el espacio y en el tiempo. Se mueve de aquí hacia allá, con el fin de gobernar el universo y redimir al ser humano caído; y cuando se mueve, lo hace con su trono. En este sentido, no solo Dios es dinámico, su trono también lo es. Así, no debería sorprendernos ver al Señor moviéndose junto con su trono.
2) Cristo como Sumo sacerdote en el juicio investigador
De acuerdo con la Palabra, el Señor Jesús fue entronizado como Rey en el año 31 d. C. (Ap 4-5),[9] y llegó a ser “Sumo sacerdote” (Heb. 8: 1-2). Como tal, desde el año 31 hasta 1844, cumplió la función de intercesor (Heb. 4: 16). Cuando llegó el año 1844,[10] el Señor inició el juicio escatológico y así comenzó a juzgar. Este juicio tiene cuatro etapas principalmente: (1) juicio investigador, (2) la segunda venida, (3) juicio milenial y (4) juicio final.[11]
Uno de los objetivos del juicio investigador es demostrar a los seres no caídos cómo Dios está salvando a los seres humanos, y así ser vindicado. Como su objetivo es “demostrar”, se le da el nombre de juicio “investigador”. No es recomendable creer que en esta etapa el Señor estaría investigando y definiendo la salvación o condenación de algunas personas que aún siguen con vida, ya que Él todo lo sabe; en realidad, es “investigador” porque los seres no caídos necesitan conocer más sobre cómo el Señor nos salva y cómo nosotros experimentamos dicha salvación. Como los seres no caídos no son omnisapientes, ellos sí necesitan recibir información y corroborar.
Como se sabe, el día de expiación de Levítico 16 pre-figuraba al juicio investigador iniciado en 1844. Como cada 10 del séptimo mes (heb. tishri) los hebreos eran purificados (gracias a la purificación del santuario), lo que se experimenta desde el 22 de octubre de 1844 es semejante a la experiencia judía; pero, ahora, desde una perspectiva cósmica y cristocéntrica. Oluikpe tiene razón, al señalar: “Cristo, en la fase de juicio del lugar santísimo donde el arca del pacto está (Apocalipsis 11:19; 14:7), cumple el inicio del Día de Expiación anti-típico”.[12]
Así, el Señor Jesús —como Sumo sacerdote— cumple las funciones de intercesor y juez desde 1844. Lo que sucedió en ese año, fue que Cristo comenzó una nueva labor. Además de interceder por sus hijos (como lo hacían los sacerdotes en el AT), él ahora juzga con el objetivo de salvarlos (como sucedía en el día de expiación una vez al año). Desde 1844, el creyente participa del día de expiación cósmico, el anti-tipo del día de expiación de Levítico 16, con el fin de que la sangre de Cristo elimine / expíe sus pecados del santuario celestial. De esta manera, el creyente queda purificado como si nunca hubiese pecado.[13]
Es importante tener en cuenta que, cuando Cristo retorne, no se abrirá un proceso judicial, sino que solo se dará el veredicto (Juan 5: 29; Apo. 22: 12; 2 Cor. 5: 10); esto permite suponer que dicho proceso comenzó antes de la segunda venida. ¿Qué fecha? El 22 de octubre de 1844.[14]
Si bien es cierto —como adventistas— creemos que nuestro Señor Jesús intercedió desde el año 31 y juzga desde el año 1844, no somos llamados a limitar a Cristo a esas dos acciones salvíficas. Él es nuestro Dios encarnado, y aun antes de su encarnación siempre se caracterizó por hacer muchas cosas a favor de sus hijos. El plan de salvación no se limita a dos o tres acciones, sino a un conjunto de ellas.
Fuente de la imagen: https://record.adventistchurch.com/2020/02/28/sanctuary-cleansed/
Referencias:
[1]Entre ellos está Gerhard Pfandl, “The Reality of the Heavenly Sanctuary”, Perspective Digest, http://www.perspectivedigest.org/article/141/archives/19-3/the-reality-of-the-heavenly-sanctuary (consultado: 22 de abril, 2016); Marvyn Moore, El juicio investigador: Su fundamento bíblico, trad. Walter Steger (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2011), 320-322; Wilson Paroschi, “Da Cruz ao Trono”, Revista adventista, diciembre, 2020, 48-51.
[2]Quienes se inclinan por esta interpretación, son Richard Davidson, “Sanctuary Typology”, en Symposium on Revelation-Book 1: Daniel and Revelation Committee Series, ed. Frank Holbrook (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), 112; Jon Paulien, “Seals and Trumpets: Some Current Discussions”, en Symposium on Revelation- Book 1: Daniel and Revelation Committee Series, ed. Frank Holbrook (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), 189; Armando Juarez, “‘Sentado a la diestra de Dios’: el conflicto entre las interpretaciones”, TeoBiblica 3, no. 1-2 (2017): 123-159; Norman Gulley, “¿Por qué el santuario es tan importante?”, Ministerio adventista, noviembre-diciembre, 2004, 30-33.
[3]Juares, 123-159.
[4]“Third Business Meeting”, Adventist Review, 21 de abril de 1980, 21.
[5]Manual de iglesia, 8va ed., 19ª rev. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2022), 200.
[6]En adelante AT; para el Nuevo Testamento es NT.
[7]William Shea, Estudios selectos sobre interpretación profética: serie de la comisión de Daniel y Apocalipsis, tomo 1 (Argentina: Ediciones SALT, 1990), 20.
[8]“The Heavenly Sanctuary in the Book of Revelation”, Perspective Digest, http://www.perspectivedigest.org/article/59/archives/17-1/the-heavenly-sanctuary-in-the-book-of-revelation (consultado: 22 de abril, 2016).
[9]Para un mayor estudio, ver Félix Cortez, “Jesús: el rey prometido”, New Testament Faculty Publications, Andrews University, 2012, Paper 8; ibid., “The ‘Son’ as Reformer of the Cult: Thematic Parallels between the Rule of Righteous Davidic Kings in the Hebrew Bible and the Rule of the ‘Son’ in Hebrews”, https://hebrews.unibas.ch/documents/2007Cortez.pdf (documento presentado en Annual Meeting of the Society of Biblical Literature, 2007), 1-12.
[10]Para sustentar el inicio y fin de los 2.300 días de Daniel 8:14, ver Richard Davidson, “When did the 2300 Days of Daniel 8:14 Begin and End? Fresh Evidence from Scripture, Chronology, and Karaite History”, en Eschatology from an Adventist Perspective (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2018), 95-122; William Shea, “Supplementary Evidence in Support of 457 B.C. as the Starting Date for the 2300 Day-Years of Daniel 8:14”, Journal of the Adventist Theological Society, 12, no. 1 (Spring 2001): 89–96; Ángel M. Rodríguez, “The 70 Weeks and 457 B.C.”, Biblical Research Institute, https://www.adventistbiblicalresearch.org/wp-content/uploads/70weeks457BC.pdf (consultado: 17 de julio, 2023).
[11]Sobre las etapas del juicio escatológico, ver Jirí Moskala, “Toward a Biblical Theology of God’s Judgment: A Celebration of the Cross in Seven Phases of Divine Universal Judgment (An Overview of a Theocentric-Christocentric Approach)”, Journal of the Adventist Theological Society 15, no. 1 (2004): 138-168; Oscar S. Mendoza, “¿Por qué es necesario un juicio escatológico?: Una reflexión”, PrMendoza.com, https://www.prmendoza.com/por-que-es-necesario-un-juicio-escatologico-una-reflexion/ (consultado: 11 de septiembre de 2022).
[12]“The Heavenly Sanctuary in the Book of Revelation”.
[13]Tengamos en cuenta que la palabra expiar no solo se usaba para el día de expiación, sino también para las ofrendas que se sacrificaban todos los días. En realidad, la palabra expiar tiene dos usos: (1) en el servicio diario, se expiaban los pecados cuando este se transfería del pecador a la ofrenda y de la ofrenda al santuario (ver Lev. 4: 27-35); y (2) en el día de expiación, se expiaban los pecados eliminándolos (ver Lev. 16: 30). Entonces, sugerimos que expiar —en el servicio continuo— tenía una connotación de transferir, y en el día de expiación significaba eliminar. Así, expiar vendría a ser un proceso más que un simple acto.
[14]Sobre el juicio investigador, ver Gerhard Pfandl, “Los libros fueron abiertos: una investigación sobre el juicio pre-advenimiento”, Ministerio adventista, noviembre-diciembre, 2014,19-23; Darius W. Jankiewicz, “The Theological Necessity of the Investigative Judgment: Albion Ballenger and His Failed Quest to Subvert the Doctrine—Part I”, Theologika 35/1 (2020): 26-28; ibid., “The Theological Necessity of the Investigative Judgsment: Albion Ballenger and his Failed Quest to Subvert the Doctrine—Part II”, Theologika 35/2 (2020): 102-123; Oscar S. Mendoza, “El mensaje del remanente en el tiempo del fin: Los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14:6-12”, Didajé 1/2 (2013): 69-75; ibid., “¿Por qué es necesario un juicio escatológico?”; Richard Davidson, “The Second Advent and the ‘Fullness of Time’”, Ministry, June-July, 2000, 41-47; Moore, 11-392; Moskala, “Toward a Biblical Theology of God’s Judgment”, 138-168; Roy Gane, Sin temor al juicio, trad. Rolando Itin (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2006).